Vuelve a Xichú 50 años después de abandonar a su familia y exige la casa de su hija

Cuestionado sobre qué sentía al desalojar a la hija que dejó en el olvido desde hace 50 años, la respuesta del anciano fue: “no me importa”

Eliazar Velázquez

Xichú.- En la cabecera municipal de Xichú toda la gente conoció a doña Irene Mendieta Jiménez, quien vivía muy cerca del jardín del poblado y falleció en 2015. Múltiples relatos confirman que cuando menos las generaciones del último medio siglo atestiguaron sus esfuerzos para sacar adelante a su familia, luego que –según afirman los pobladores- su esposo Dioniso Rivera Ocampo, con el que se había casado a mediados de los años cincuenta, al poco tiempo agarró camino a hacer su vida en otros lugares y nunca volvió a darles atención, incluso –relatan – hizo otra familia en el estado de Michoacán. Según el testimonio de las personas mayores, durante cincuenta años doña Irene ahí mismo en su hogar lavó y planchó ajeno, vendió semillas, buñuelos, tamales, dulces y enchiladas para darles el sustento y curar las enfermedades de sus cinco hijos.

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Una de ellas, de nombre Rosibel que actualmente cuenta con 50 años y es soltera, la acompañó hasta el final de su vida y luego de su fallecimiento siguió en esa misma humilde vivienda que la vio nacer también sobreviviendo con la venta de enchiladas, dulces y semillas. Nunca ha vivido bajo otro techo que no sea ese, ni en otro pueblo que no sea Xichú.

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Vuelve para desalojar a su propia hija

Luego de haberse ido los años sesenta del siglo pasado, la afectada relata que en 2015, a dos semanas de que falleciera su mamá, ya cercano a los 80 años su papá Dionisio volvió a reaparecer (para entonces se cumplían 20 años de la última vez que lo había visto fugazmente). Para esa fecha ya estaba jubilado y pensionado con alrededor de 13 mil pesos mensuales, volvía exigiendo a esa hija que nunca abrazó que lo atendiera en su vejez y reclamaba su derecho a tomar posesión de la casa donde dejó a su suerte a hijos y esposa argumentando que legalmente era de su propiedad. Rosybel tenía hospitalizada a su madre en San Luis de la Paz y le era imposible atenderlo. Ante la dificultad de resanar la fractura que dejó en la familia, el anciano se instaló en casa de hermanos en una comunidad cercana, pero comenzó un proceso legal para hacerse del inmueble.

Luego de un juicio que según fuentes consultadas fue radicado en San Luis de la Paz, y frente al cual la hija no tuvo los recursos económicos, ni la habilidad suficiente para su defensa, desde hace días comenzó a circular la versión de que sería desalojada, lo cual se materializaría este miércoles a las 10 de la mañana. Sin embargo, poco antes de esa hora, comenzaron a reunirse espontáneamente decenas de habitantes, de todas las edades y estratos sociales. De inmediato se apostaron junto a la puerta con cartulinas mostrando su apoyo a Rosybel, y manifestando desde un megáfono su indignación por lo que consideran una flagrante injustica pues ella no cuenta con ningún otro espacio para vivir, y porque afirman: “si nunca cumplió sus obligaciones como papá, cómo es que ahora si exige derechos”.

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“No me importa”

El demandante hizo presencia en el lugar, y al ser interpelado por los pobladores exhortándolo a llegar a una conciliación y a que compartiera el espacio con su hija, su postura fue de negativa absoluta. Correo pudo atestiguar el momento cuando ante la pregunta de qué sentía su corazón al desalojar a su hija que dejó en el olvido hace 50 años y que toda su vida ha estado ahí sobreviviendo de hacer enchiladas, la respuesta del anciano fue: “no me importa”. Vecinos de esa misma cuadra que han vivido ahí por décadas, sorprendidos confirmaron que hasta hoy estaban conociendo a esa persona que reclama la propiedad.

Cerca de las once de la mañana hizo presencia en el lugar una funcionaria del Juzgado Menor Mixto con sede en este municipio, aunque según fuentes consultadas esa instancia no participó en el proceso legal, trascendió que recibió la indicación del Juzgado de San Luis de la Paz de cumplimentar la orden de desalojo. Aunque iba acompañada de dos elementos de la FSPE, al ver la decidida protesta social y al considerar que había “insuficientes condiciones de seguridad” no se realizó el acto.

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Ante eso los xichulenses que se manifestaban corearon consignas: “el pueblo está con Rosy”, y se dijeron dispuestos a no permitir el atropello. Posteriormente marcharon varias calles hasta el Juzgado Menor donde colocaron cartulinas expresando su indignación.

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JRP