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Acoso en las aulas

Opinión

Editor Contrario

Hay a una serie de conductas normalizadas dentro de dinámicas superior-subordinado, o en este caso, profesor-alumna. El silencio es terreno idóneo para la impunidad, pero hablar del tema sólo es posible en colectivo o desde el anonimato.

“¿Hasta cuándo hará algo la institución en contra de este ser humano tan repugnante?”, se pregunta una estudiante del CETIS 62 de Salamanca. Su nombre es Estefanía. Ella alzó la voz a través de las redes sociales para denunciar por acoso al profesor Óscar Cobos.

Desde el pasado 7 de diciembre, hasta la noche del viernes, su publicación en Facebook se había compartido más de 180 veces.

La chica afirma que directivos del plantel estaban enterados de la situación, y fue apenas hace dos días que en respuesta suspendieron al docente.

Este no es un episodio aislado, sólo es el más reciente de una serie de casos que presentan los mismos patrones, y evidencian la vulnerabilidad de niños, niñas y jóvenes, en espacios destinados a su formación.

El ejemplo de la colmena

Este mes se cumplieron tres años del asesinato de Daniela Vega, alumna de la Universidad de Guanajuato. La tragedia desencadenó el paro estudiantil que sacó a la luz múltiples casos de abuso y acoso sexual por parte de profesores y compañeros. El improvisado muro de madera que entonces protegía las escalinatas del edificio central de la UG se convirtió en la plataforma para exhibir a violentadores.

La colmena hizo ruido, y otras voces se alzaron en diversos campus. La magnitud del fenómeno demostró que no se puede hablar del tema más que en colectivo o desde el anonimato.

Así funciona toda relación de poder. Los afectados se enfrentan al descrédito, la revictimización y la culpa, debido a una serie de conductas normalizadas dentro de dinámicas superior-subordinado, o en este caso, profesor-alumna.

El silencio es terreno idóneo para la impunidad, y una vez roto surge la incomodidad, un despertar generalizado, una oportunidad para tomar acciones, que por desgracia no siempre son exitosas.

Redes de apoyo

¿Por qué denunciar en redes y no ante la autoridad competente? Es lo que preguntan a las víctimas cada vez que surge una publicación semejante a la de Estefanía, del CETIS 62.

Porque en la gran mayoría de los casos viralizar su historia es la única alternativa ante la omisión de tales autoridades.

Pero es un arma de doble filo. Las reacciones de la sociedad no siempre serán positivas. Sin embargo, es posible captar la atención de organizaciones que brinden ayuda. Los colectivos feministas, por ejemplo, juegan un papel importante en la difusión de las denuncias y apoyo a las afectadas. Así fue como ‘Regla rota’ intervino en la protesta pacífica para exigir el despido de Óscar Cobos en Salamanca. 

Asimismo, es importante contar lo que ocurre para advertir a otros estudiantes y padres sobre la realidad que se vive en las aulas.

¿A quién aleccionar?

“Usar ropa cómoda y que no llame la atención”, fue lo que recomendó Dalila Camarena, directora de la Preparatoria Oficial de León, cuando el pasado mes de marzo varias jóvenes reportaron hostigamiento por parte de docentes. Esta medida propició otra manifestación dentro de una instancia perteneciente a la UG.

El llamado siempre es a las mujeres, para que eviten ser acosadas, pero nunca a los hombres, para que no acosen.

El mensaje de Camarena recibió más apoyo que las quejas de las adolescentes. De nueva cuenta entra en juego la normalización, el responsabilizar a las jóvenes. Reforzar la narrativa de “tú te lo buscaste” es otro factor que orilla a callar. 

Los más vulnerables

El pasado 30 de octubre se ventiló que en la primaria ‘General Ávila Camacho’, de la comunidad Don Diego, en San Miguel de Allende, niñas sufrieron tocamientos por parte de un maestro. Juan Rendón, delegado de la región I Norte, declaró que las denuncias se atendieron de inmediato.

En Apaseo el Alto un profesor de la primaria ‘Justo Sierra’ estuvo a punto de ser linchado el 10 de noviembre, tras acusaciones semejantes. De acuerdo con padres de familia, sus quejas ante la SEG y el Ministerio Público no fueron escuchadas.

Si para adolescentes y universitarios es complicado verbalizar lo que están atravesando, imaginemos lo que significa para los niños. ¿Quién puede darles voz?

En los casos referidos, la SEG afirmó que se aplicaron los protocolos necesarios. Los protocolos invisibles, que jamás se detallan. La separación del cargo de los abusadores es el desenlace oficial, que no siempre implica que se haga justicia.

LO SUPERFLUO: Cada vez más instancias educativas y de gobierno implementan talleres, mesas de trabajo, foros para evitar el acoso.

LO PROFUNDO: La problemática es difícil de erradicar, un verdadero cambio no depende sólo de protocolos, y aterra pensar que ni las aulas son un lugar seguro para niñas, niños y jóvenes.

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bc

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