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Proclamación y juramento de la Independencia Mexicana en Guanajuato

Consumación 2021
Opinión

Artemio Guzmán - Consumación 2021

Proclamación y juramento de la Independencia Mexicana en Guanajuato

Mucho se ha dicho y escrito sobre el inicio de la lucha por la independencia nacional que se dio en Dolores y de allí se extendió por todo Guanajuato y el país. Los nombres de Hidalgo, Allende, Josefa Ortiz, Morelos, son de conocimiento general, la campaña militar de aquellos insurgentes está presente en nuestra mente y nuestro calendario cívico… No así las acciones de los consumadores de la independencia que, contra toda lógica, son excluidos de la historia de bronce y con ello del conocimiento popular. Como prueba se tienen los nombres poco mencionados de sus líderes, incluyendo el del propio Agustín de Iturbide y Arámburu.

Hoy conviene rescatar uno de los capítulos olvidados de esta etapa que tuvo como escenario nuestra provincia. Resulta que en territorio guanajuatense la consumación de la independencia surgió con la rebelión que desde Cortazar y Valle de Santiago encabezaron los oficiales realistas Luis de Cortázar, Anastasio Bustamante y Joaquín Parres. Este movimiento avanzó hacia el norte y, prácticamente sin resistencia, ocupó la ciudad de Guanajuato el 24 de marzo de 1821.

Una vez establecidos aquí, los insurrectos dieron a conocer su adhesión al Plan de Iguala y proclamaron la independencia en medio de un júbilo general. Esto es, medio año y tres días antes que se hiciera en la capital del virreinato.

Reconocieron luego la investidura del intendente Fernando Pérez Marañón y el día 28 dispusieron la sepultura de los cráneos de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez que aún colgaban en las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas. También ordenan el restablecimiento de la Casa de Moneda e invitan al líder trigarante, Agustín de Iturbide, a trasladarse a Guanajuato y aprovechar su posición estratégica para extender la lucha.

Iturbide que conocía de sobra el Bajío por haber realizado en él, durante su época de realista, una de las más crueles represiones contra los insurgentes, acepta con gusto el ofrecimiento y llega el 26 de abril, esperando reunir aquí cuantiosos recursos para la guerra.

Una vez en la ciudad, el libertador ordena la desocupación del Colegio de la Purísima Concepción –antecedente de la actual universidad– para instalar allí la Casa de Moneda; supervisa la organización de las tropas locales que se han unido a su causa, e intriga para conseguir la destitución del señor intendente, la cual no consigue por el firme apoyo que el Ayuntamiento manifiesta a Pérez Marañón.

Dos meses después, Agustín de Iturbide dispone el juramento de la independencia nacional por parte del Ayuntamiento de Guanajuato; el cual se realiza el domingo 8 de julio de 1821, en medio del regocijo general.

Ese día, en la sala capitular, se reúne el Ayuntamiento presidido por el intendente Fernando Pérez Marañón, el cual con la mano derecha en el puño de su espada y la izquierda sobre los santos evangelios, responde afirmativamente a las preguntas: ¿Juráis a Dios y por los santos evangelios defender y conservar la religión católica, apostólica y romana sin permitir ni tolerar otra alguna en el reino? ¿Juráis ser fiel y obediente al rey don Fernando VII siempre que venga a esta América septentrional? ¿Juráis defender y conservar la unión entre todos los habitantes de estos dominios, así europeos como americanos? ¿Juráis obedecer las leyes y las autoridades establecidas y que en adelante establecieren las Cortes del Imperio Mexicano?

El juramento fue hecho también por Juan Antonio de Béistegui, regidor decano en representación de todo el ayuntamiento; el comandante militar Pedro Otero y Dovalina; los diputados de minería Tomás Alamán y Mariano de Otero; los ministros de hacienda pública Francisco Mariño y José Antonio Paredes; el teniente letrado Francisco Robledo y Béjar, y los encargados de las rentas nacionales Julián Nieto Posadillo, Antonio Quintana y Lucas de Ontañón y Prado.

Posteriormente la gente se trasladó a la iglesia parroquial, cargando el pendón real y el retrato del rey Fernando VII que habían estado en el balcón de las casas consistoriales. Allí el cura y juez eclesiástico Narciso Mendracaveitia explicó a los asistentes la razón y solemnidad de esta ceremonia, hizo el juramento de acuerdo a las preguntas ya citadas y tomó el juramento a los prelados de las comunidades religiosas y los eclesiásticos seculares del real de minas. También el pueblo prestó juramento ante José Ignacio Rocha, el escribano de gobierno y guerra.

La reunión concluyó con una misa solemne y a manera de colofón, un desfile de todas las corporaciones acompañadas por los pobladores, a quienes se arrojaron monedas de varias denominaciones, como era costumbre entonces.

La lucha trigarante libraría aun varias batallas antes de alzarse con el triunfo. Su prometedora ideología de religión católica, independencia y unión seguiría sumándole partidarios. A Iturbide le esperaba la gloria del imperio que de alguna manera, empezó a saborear en la celebración de Guanajuato, para luego hundirse en el destierro y terminar sus días en el paredón de fusilamiento el 19 de julio de 1824, en Padilla, Tamaulipas.

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