Hilvana tradición de rebozos en Uriangato durante 71 años
La tradición de rebozos en Uriangato está desapareciendo, pero Don Santiago se mantiene firme en defender una profunda tradición
Luis Telles
Uriangato.- Durante 71 años, la producción de rebozo ha sido la vida de Don Santiago Duran Mora. A sus 84 años de edad, a pesar de que el rebozo ya no es muy comercial, se aferra y precisa que seguirá haciendo rebozos, hasta donde Dios le dé licencia.
“Le he hecho la lucha. No he querido parar, ha sido toda mi vida el rebozo, sé que se navega a veces, pero ahí estamos. Lo que sale sí se vende”
Mantiene por 71 años tradición
Don Santiago, dijo que, con mucha perseverancia, deseos y muchas ganas de salir adelante en la vida, así como un gran amor al oficio que aprendió desde los 13 años de edad, logró crear su empresa. Rebozos “El Milagro” se ubicada en la calle Cristóbal Colón, número 1 de la zona centro.
Ahí se pueden encontrar el famoso rebozo jaspeado, el tenancingo, el encortado, que es dos labores, el Chilapa también encortado, el arco, entre otros muchos más. Así como chalinas y chal. Este último es el que hace más, el que lo está sacando adelante, “el que me está favoreciendo”.
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La historia de un comerciante
Don Santiago, desde los 11 años se enseñó a realizar canillas para tejer en una pequeña empresa. A los 13 años se subió al telar (máquina para tejer) y al verlo uno de sus tíos, le compró un telar donde lo puso a hacer chalinas. Pero después su tío ya no pudo trabajar y cerró. Lo que le hizo buscar trabajo en otro lugar.
Siendo su papá comerciante, quien acudía a la frontera con Estados Unidos, a vender colchas, cortes de vestidos y zapatos. En una ocasión, cuando tenía 15 años, le pidió lo acompañara. Estando en la frontera e instalado en una casa de un tío, acudió al campo a trabajar. Pero su hermano, José le dijo que él lo iba a enseñar a vender ropa.
Explicó que se llevaban maletas de ropa y en la frontera iban a los ranchos. Con el paso de los días, su hermano lo dejó para que se fuera solo a vender. En una temporada se logró ganar 500 pesos:
“Yo no pagaba pasaje, mi papá llevaba su camioneta”.
Los rebozos en Uriangato
Dijo que, al llegar a Uriangato, cuando buscaba trabajo, le ofrecieron en venta un telar. Le comentó a su papá, pero le decía que era mejor ser comerciante.
“Yo insistí y me ayudo a tratar el telar. Me costó 320 pesos y con los 180 pesos que me sobraron compre artícela tela e hilo, y me puse a trabajar durante un año haciendo pura chalina”.
Don Santiago, teniendo esas ganas de superación, buscó trabajo en un taller para enseñarse a hacer rebozo en el telar. De nueva cuenta su hermano, José, lo jaló a la empresa dónde él estaba. Porque iba aprender mejor por los telares modernos que se tenían.
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Luchar por lo que se cree
“Ahí trabajé casi tres años. En cada uno de los procesos puse mi mejor esfuerzo y aprendí bien. Porque yo nunca decía no sé. Lo contrario, decía ‘si sé’. Despacito, pero lo hacía.”
Pero paró la empresa y se fue a otra, donde le dieron un telar de fondo de artisela y jaspe de artisela, y me pagaban muy bien.
“Un día me dije: ‘tengo un telar’. Trabajaba en ratos, prácticamente ya sé todo, entonces mejor trabajo mi telar”.
El inicio de los rebozos en Uriangato
“Para ese tiempo, ya estaba casado y se lo dije a mi mujer. Cuando fui a dar las gracias al patrón, no me quería dejar ir. Me ofreció más dinero, no acepte y al entregarme el dinero que me correspondía, luego, luego, fui a comprar material para empezar”.
Días buenos y días malos
Ya con su telar, dijo, le iba bien. Pero cuando tenía 22 años, se enfermó del apéndice y tuvo que vender el telar y material, todo. A fin de irse a operar, se quedó sin nada. Cuando se recuperó le pidió a su papá le consiguiera irse a los Estados Unidos contratado para trabajar.
Dijo que, cómo iba mucha gente, trabajaba muy poco y por consecuencia ganaba muy poco.
“Tuve suerte y llegue al condado de Borrego (San Diego), a trabajar en la uva y el dinero que gane, me sirvió para pagar las deudas del coyote y las de casa”.
Al regresar al municipio, su papá lo invitó de nueva cuenta a irse a vender ropa a la frontera durante una temporada. Gracias a dios le fue muy bien. Lo cual agradeció en el templo de la Preciosa Sangre de Cristo del municipio de Yuriria.
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Don Santiago, comentó que, pensaba mucho, no sabía qué hacer. Si dedicarse a ser comerciante o volver a comprar un telar, tener su negocio propio, porque no tenía dónde vivir con su familia.
“Cuando iba a casa de mi papá, me encontré a quién le había vendido mi telar, platicamos y me ofreció mi telar, porque no se había acomodado y no vendía muy bien lo que producía. Hicimos trato y me puse a trabajar en la casa de José mi hermano. Con el paso del tiempo, compré un solar, construí mi casa, y estuve trabajando duro y duro”.
El apogeo de los rebozos en Uriangato
Dijo que, entonces empezó a comprar telares, hasta llegar a 44 en el año de 1984, llegando a producir en una semana de 1 mil a 1 mil 200 rebozos.
“Aparte compraba rebozo, porque no me alcanzaba. Gracias a Dios, tenía muchos clientes de Aguascalientes, San Luis Potosí, Querétaro, México, además yo salía a vender a Celaya, Comonfort, Escobedo, Cortazar, Jaral del Porgreso, Valle de Santiago, San Miguel de Allende entre otros lugares.
Rebozos de Uriangato fueron quedando en el olvido
“Sentía mucha felicidad cuando tenía bastantes telares, Hice hasta equipo de beisbol. Me la llevaba muy bien con todos mis trabajadores. Yo estaba contento con ellos y ellos también conmigo. Éramos prácticamente una gran familia. Nos íbamos a jugar y después de la jugada siempre había un refresquito, un convivio, Nos la pasábamos muy contentos”.
Sin embargo, hablando de producción, ya después fue bajando y bajando, tan es así que iniciando los años noventa, trabajaba solo 38 telares. Después en los años 2000, bajó más y más. Hoy solo trabajan 8 telares, con personas ya mayores de edad, quienes trabajan un rato en el día, que en la semana representa una producción de 100 a 120 rebozos a lo mucho”.
Dijo que, hoy donde coloca su producto, es en Oaxaca. Pero resulta que el tejedor, ya no quiere tejer rebozo grande, que es el que se vende para allá.
“Pero como ya están de edad, ya se les hace más difícil. A veces no vienen, como ya no hay seguridad en el rebozo. Ya se usa menos el rebozo, se navega, pero así va a ser ya en estos días”, concluyó.
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