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Orfandad por la pandemia de Covid-19 en México

A un año de la primera muerte por Covid-19, muchas niñas, niños y adolescentes han quedado sin padres. ¿Cuál es la situación en México? ¿De qué tamaño es la orfandad por este motivo? No lo sabemos. Al día de hoy sólo contamos con estimaciones. Se calcula que más del 40% de los adultos fallecidos eran […]
Opinión

Editor Web

Orfandad por la pandemia de Covid-19 en México

A un año de la primera muerte por Covid-19, muchas niñas, niños y adolescentes han quedado sin padres. ¿Cuál es la situación en México? ¿De qué tamaño es la orfandad por este motivo? No lo sabemos. Al día de hoy sólo contamos con estimaciones. Se calcula que más del 40% de los adultos fallecidos eran jefes de familia.

De acuerdo con el DIF de la Ciudad de México, en la capital, la cantidad de niñas, niños y adolescentes en orfandad a raíz de la pandemia superan los 3 mil. Son muchos miles en el país que de un momento a otro perdieron lo fundamental: los cuidados parentales.

Las crías humanas son una especie que nace dependiente de los cuidados proporcionado a través del maternaje y paternaje que le ofrezcan los adultos a su cargo, y que lo será durante muchos años.

Las niñas, niñas y adolescentes en situación de orfandad requieren urgentemente la presencia de figuras de apego, es decir, personas adultas capaces de asumir el rol parental para ofrecer vínculos emocionales seguros, confiables, sensibles, amorosos, protección integral y formación humana. Adultos que, ante el duelo por la pérdida de los padres, se ofrezcan como figuras de apoyo en esa transición emocional intensa, evitando que el estrés tolerable de las niñas, niños y adolescentes, se convierta en estrés tóxico, dañino.

que, ante el duelo por la pérdida de los padres, se ofrezcan como figuras de apoyo en esa transición emocional intensa, evitando que el estrés tolerable de las niñas, niños y adolescentes, se convierta en estrés tóxico, dañino.

Las acciones e instituciones que deben participar para que la orfandad no devenga en trauma, para que el dolor ante la pérdida no se convierta en sufrimiento crónico y quiebres de la personalidad permanentes, están claras en la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y en las respectivas leyes de cada entidad federativa.

En su artículo 121, se mandata que, para la debida determinación, coordinación de la ejecución y seguimiento de las medidas de protección integral y restitución de los derechos de niñas, niños y adolescentes, las Procuradurías de Protección deberán establecer contacto y trabajar conjuntamente con las autoridades administrativas de asistencia social, de servicios de salud, de educación, de protección social, de cultura, deporte y con todas aquellas con las que sea necesario para garantizar los derechos de niñas, niños y adolescentes.

Tomando como base el artículo 123, ante un caso de orfandad, las Procuradurías de Protección deberán actuar con rapidez en la detección o recepción de dicho caso, en la elaboración del diagnóstico de la situación para la detección o recepción detectarlo o recibirlo recibir casos de restricción, en la elaboración, bajo el principio del interés superior de la niñez, de un diagnóstico sobre la situación de vulneración y un plan de restitución de derechos, que incluya las propuestas de medidas para su protección inmediata, así como para acordar y coordinar con las instituciones que corresponda el cumplimiento del plan de restitución de derechos, y dar seguimiento a cada una de las acciones del plan de restitución de derechos, hasta cerciorarse de que todos los derechos de la niña, niño o adolescente se encuentren garantizados.

La ruta está clara. El problema es que las Procuradurías de Protección del país –unas más, otras menos– carecen de recursos de todo tipo, situación que antes de la pandemia ya impedía la restitución de derechos a las niñas, niños y adolescentes privados de cuidados parentales de manera contingente. Por lo que podemos visualizar que les será imposible responder a la orfandad que se intensificó con la pandemia. Urge, pues, dotarles de recursos humanos y técnicos, así como de presupuesto a la medida de la realidad. De lo contrario, al dolor de muchas niñas, niños y adolescentes se le sumará la desolación y el trauma los consumirá.

La orfandad, en términos concretos, no se puede revertir, papá y mamá han muerto. Lo que sí se puede disminuir a un grado que evite el trauma, es el sentimiento de orfandad en esa niña, niño o adolescente, ¿cómo? Restituyendo todos los derechos, restituyendo los cuidados parentales con rapidez.

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