Entre sacrificios y esperanza: Juan Carlos se adapta para sobrevivir en Celaya
Celaya, Guanajuato.- El hombre relató que, como muchos, se fue a trabajar a Estados Unidos en busca del sueño americano, pero estando allá sufrió un accidente carretero que le provocó heridas graves, tanto que los médicos tuvieron que amputarle las piernas desde la ingle. Desde entonces, regresó a México y, gracias al dinero que recibió por el accidente, pudo comprar una casa para su mamá. Con lo que sobró, alcanzó a adquirir un terreno y construir una casa más sencilla en la colonia Juan Pablo II, por el camino a San Miguel Octopan, en Celaya.
Sin embargo, la lucha diaria es por sobrevivir él y su familia, pues en su casa viven tres menores de edad que dependen de lo poco que él puede aportar para que puedan ir a la escuela. Se trata de un hermano y dos sobrinos cuyos padres se desentendieron de esa responsabilidad.
Por eso, Juan Carlos sale todos los días a pedir ayuda en los cruceros, principalmente en el que forma la avenida México - Japón y el camino a San Miguel Octopan, pero reconoce que han pasado tantos años que tal vez la gente ya se ha cansado de ayudarlo.
“Ya llevo 15 años aquí en Celaya, ya me cansé, jefe, ya me cansé. Se cansaron las personas que me conocen, yo reconozco eso. Yo lo sé. Luego vengo, junto $200, $150 y me voy. No como otros que se quedan todo el día a agarrar dinero. No soy avaricioso, $200, $300 y ya me voy”, comentó.
Para poderse mover, el hombre adaptó una silla de ruedas utilizando una vieja bicicleta rodada 20, para impulsarse con los pedales. Sin embargo, esto también ha requerido sacrificios. Aunque él mismo fabricó su silla, después de tantos años sus manos tienen heridas y callos difíciles de sanar, lo que pone en riesgo su salud.
“Esta bici la tenía mi sobrino, yo la adapté yo mismo. Le recorté, la soldé, la adapté desde abajo. Mucha gente se sorprende. Llegué con un maestro herrero y le dije: ‘préstame su soldadora y yo sabré cómo lo hago’”, relató.
Galindo Cornejo indicó que, en un buen día, puede reunir hasta $300. Aunque ha buscado un trabajo formal, solo en Gamesa le ofrecieron la oportunidad, pero ve difícil cumplir con los requisitos de la empresa.
El hombre también comentó que desde el DIF municipal le han ofrecido llevarse a los niños a resguardo, pero desconfía de lo que puedan hacer con ellos y agregó que sería devastador quedarse solo. Por eso sigue necesitando la buena voluntad de la gente que le pueda dar dinero, una despensa o, preferentemente, comida ya hecha, ya que esto es lo que más le complica para sus niños: poder cocinar.
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