A 23 años del Domingo Negro recuerdan a las víctimas; ‘la ausencia se siente diario’
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Ese lunes se cumplen 23 años del Domingo Negro en Celaya y los familiares de las víctimas y sobrevivientes organizaron un rezo en su memoria
Luz Zárate
Celaya.-Aunque solo asistieron los familiares de 4 de los fallecidos en aquel 26 de septiembre de 1999, conocido como el “Domingo Negro”, este lunes se realizó un rezo donde ocurrió la tragedia.
A 23 años de la tragedia, los familiares de las víctimas aseguran que no hubo justicia. Pues muchos los funcionarios de entonces tuvieron omisiones y que no recibieron un castigo. Además, de que a los deudos no los indemnizaron.
La señora Margarita Ramírez, esposa de José Antonio Ocampo quien falleció a la edad de 35 años, era taxista. Ese día acudió al sitio de las explosiones a ayudar a las personas lesionadas. Margarita contó que se quedó sola con un hijo de 6 y otro de 12 años. A ella solo le dieron un apoyo de 40 mil pesos.
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“¡No hubo justicia, porque hay funcionarios del gobierno que nunca pagaron! A nosotros jamás nos han indemnizado. Aquí pasábamos y estaba el letrero: se venden cuetes. Entonces,¿Dónde quedó Fiscalización? ¡No hay justicia! Nadie nos indemnizó, sí nos dieron una ayuda, fueron 40 mil pesos y hasta ahí, no volvieron a acercarse jamás, solo divida 40 mil pesos para estos 23 años”, expresó.
Explosión dejó 72 muertos y 350 heridos
Margarita fue una de las organizadoras del rezo que se realizó este lunes. Justo en el lugar donde ocurrieron las 3 explosiones hace 23 años. Estas dejaron un saldo oficial de 72 personas sin vida y más de 350 lesionados.
Previo al rosario que rezaron en la calle Antonio Plaza, en la que estaba la Abarrotera Celaya y se originó el siniestro, hubo una misa en el Templo del Barrio de la Resurrección.
Este año únicamente asistieron los familiares de: Pedro Ávila García, que en ese entonces era policía con tan solo 20 años; de José Antonio Ocampo Enríquez; de Socorro Caracheo Pérez quien tenía 52 años y los del niño José Juan Caracheo Lizardi de 6 años.
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Además de los familiares acudieron rescatistas de Ececac, comerciantes de la zona y una que otra persona que pasaba por el lugar y se paraban a ver qué sucedía frente al negocio “Desechables y Botanas Lupita”. La cual era la Abarrotera Celaya, ahí explotaron 4 toneladas de pólvora y juguetería pirotécnica.
Sobrevivientes exigen justicia
“¡Mal, me siento mal!, llevo 30 operaciones del brazo, me pusieron tornillos en rodilla y me acaban de operar la cadera”.
Ernestina Lizardi Córdova, perdió en las explosiones del Domingo Negro a su esposo Socorro Caracheo Pérez quien tenía 52 años y su pequeño hijo José Juan Caracheo Lizardi de 6 años. Hoy a 23 años de la tragedia, todavía exige justicia. Pues además de quedarse sin su familia, tiene secuelas físicas.
Hoy Ernestina pide a las autoridades que la apoyen en la operación de una rodilla, la rehabilitación de su brazo y la compra de unos aparatos auditivos que le cuestan 12 mil pesos.
“Las secuelas que me quedaron fue mi brazo y mi pie, aquí trago unos tornillos, me anda fallando, me duele mucho esto, los tornillos y la rodilla que me van a operar. Antes no andaba en silla de ruedas, pero ya tengo cuatro años así por eso mismo de que se me descompuso la rodilla y luego la cadera. Voy a ir a la presidencia para que me apoyen con lo de la rodilla”, dijo.
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Ernestina asistió a la misa y rezó para recordar a las víctimas de la tragedia que marcó la historia de Celaya, “aquel día estaba yo aquí (afuera de la abarrotera) con mi niño esperando a mi esposo. Me dijo el niño que ya estaba muy cansadito, se sentó y vi cuando se soltó la lumbre, ya nada más le dije: ¡Hijo vente, mira la lumbre! Pero ya no pude correr, cuando llegué a él ya no pude hacer nada”.
“De mi brazo son más de 30 operaciones. Me acaban de operar de la cadera que se me descompuso, me zafó la cadera por lo mismo de que quedé mal de la rodilla y me duele mucho. Solo tenía a mi hijo y mi esposo y quedé yo solita”, contó y pidió a las autoridades que prohíban la quema de juguetería pirotécnica.
“Siete años fueron pocos para tanta sangre derramada”
Pedro Ávila García tenía 20 años de edad y solo un año en la Policía Municipal. Ese 26 de septiembre, apenas entró a su turno cuando acudió al lugar de la tragedia a ayudar a los lesionados y en su noble labor perdió la vida.
Juana García Vázquez, mamá de Pedro Ávila García, afirmó que, a pesar de la gravedad de la tragedia, la dueña de la Abarrotera Celaya recibió una sentencia de poco menos de 8 años de prisión y salió libre. No se hizo justicia.
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“Fueron muy poquitos siete años para tanta sangre derramada aquí, tanto muerto. Los que vinieron a ayudarlos, los socorristas, los periodistas. Es un hueco que nunca se llena, no se olvida, el hueco ahí está, aprende uno a vivir, aprende uno a tener consuelo. Pero es algo que no se olvida nunca y que no hubo justicia”, afirmó.
Elena Ávila García, hermana de Pedro, platicó que su hermano era alegre y ayudaba a todo aquel que podía, justo eso le arrancó la vida.“El Domingo Negro marcó nuestra vida, es un antes y un después, porque éramos una familia muy unida. Él era un cascabel que nos reunía. Siempre estaba contento, siempre andaba apoyando a todos, en lo que nos hacía falta, a sus compañeros, a sus amigos. El día de su velación estaba lleno, nos acompañó mucha gente. Continuamente nos preguntamos: si no hubiera pasado eso, si se hubiera casado, cuántos hijos hubiera tenido. Nosotros ya no podemos reunirnos un domingo como las familias normales y convivir, porque él nos falta. Esas son cosas que ya no pasaron y que sí nos afectó mucho”, platicó.
“La gente habla por hablar, pero sólo entiende quien lo vive”
José Antonio Ocampo Enríquez era taxista. Él falleció a la edad de 35 años, murió cuando fue al lugar de la explosión a ayudar a los lesionados. Sus hijos Antonio y Jorge Ocampo, así como su esposa la señora Margarita Ramírez, organizaron el rezo de este lunes porque no quieren que el “Domingo Negro” se olvide.
Margarita platicó que para ella fue muy difícil enterarse de la noticia. Aunque también lo fue quedarse sola con dos hijos, en ese entonces de seis y 12 años. Cada día que sus hijos le preguntaban por su padre, el dolor crecía.
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Jorge Ocampo, platicó que estos años han sido muy duros. Primero porque creció sin su papá. Además, uno de los peores momentos fue cuando un niño le enseñó un periódico donde se publicó la noticia y se veía a su papá, ya sin vida.
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La ausencia se siente todos los días
La señora Margarita platicó que a lo largo de los años hay quienes le han dicho que ya olvide y perdone. Sin embargo, ella con lágrimas en los ojos asegura que “sólo entiende quien lo ha vivido”. Pues la ausencia de su esposo se sentía a diario y cada vez dolía más.
“Tenía yo un hijo que tenía 6 añitos y otro que tenía 12 años y me quedo sola aquí en Celaya. Yo vengo de la Ciudad de México, sin trabajo, sin dinero, sin familia y hacerme cargo de los hijos fue muy difícil. Quedarse con un niño que entra a primero de primaria y otro a primero de secundaria, solo quien lo vive sabe de lo que hablo…Fue algo inesperado, mi esposo tenía año y medio como taxista. Él era una persona muy servicial que siempre ayudaba a todos, me platicó un compañero que él dijo: ahorita vengo voy a ayudar y que le dijo el compañero estás loco. Pero se fue y le dijo que tenía que ayudar a la gente. Quién se iba a imaginar que iba a explotar por segunda vez”, platicó.
MJSP