Violencia de género: la politiquería empeora todo

1.- Violencia de género: la politiquería empeora todo

Casos emblema como el de Debanhi Escobar ya son demasiados. No son aislados y en conjunto, son una trágica muestra de la violencia de género que se reproduce en todo México como en Guanajuato, que se debate con el Estado de México el primer lugar en asesinatos de mujeres.

Los datos saltan a la vista, sin necesidad de hacer comparaciones históricas. Solo de enero a marzo de este año, 92 mujeres fueron asesinadas, aunque 87 de estos delitos son investigados como homicidio doloso y sólo cinco como feminicidio, por parte de la Fiscalía General del Estado (FGE).

Actualmente, el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas indica que actualmente se encuentran desaparecidas 483 mujeres en Guanajuato; agravante es que 101 de estas víctimas tienen entre 15 y 19 años, el rango de edad que más se repite entre los casos.

Aunque la resistencia entre la población masculina persista –sobre todo entre la política-, esa es la dolorosa realidad que exige atención, prevención y justicia. Por ello, las movilizaciones ya no son ajenas en el Guanajuato gobernado por Diego Sinhue Rodríguez Vallejo.

Pero lo que no ayuda en nada y empeora todo es sin duda la politiquería.

¿Dónde quedó la solicitud de la CNDH para que se emita la Alerta de Género en Guanajuato? el trasfondo político fue y sigue siendo la sospecha dadas sus condiciones, como lo es el maquillaje de las cifras, tras la ínfima cifra de asesinatos tipificados como feminicidios, frente a la del homicidio simple.

Por supuesto, declaraciones como las de Andrés Manuel López Obrador, arguyendo que la sociedad no está preocupada por el tema, mientras canta victoria por una pírrica disminución de los feminicidios, terminan por enmarcar una infame fotografía de la realidad.

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Alerta de Género en Guanajuato

2.- Delito de Halconeo, otra pifia legislativa

A finales de la semana pasada, un tercer amparo concedido entre el gremio periodístico ha confirmado la negligente adición del delito de ‘halconeo’, en el código penal estatal de Guanajuato.

Fue el 31 de julio de 2019, cuando los diputados locales aprobaron la adición del artículo 22-b, a propuesta y presión del fiscal general del Estado (FGE), Carlos Zamarripa Aguirre, quien buscando castigar las filtraciones de información, que nacen desde las propias corporaciones de seguridad, endilgó la responsabilidad a los civiles.

No sólo eso. La carente descripción del delito, terminó por criminalizar la libertad de información que ejercen los periodistas, da la falta de “taxatividad”, que consiste en describir de manera clara y precisa aquellas conductas que se busca penalizar.

Para más clara evidencia: “A quien realice cualquier acto tendente a obtener y proporcionar información sobre las actividades de los servidores públicos de las instituciones de seguridad pública, procuración o administración de justicia, o de ejecución de penas…”

Aunque se percibe la finalidad de adicionar este delito, se genera un amplio margen para su aplicación arbitraria y discrecional. Además, no se puede dejar de lado que la FGE ha cerrado progresivamente la información a comunicados y ruedas de prensa a voluntad de su titular.

¿Qué viene ahora? La inminencia de una nueva declaración de inconstitucionalidad por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) toca a la puerta, y con ella una nueva exhibición pública como las que ya han pesado en materia de derechos humanos para el Congreso de Guanajuato.

Casos similares por la misma pifia ya se han dado con las legislaciones de Chiapas y Michoacán, donde también se cuecen habas. Guanajuato, por voluntad de sus diputados, se agrega a la lista.

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3.- OSUG, la mala nota

La demanda de una mejora salarial que desde hace cinco años empujan los músicos la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato (OSUG), ha escalado hasta tensar la relación con una rectoría general empeñada en no ceder en una posible dignificación de las condiciones de trabajo de sus integrantes.

El testimonio de los violinistas Maksim Smakeev y Dmitry Kiselev da cuenta del desconcierto que prevalece en la OSUG, cuyos miembros se reconocen menospreciados por quienes toman las decisiones en la casa de estudios.

Su situación es lastimosa ya que hace dos décadas a muchos músicos mexicanos y extranjeros les motivaba integrarse a la OSUG, pues era sabido que ofrecían sueldos y prestaciones muy competitivas. Sin embargo, las condiciones cambiaron, para mal.

El resentimiento se ha agudizado debido a que existe ya una diferencia notable entre lo que ganan los maestros de la UG y los músicos, quienes también son profesionistas.

La inconformidad ha ido en aumento. En octubre pasado, durante su participación en el Festival Internacional Cervantino, los músicos colocaron una manta al fondo del escenario para exigir una mejora en los salarios. Tampoco hubo respuesta de la rectoría.

Es justo en el marco por el 70 aniversario de la OSUG, que se conmemora este lunes, que podrían darse las condiciones propicias para que la rectoría general replantee su posición, pero dependerá de la voluntad y empatía que muestre el rector Luis Felipe Guerrero Agripino.

El violinista Maksim Smakeev lo plantea sin rodeos: “El único deseo es que nos empiecen a valorar por lo que somos”.

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