Rosibel: una mujer víctima de violencias machistas …
Rosibel: una mujer víctima de violencias machistas …
En esta semana cuando proliferarán eventos conmemorando el “Día Internacional para Eliminar la Violencia contra la Mujer”, en la Sierra Gorda adentro donde las Instancias Municipales de la Mujer en general tienden más al asistencialismo y a cumplir el requisito de existir, y donde también la presencia del IMUG que dirige Anabel Pulido solo es testimonial, seguirá trascurriendo una de esas historias a las que tampoco prestan mucha atención las organizaciones que en la entidad luchan por la Igualdad de Género.
Como no se trata de ningún personaje público o con recursos económicos, ni de alguien involucrado en las tramas políticas, sino de una mujer sencilla que solo cursó la secundaria y cuyo mundo se circunscribe a Xichú, su caso que acontece en el fondo de esas inmensas montañas donde se localiza el poblado no inquieta a las autoridades, ni a las activistas, y se amontona en las múltiples historias de impunidad y de impartición sesgada de la justicia que se acumula en la memoria de los habitantes del lugar.
Como lo consignó Correo en su edición del jueves 17, Rosibel Rivera Mendieta, es una mujer de cincuenta años, soltera y dedicada a vender enchiladas, dulces y semillas, oficio que aprendió de su mamá doña Irene, quien gracias a ese humilde negocio hizo crecer a sus hijos ante el abandono de su esposo Dionisio Rivera Ocampo. Desde que nació hasta el final de sus días estuvieron juntas en una modesta casa. Al morir su madre, Rosibel siguió en la vivienda, hogar donde ha estado toda su vida al no contar con ningún otro lugar; sin embargo, el pasado miércoles por la mañana estuvo a punto de ser desalojada mediante una diligencia ordenada por el Juzgado Segundo Civil de Partido en San Luis de la Paz, donde el 4 de noviembre se dictó una sentencia favorable a su padre, el cual siempre estuvo ausente pero ya enfilado a sus noventa años regresó exigiendo ser atendido en su senectud y reclamando la propiedad del inmueble.
Por los antecedentes y el contexto de esta historia de la que dan cuenta al detalle los habitantes y particularmente xichulenses cercanos al siglo de vivir, podría presumirse que se está ante una clara muestra de impartición de justicia sin perspectiva de género y que no considera las violencias machistas que, si actualmente siguen aconteciendo, no es difícil imaginar lo que sucedía hace décadas cuando esas conductas no tenían ninguna contención.
Pero además, resulta sumamente grave que el propio gobierno del estado haya alentado lo que parece ser una injusta sentencia, pues esta columna pudo saber que los intereses del papá fueron representados por un defensor de oficio, labor que corresponde a la secretaria de Gobierno, dependencia a cargo de Libia García Muñoz Ledo. El caso recayó en el funcionario estatal y abogado ludovicense Rigoberto Huerta Linares, ha trascendido que éste en alguna conversación informal, se habría referido a Rosibel, como: “es la que desalojo a su papá, que lo echó a la calle, que lo trató mal…”, cuando por el contrario ella puede dar testimonio de todo un historial de violencia psicológica y económica que ha padecido. La hija, por su parte, carente de recursos y conocimientos en materia legal, confiando en la buena fe de otras personas concertó su defensa a través de un tercero, la cual fue tan endeble que casi nunca tuvo contacto con los abogados pues ni siquiera eran de la zona.
Esto que parece ser un atropello en despoblado indignó a muchos habitantes de Xichú quienes impidieron el desalojo y se mantienen a la expectativa, la población se movilizó porque todos saben que bajo ese techo ha vivido honestamente y no les resulta razonable que la autoridad haya optado por la restitución de un presunto derecho del padre adulto mayor, pero al mismo tiempo vulnere los derechos de quien con esfuerzo propio ha tenido que salir adelante porque él no cumplió con sus obligaciones.
Papá con corazón de piedra…
Rosibel compartió con Divisadero, un relato crudo que da cuenta del contexto de desamor, machismo y hostilidad de que ha sido objeto por parte de quien ahora reclama la propiedad (se reproduce textual):
“En Abril de 2015 mi mamá Irene estaba hospitalizada, y dos semanas antes de que ella falleciera, una tarde de finales de ese mes, vi que se acercó a la puerta una persona ya mayor, yo estaba aquí en mi casa porque me venía a trabajar algunos días en la venta de mis enchiladas para juntar dinero y comprarle los pañales, la insulina y los medicamentos. Aunque a esa fecha hacia veinte años que no lo veía, alcance a distinguir que era mi papá, ese hombre del que nunca recibí cariño y que cuando yo era niña y oía que iba a llegar me escondía de miedo debajo de una mesa o de la cama.
— ¡Ábreme la puerta! (dijo enérgico don Dionisio)
–¿Por qué?
–Porque voy a entrar, es mi casa.
–¿Su casa?
Como había vecinos le tuve que abrir. Al ver que Intentó meterse hasta el fondo le dije que no lo hiciera. A lo que respondió: ¡Pendeja, si es mi casa! Le pedí que no me hablara con groserías. Se sentó en una banquita y de rato me dice:
–Aquí traigo unos papeles, fíjate quienes son los beneficiarios.
–Yo no tengo interés – contesté- mi apuración es que usted viera por mi mamá pero nunca lo hizo, lo que usted tenía que hacer lo estoy haciendo yo y tengo que trabajar aquí vendiendo mis enchiladas para poder ir a verla y atenderla. Entonces fue cuando me dijo su propósito:
–Ya me jubilé y yo nomas vengo a que tú me cuides, a que te hagas cargo de mí.
-No me puedo hacer cargo de usted ahorita, tengo enferma a mi mamá, y me voy mañana
–Aquí me quedo, es mi casa.
–No señor esta no es su casa porque usted nos abandonó, ahora resulta que tiene casa y que tiene hijos, lo que nunca hizo, y no puedo dejarlo aquí porque me voy mañana y cierro con llave.
Me pidió pasar ahí esa noche y lo instalé en el cuarto. Ya que se bañó me exigía ropa pero a esas horas de dónde le daba. Cuando le di de cenar, volvió a preguntarme qué pensaba:
–No me puedo hacer cargo de usted, cuando regrese de donde ando curando a mi mamá si quiere venir a visitarme adelante.
–¿Nomás visita? estas pendeja…
También en algún momento de esa noche, en lugar de preocuparse porque mi mamá mejorará, dijo:
–Ya compré dos cajas de muerto Rosibel
–¿Y eso para qué?
–Una es para tu madre y otro pal que siga
Amaneciendo se fue a la comunidad cercana donde viven sus hermanos. A los quince días mi mamá falleció.
En los siguientes meses, cuando comenzó las demandas, lo fui a buscar para decirle que me dejara en la casa. Un día pude encontrarlo donde sale el autobús a San Luis:
–Nomás vengo a verlo para decirle que por favor no me eche a la calle, déjeme seguir en la casa trabajando vendiendo mis enchiladas como hasta ahorita, yo no le he hecho nada.
–Si tu fueras una buena mujercita te lo creería, pero te vas a acordar de mí, porque vas a andar como perra en la calle. El que ríe al último ríe mejor y de mi te vas a acordar….
Al oír que empezó también a insultar a mi madre Irene, le dije:
— De ella no hable, ya está juzgada por Dios y fue una gran mujer, con ella no se meta.
Me despedí diciéndole: Dios que lo Bendiga y le ablande ese corazón de piedra que usted tiene….”
Por si no lo leíste:
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