Año 2: dosis y acaparamiento, antivacunas…
En su segundo año de propagación, la pandemia sigue sin dar tregua a nivel planetario, aunque en la mayoría de los países sus efectos son menos devastadores, debido fundamentalmente a los avances en las campañas de vacunación, las restricciones y el afianzamiento de las medidas preventivas.
En algunos continentes como el africano, el covid-19 sigue teniendo consecuencias dramáticas, sobre todo por los ínfimos porcentajes de vacunación, la falta de infraestructuras y las resistencias de las grandes farmacéuticas y los países desarrollados que no están contribuyendo a que los biológicos lleguen a las zonas más necesitadas.
A pesar de los llamados de Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud (OMS), para que se lleven a cabo de manera urgente acciones solidarias que permitan la distribución de las vacunas a nivel planetario, muchos países occidentales continúan acaparando los suministros para reforzar a sus poblaciones incluso con terceras dosis. La OMS ya advirtió que aplicar los refuerzos de forma masiva agravará la desigualdad de los países en el acceso a los fármacos.
En este escenario, la plataforma de colaboración mundial Covax sigue estando muy lejos de conseguir su objetivo, que es el de garantizar a nivel internacional un acceso equitativo y justo a los remedios. La distribución generalizada de vacunas no sólo es una cuestión de solidaridad, sino de elemental estrategia sanitaria, porque los expertos reiteran que en un planeta tan interconectado como el nuestro nadie estará a salvo mientras siga habiendo países vulnerables al virus.
En 2021, la tendencia ha sido carrera a contrarreloj de los países más avanzados para inmunizar masivamente a sus ciudadanos, mientras amplias zonas del planeta se han visto privadas de las vacunas y siguen sobreexpuestas a la pandemia. La OMS ha insistido en la necesidad de acelerar la inoculación en todos lados.
Paradójicamente, mientras los fármacos y las medidas de seguridad se echan en falta en buena parte del mundo, en países con campañas de vacunación más o menos avanzadas se han incrementado las protestas contra los biológicos y las restricciones impuestas por las autoridades.
Los movimientos negacionistas, especialmente activos en Europa y EU, coinciden al señalar que los gobiernos están exagerando deliberadamente el alcance de la pandemia para ejercer un mayor control de la población.
Los disconformes representan sectores minúsculos frente a la mayoría de ciudadanos que han respondido afirmativamente a las campañas de vacunación y que, en algunos países, están recibiendo un refuerzo para hacer frente a ómicron.
El regulador de medicamentos de la Unión Europea (UE) aprobó a principios de diciembre la combinación de distintos tipos de vacunas contra el virus, por considerar que tienen un efecto igual o mejor que las homólogas en cuanto a la respuesta inmunológica, lo que facilita la gestión profiláctica en los países que disponen de grandes reservas de biológicos. Las campañas de vacunación han amortiguado considerablemente en 2021 los efectos más nocivos de la pandemia, a pesar de que las mutaciones se muestran más contagiosas, sobre todo en Occidente.
La incesante aparición de variantes, con un notable potencial de transmisión y que amagan con rebajar la eficacia de las vacunas, obliga a las autoridades a rehacer una y otra vez los planes sanitarios y, en muchos casos, a reimponer restricciones que se levantaron antes de tiempo, lo que provocó un alarmante resurgimiento de contagios en países que creían estar relativamente seguros, entre ellos Reino Unido, Alemania, Bélgica, Francia, Países Bajos, Italia, Austria, Dinamarca o Israel.
El último informe de la agencia sanitaria de la UE subraya que la situación epidemiológica del bloque comunitario se caracteriza por un número de casos elevado, que se incrementa con rapidez, y una tasa de mortalidad que va en lento aumento. Aunque sus consecuencias sean menos letales, la última oleada podría colapsar los centros médicos, especialmente los de atención primaria, si se siguen multiplicando los contagios.
Los efectos también se dejaron sentir por segundo año consecutivo en la gestión y funcionamiento de la economía global, sobre todo en los procesos de producción y distribución de componentes esenciales. Entre otros factores, el apagón industrial generado por la emergencia sanitaria, los continuos controles y cierres de fronteras y la ralentización del tráfico mundial de mercancías han terminado por afectar la cadena de suministros: EU y China se encuentran entre los países más perjudicados por la crisis de los microchips.
Con la vista puesta en el medio plazo, los expertos reconocen que no hay manera de evitar las sucesivas mutaciones del virus, pero estiman que su debilitamiento tendría que ser progresivo a medida que se expandan las campañas de vacunación, mejoren los fármacos y se mantengan las disposiciones preventivas.
Además de los negacionistas, son muchos los ciudadanos vacunados que se siguen saltando las normas básicas. A pesar de los avances, sobre todo en cuanto a la gestión hospitalaria y la disminución de la mortalidad, el elevado número de positivos que se registran a diario y el alto riesgo de transmisión en muchos países, junto a la previsible llegada de nuevas y desconocidas mutaciones del virus, obligan a mantener las precauciones y a ejercer una vigilancia constante para evitar cualquier desbordamiento.
Los expertos coinciden en que la pandemia está lejos de ser controlada: seguirá constituyendo en los próximos meses un quebradero de cabeza a nivel global; la peor parte se la llevarán los países carentes de infraestructuras sanitarias y en los que las campañas de vacunación están bajo mínimos, en contraste con el acaparamiento de suministros que realizan las naciones avanzadas.