Celaya era un ‘paraíso de agua’, pero la sobreexplotación de sus acuíferos ha dejado seca a la ciudad


Celaya se ha ido secando. Foto: Especial
Celaya, Guanajuato.- La mañana del 21 de septiembre de 1810, cuando Miguel Hidalgo y los Insurgentes entraron a Celaya, tuvieron que ser guiados por un niño que conocía bien los caminos, ya que desde San Luis Rey, donde guardaban los rebeldes, era complejo entrar a Celaya, pues era una zona pantanosa, según la versión de algunos investigadores.
Todo parece coincidir con otros documentos, objetos y relatos de los más viejos que alcanzaron a ver parte de esta abundancia de agua que ya no existe. Por ejemplo, el diorama de Celaya resguardado en el Museo Soumaya representa una imagen de la ciudad de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, en la que el autor colocó ríos dentro de la ciudad donde se ve a la gente pescando.

Celaya, un paraíso húmedo
Tal cantidad de agua es difícil de imaginar, pero Don Francisco Muñoz, celayense nacido en 1935, fallecido en 2014 y que vivió su infancia en los años 40, dejando un legado de historias muy importantes que Juan Muñoz, su hijo, ahora comparte.
"Mi papá decía que había mucha agua en la ciudad, pero obviamente no había tantas personas. De hecho, él era muy pobre y había días que no tenía para comer. Mis abuelos no tenían trabajo, pero acá, en lo que hoy es la cerrada 16 de septiembre entre Morelos y Madero, había un estanque donde encontraba carpas, patos, ranas y otros animales que, ante su hambre, capturaba y llevaba a mis abuelos para que comieran. Celaya daba mucha comida. También contaba que en la parte de atrás de lo que fue el balneario Excelaris, del otro lado de la estación del tren, había un manantial de agua azul muy calientita, con tanta presión que mi papá y sus amigos se aventaban al manantial y la presión los echaba para afuera."
Juan Muñoz añadió que su padre también le ayudó a hacer un mapa aproximado de cómo recordaba Celaya en su niñez y adolescencia. En este se describen puentes, ríos y cuerpos de agua que hoy ya no existen. Por ejemplo, el manantial frente a la estación desfogaba por un canal que terminaba en lo que hoy es la colonia Laureles. También estaba La Recibidora, una pequeña represa en lo que hoy es la parte trasera de las colonias Jacarandas y Ejidal, misma que era alimentada por un canal derivado del canal de Labradores y se ubicaba en lo que hoy es la colonia Las Insurgentes. Avenida 2 de Abril pasaba por donde era la plaza de toros Rodolfo Gaona, cruzaba por la colonia Las Flores hasta llegar al lugar.

También estaban Las Compuertas, otro cuerpo de agua en lo que hoy es la colonia Arboledas en la 1ra sección junto a la antigua feria. Esta se alimentaba de un brote de agua que se ubicaba en la calle La Paz y mediante un canal que cruzaba lo que hoy es el parque Morelos seguía bajo el puente de Las Monas, se dirigía por la zona del tianguis de los lunes, por detrás de la estación de bomberos de Pípila, cruzaba por colonia Residencia y desembocaba a la altura del crucero de Constituyentes y Paseo de San Nicolás. Justamente, los laureles que estaban allí se nutrían de esa agua y era un lugar de convivencia de fin de semana para los vecinos. Pero cuando se secó el agua, los laureles también, y uno de los árboles cayó y duró mucho tiempo tirado sin que nadie lo moviera. Justo eso dio origen al apodo de Palo Seco.
Otro manantial importante estaba en la esquina de lo que hoy es Ramos Millán y Ferrocarril Central, en Las Américas. Un canal llevaba esa agua por la orilla de la vía hasta Crespo, pero los vecinos del barrio de Tierras Negras sembraban hortalizas con esa agua. Muy cerca de allí, en la actual calle Insurgentes, corría el agua a las orillas y muchos comerciantes ponían sus puestos en esa vía. La gente le empezó a llamar el mercado de los canitos, que finalmente se reubicó y nombró al actual mercado Canitos.
Y qué decir del río Laja, que conducía agua limpia y donde había mucha arena, lo que hacía parecer una playa. Otro cuerpo de agua conocido era La Zaca, que se dispersaba en lo que hoy es la colonia La Favorita y se iba por lo que hoy es avenida Irrigación hasta desfogar en la zona que hoy ocupa Laureles 2da sección y San Juanico.
Como es muy amplia la información del agua, Juan Muñoz, con ayuda del mapa, nombró los puentes que, según su padre, existían para librar el paso de arroyos, canales, acequias y otros cuerpos de agua ubicados en diferentes puntos de la ciudad y que algunos aún existen.
Puente de Tornillos, puente Doble, puente Rojo, puente Anahuac, puente de las Estrellas, puente Allende, puente Mocho, puente de los Borrachos, puente de Palo, puente Chaparro, puente de las Monas, puente de Tía Tula y puente de Monjas.

El momento en que todo cambió en Celaya
Sin embargo, en aras del progreso y la modernidad, fue en la década de los 50 cuando, en general, en todo el país, fueron cambiando las ciudades. Roberto Castañeda, director de la JUMAPA, el organismo operador de agua de Celaya, comentó que fue en estos tiempos que se hicieron muchas presas en la región, lo que modificó el cauce de los ríos, se deforestaron, se acabó con la fauna, se ampliaron las zonas de cultivo, se azolvó y, al construir los primeros drenajes, se usaron los ríos como desagües urbanos, complicándose por el crecimiento de la población de 1000% en cien años.
El funcionario aseguró que también se permitieron perforaciones en exceso en las décadas de los 50s a los 70s sin que se midieran las consecuencias de ello, y se tiene a un estado sobre perforado. Celaya requiere 110 millones de metros cúbicos de agua cada año, que se extrae del subsuelo perforando hasta 600 metros de profundidad.

Acueducto desde Cortázar a Celaya
Ni siquiera los pozos de la mancha urbana son suficientes para abastecer a la ciudad hoy en día. Por ejemplo, Armando Mancera, quien fuera director de la JUMAPA en el periodo 1995-1998, señaló que desde entonces se tenían problemas de abasto. Se encontró una zona de varios pozos en el cerro de la Gavia, ya en el municipio de Cortázar. Fue entonces que se instaló un acueducto de más de 12 kilómetros desde ese cerro, que hoy abastece a la parte sur de la ciudad, como Monte Blanco, Lagos y Arboledas.
"Había un estudio de que en ese lugar había un acuífero con suficiente volumen de agua. No era un proyecto solo para Celaya, era un proyecto para Villagrán, Cortázar y Celaya, pero a ellos no les interesó."

Fallas geológicas en Celaya
La sobreexplotación del acuífero ha afectado el desarrollo de Celaya; el suelo se hunde donde antes había agua. La muestra más clara son las 13 fallas geológicas que cruzan la ciudad y han afectado a más de 60 inmuebles, según Marco Antonio Villa, director de protección civil. La gran mayoría quedaron inhabitables, ya que las fallas se hunden hasta 3 centímetros al año, y es en la parte de La Alameda donde el suelo está más afectado, pues allí se hundió más de 2 metros y sigue creciendo.
El futuro del agua para Celaya
Roberto Castañeda apuntó que no hay una fecha precisa de cuándo se acabará el agua de los pozos, pero ocurrirá y se deben tener alternativas, solo que existen varias complicaciones, principalmente de presupuesto.
El director señaló que se pueden reusar las aguas residuales, como León que parcialmente ya lo hace, y ocurre en grandes ciudades como Dubái o Las Vegas. Pero hay otros proyectos más factibles, como buscar agua limpia de fuentes más cercanas. Para Celaya, se ha pensado en la posibilidad de traer agua de la presa El Realito, solo que está a 180 kilómetros de distancia. También se pensó en la presa Allende, pero allí históricamente hay resistencia de los usuarios. La otra opción es la presa Solís.

"Si tú lo valoras (El Realito) contra Solís para hacer el comparativo, en vez de 180 kilómetros, en Solís te vienes con 70 kilómetros. Además, tienes la bendición de que Solís está a 100 metros con nivel superior a Celaya, quiere decir que el agua de Solís a Celaya la harías llegar prácticamente sin costo de energía eléctrica."
Una opción más es hacer un acueducto de la cuenca del río Panuco, donde haya abundante agua y de buena calidad. De esto aún no se ha visto el costo, pero es muy viable por la cantidad de agua que corre al río y llega al mar. Es decir, saldría costoso, pero con más posibilidad de agua, comentó el director de JUMAPA.
Eso sí, en algo han coincidido los especialistas en el tema: estos últimos dos años casi no llovió, y eso es vital para tratar de revertir esa sobreexplotación. Lamentablemente, el agua de uso urbano es la que más demanda agua subterránea, ya que los pozos agrícolas de la zona extraen una cantidad de agua no medible, pues la falta de vigilancia, regulación y la existencia de pozos no autorizados aceleran el desgaste del agua subterránea, representando el 80% de lo que se extrae al acuífero Valle de Celaya, uno de los más explotados de todo el país.