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Pobreza

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Opinión

Cecilia Durán Mena - Las ventanas

Pobreza

El concepto de pobreza no es una opinión, ni es un parecer que tiene que ver con ideologías, es una realidad. Para abordar el tema con corrección y objetividad, es necesario entender que es un término que esta inevitablemente ligado a su forma de medición. Es cierto, la pobreza es un fenómeno básicamente individual y utiliza los indicadores de necesidades e ingreso para su cálculo. Lo que sí es claro es que ser pobre no es un estado aspiracional y mucho menos podemos asumir que el aumento de pobreza sea una buena noticia.

La concepción progresista considera que la pobreza es un fenómeno social y estructural con efectos colectivos que impide tanto a los individuos como a las colectividades, tener una vida digna. Ser pobre y vivir en pobreza es un estado lejano a lo ideal, es una condición que denigra la dignidad de la persona, que trae consigo exclusión, discriminación, que enfrenta con la desigualdad y es un signo de precariedad. Sin rodeos, se trata de la carencia de insumos y condiciones para cubrir las propias necesidades básicas de manera digna y satisfactoria.

Está claro que medir los grados de pobreza no es una exquisitez intelectual. Los índices de pobreza son reflejo del progreso de un país. Por lo tanto, son un indicador de desarrollo o involución. Son datos comprobables y no ocurrencias. Existe una serie compleja de indicadores que incluyen el desempleo, la alimentación, la vivienda propia, y el acceso a los servicios básicos como la salud, la educación, el agua potable o la electricidad, para determinar el nivel de pobreza.

Las consecuencias sociales de la pobreza en México son numerosas y no son gloriosas. Son impactos relacionados con la deserción estudiantil, que deviene a su vez al empleo infantil, que nos lleva al empleo ilegal, a prácticas rentables e inescrupulosas, a caldos de cultivo propicios para el crimen organizados, a la destrucción del tejido social, a la desigualdad de géneros —tristemente, las mujeres son más propensas a vivir en pobreza que los hombres, de acuerdo con datos de la Organización Internacional del Trabajo–. En fin, se trata de ciclos viciados.

Los números son amigos objetivos que sustentan los dichos. En México los niveles de pobreza son altos. Alrededor de un cuarenta y cinco por ciento de los mexicanos vivien por debajo del umbral internacional de pobreza postulado por el Banco Mundial, lo que significa que más de la mitad de la gente que vive en nuestro país tiene que arreglárselas para cubrir todas sus necesidades con veintiún dólares diarios. Eso es una pésima noticia.

Es peor, enterarnos que el Coneval dijo que el número de mexicanos en situación de pobreza pasó de casi cincuenta y dos millones a casi cincuenta y seis millones. Es funesto darnos cuenta de que, además, el porcentaje de la población en pobreza extrema también se incrementó al pasar de un siete por ciento a un ocho punto cinco porciento en el mismo lapso. El número de personas en esa situación alcanzó los casi once millones en 2020. “La emergencia sanitaria por la Covid-19 ha profundizado los desafíos que enfrenta la política de desarrollo social en todos los ámbitos, principalmente, en el ingreso, salud, educación y alimentación de la población mexicana”, dijo Coneval en un comunicado.

Insisto, la pobreza no es una opinión, ni una ocurrencia, tampoco es un dato desagradable que podamos ocultar y mucho menos es una estrategia perversa para atacar a algún régimen político. La pobreza es un estado de postración humana que debe ser combatido sin colores ni banderas políticas. La pobreza es un indicador de desarrollo.

La lucha no es de conservadores contra quienes tienen los bártulos del gobierno. Es una realidad lacerante que debe ser atendida y tiene que hacerse con urgencia por manos expertas y no por improvisados que hoy dicen una cosa y luego hacen otra. No la resolveremos con espejitos ni con espejismos. Es con políticas que promuevan el crecimiento, en el que se apoye a quienes incidan en el desarrollo económico. No son palabras, son hechos. No es hablar de mejoras y transformaciones, cuando lo que avanza es la pobreza.

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