Guanajuato celebra 408 años de tradición: El Día de la Cueva y San Ignacio de Loyola
Guanajuato celebra el Día de la Cueva, honrando a San Ignacio de Loyola, una tradición de 408 años que fortalece la identidad y unidad de la comunidad.


En este cuadro que representa la festividad guanajuatense se pueden encontrar curiosas escenas de la época, principios del siglo XX. Fotos. Francisco García
Guanajuato, Guanajuato.- La ciudad de Guanajuato se prepara para celebrar una de sus tradiciones más antiguas y arraigadas: el Día de la Cueva, en honor a San Ignacio de Loyola, patrono de la ciudad. Esta festividad, que data de 1616, cumple 408 años de historia ininterrumpida, consolidándose como una de las tradiciones centenarias más antiguas del país.
El Dr. José Eduardo Vidaurri Aréchiga, Cronista Municipal de Guanajuato, explica los orígenes de esta celebración: "La tradición de venerar a San Ignacio surge a partir de circunstancias muy particulares de Guanajuato. Tendríamos que hacer un ejercicio imaginario para acomodarnos en el año 1600, empezando el siglo XVII, cuando Guanajuato debió de haber tenido ya unos 4,000 habitantes".

Según el cronista, la decisión de adoptar a San Ignacio como patrono fue impulsada por el cura Diego Gómez alrededor de 1612. "Se le ocurrió que tal vez ponerlo como un ejemplo, toda vez que su biografía nos habla de este personaje que fue un tanto descarreado, con una vida disipada, muy dado al relajo, al reventón militar, mujer y ego, pues embaucador y cosas de ese tipo", señala Vidaurri.

El Padre David Diosdado, de la Compañía de Jesús de San Felipe Neri, complementa esta información: "Diferentes órdenes religiosas llegaron a nuestro país para evangelizar. Aquí en Guanajuato, de manera especial, llegó la orden de los jesuitas fundados por San Ignacio de Loyola. En el momento que llegan los jesuitas a esta población minera, empiezan a evangelizar a las tribus, a los españoles, a las familias que empezaban a ubicarse aquí en Guanajuato".
La elección de San Ignacio como patrono tuvo un impacto significativo en la sociedad guanajuatense. Vidaurri destaca: "En 1616 consigue algo que es increíble, que la sociedad guanajuatense por aclamación, decidan que Ignacio de Loyola va a ser su santo patronoprotector, algo que además es un poco contradictorio, porque no era santo, era beato".
El Día de la Cueva se celebra el 31 de julio, natalicio de San Ignacio. Vidaurri explica: "La gente decide celebrar el 31 de julio, que es el día del natalicio de Ignacio de Loyola, natalicio entre comillas porque ya sabemos que se le llaman natalicio en el caso de los santos al día de la muerte, cuando se elevan al cielo".

La elección de San Ignacio como patrono tiene una conexión interesante con los fenómenos meteorológicos de la región. El Dr. Vidaurri revela: "Poco saben que la decisión de los guanajuatenses de haber pedido la protección de Ignacio de Loyola tiene que ver con que a partir de su nacimiento el 31 de julio comienza al día siguiente agosto, es una época de relámpagos terribles en la población. Los guanajuatenses sufrieron mucho porque cada temporada de relámpagos había muchos muertos".

Esta preocupación por los peligros de las tormentas eléctricas llevó a los habitantes a buscar la protección divina. "Se le pide esa protección y se cuenta que a partir de 1616 nadie en Guanajuato ha muerto por la caída de un rayo", añade el cronista. Aunque reconoce que esto forma parte de las leyendas urbanas, destaca cómo esta creencia ha fortalecido la fe en el santo patrono.
La representación artística de esta protección contra los rayos también ha quedado plasmada en la cultura visual de la ciudad. Vidaurri señala: "Don Manuel Leal en su extraordinaria pintura sobre la fiesta de 1960 tiene esa representación en el extremo superior derecho. Hay una serie de nubes con unos rayos en donde efectivamente estamos viendo nosotros que está haciendo una alegoría de esa protección".
La celebración tiene lugar en una cueva en el cerro de la Bufa, que según el cronista, fue elegida por los habitantes: "La propia gente del pueblo le dice, pero si tenemos en la Bufa una cueva, esa puede ser nuestra cueva de Manresa".
El Padre Diosdado añade: "Entre los cerros se encontraron unas cuevas que les hacían recordar la cueva donde San Ignacio de Loyola se iba a vivir sus ejercicios espirituales. Entonces esas cuevas fueron consagradas, bendecidas y pues es la tradicional fiesta de la cueva aquí en Guanajuato".
La festividad se caracteriza por ser un día de convivencia y unidad para los guanajuatenses. Vidaurri describe: "Es un ejercicio de sana convivencia en donde nos tomamos un día, que además es importantísimo porque en aquella época solamente existía el trabajo y los únicos días de descanso eran los que marcaba la liturgia".
Una peculiaridad de la celebración es la esperanza de lluvia. "Si vamos a la cueva y llueve es una bendición", menciona Vidaurri. "Es un mensaje que hemos construido los guanajuatenses, es una manera de comunicarnos con algo que no sabemos exactamente qué es, pero que le da una fuerza simbólica y mucho sabor a nuestra tradición".
El Padre Diosdado resalta la importancia de la convivencia durante la festividad: "Parte del folclor, parte de la fiesta, parte de la convivencia, es ir a compartir los alimentos, y pues de manera especial, compartir los alimentos en medio de la naturaleza, contemplando la creación, conviviendo en familia y festejando nuestras tradiciones aquí en esta ciudad".
Este año, la celebración cobra un significado especial. Vidaurri señala: "Este año es importante porque se cumplen 400 años de que ese documento llegó y se estableció el documento que nos da esa fuerza. Ni siquiera Azpeitia y todos los lugares en donde nació Ignacio de Loyola lo proclamaron su santo patrono como nosotros. Somos la población más vieja del mundo que creyó en Ignacio de Loyola antes de ser santo".

El legado de San Ignacio en Guanajuato va más allá de la festividad. El Padre Diosdado menciona: "Los jesuitas construyeron este templo de la Compañía y su colegio que después se convirtió en la Universidad de Guanajuato". También destaca la existencia de las cédulas de San Ignacio: "Son como poner a San Ignacio de Loyola en la puerta de nuestras casas para que no permita que entre el mal".
Sobre la devoción a San Ignacio, el Padre Diosdado aclara: "No se trata de que un santo me cuida de esto, otro santo me cuida de esto. Todos los santos lo que nos enseñan es a vivir en amor de Dios, en vivir en amistad con Dios". Resalta el aspecto intelectual del santo: "Si podemos atribuirle algo a San Ignacio de Loyola, es ese crecimiento intelectual, pero al mismo tiempo ese crecimiento espiritual, que la ciencia nos ayude a conocer a Dios".

A lo largo de los siglos, la celebración ha evolucionado, pero mantiene su esencia. Vidaurri destaca la inclusión de diversos grupos: "Don Manuel Leal haya representado a un conjunto de danzantes en su crónica pictórica del día de la cueva y que además los vemos en su traje de matachines. Quiero pensar que simbólicamente está expresando que de manera voluntaria los indígenas de la región asumieron también que Ignacio de Loyola era su santo patrono protector".
La fiesta del Día de la Cueva no solo es una celebración religiosa, sino un símbolo de la identidad guanajuatense.
Como concluye Vidaurri: "Somos la ciudad más ignaciana del mundo, más que Castilla en España. Somos la ciudad que le tiene una mayor devoción a Ignacio de Loyola, probablemente en otro lado tengan sus restos o algo, pero aquí tenemos 408 años de rendirle una veneración de manera muy espectacular".
Así, Guanajuato se prepara para una nueva edición de esta festividad centenaria, reafirmando su compromiso con la tradición y la fe, mientras fortalece los lazos comunitarios que han caracterizado a la ciudad a lo largo de su historia.
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