Reconquistemos la vida con prudencia y seriedad

Con plazas abarrotadas y centros turísticos arriba de la media, dejó de sentirse el peligro de un Covid-19, como si ya se hubiera domado o se hubiera replegado. Este día, bajo la intensidad de los rayos de sol y un calor primaveral muy intenso, la sensación de la amenaza mortal del Coronavirus pareciera ya extinguirse.

Atrás quedó el sentimiento de pánico, cuando las plazas y centros comerciales tuvieron que cerrar sus puertas y la sociedad, atormentada por el peligro, fue enclaustrada. Ya no se siente el miedo el contagio, o es apenas percibido, cuando la población retoma el ritmo de sus actividades de forma cada vez más confiada.

Incluso los índices de contagios y muertes se han visto ligeramente disminuidos, así como las medidas en el transito de personas en plazas comerciales se ha relajado y los protocolos modificado discrecionalmente. De esta forma la población se ha sentido liberada de un confinamiento estricto, que por su eficiencia ha demostrado ser el único mecanismo seguro, para salir a enfrentar la enfermedad y muerte, o adquirir de manera natural la inmunidad que da cuando se alcanza la inmunidad de rebaño.

Y la sensación emocional de una falaz desaparición de la pandemia, no sólo se siente en nuestra ciudad o estado, sino que así pareciera ser en todo el país, como que al decretar por simple apreciación que ya estamos en verde del semáforo epidemiológico, la gente se apasionara por salir. Ciertamente que los casos de infectados ya no se mueven en ascenso de forma preocupante, sin embargo, no es recomendable ser omisos a los cuidados sanitarios recomendados.

Aunque varios países de Europa y África han disminuido los contagios y muerte por causa del Coronavirus, varios también ya han padecido las consecuencias de sus descuidos y han tenido olas fuertes de contagio. Un referente mundial acerca de la aparición de una ola preocupante es la India, que hoy se debate entre demandas urgentes de atención hospitalaria y una desbordante escalada de fallecimientos.

Si algo debemos aprender de la pandemia del Covid-19, es que lo que padezca un país afectará a todos, que nadie está seguro hasta que los habitantes de un conglomerado social lo estén, por lo que el hecho engañoso de una sensación de retroceso o casi fin del coronavirus seguirá siendo un serio peligro. Ciertamente que la población de mayores de 60 que ha sido vacunada, siembra focos de prevención o inmunidad, pero aún es muy grande el espectro poblacional desprotegido.

Ahora bien, para acabar de alentar un pensamiento apriorístico de que la pandemia ya está pasando y que casi salimos de ésta, las autoridades comienzan a doblegarse ante los reclamos y amenaza de colapsos económicos, educativos y sociales, dictando mecanismos de distensión y desconfinamiento. Ya se levanta la cortina para dejar pasar los rayos vigorosos del sol en un horizonte esperanzador de la nueva era de la humanidad, comienza el regreso a la vida social, a la escuela y a la calle.

Esta semana se determina el arranque de un piloteo de riesgo escolar, echando a andar los motores de las clases presenciales para medir el peligro y pulsar las posibilidades de soltar los amarres para empezar el ciclo escolar 2021-2022 directamente en las aulas. Aún no se definen detalles de periodos y de tiempos para el regreso escolar y su sola presunción ya despertó la dinámica económica de la industria y el comercio periférico, demostrando el peso específico de esta actividad en el aparato financiero de la estructura comercial.

Ya es tiempo de enfrentar con valentía al virus depredador, ya bastante sacrificio ha hecho nuestra sociedad por su causa y destrucción. Sí, ya debemos salir a reconquistar nuestros espacios y a forjar el futuro, pero hoy más que nunca debemos hacerlo con cautela e inteligencia, para no vernos como la India sometidos por los rebrotes.

La prudencia gubernamental, es la mayor virtud en la conducción exitosa de una sociedad.