Cierre de campañas, la semana decisiva
Sacudidos por una declaración de portada, los reflectores de palacio nacional desvían la atención de los temas prioritarios e importantes de la vida, para perderse en la neblina de la serie permanente de distractores políticos en que ha vivido la federación. Por lo mismo, esta semana se salpica de especial significado al ser la última oportunidad para que los partidos políticos conquisten los votos definitorios de la jornada electoral.
De aquí al jueves 3 de junio, los candidatos a los diversos puestos de elección popular habrán de cerrar campaña y velar armas para abordar el día “D” bajo el mejor control posible. Asimismo, esta semana veremos intensificarse el activismo de los actores que encabezan las encuestas para afianzar su ventaja, contrastando con el intervencionismo atípico e ilegal de quien debiera ser garante del estado de derecho y la democracia.
De esta forma y enmarcado en un contexto apocalíptico, con una pandemia de fondo, nuestro país se enruta hacia una cita con el destino, un incierto destino socio-político de alto riesgo, si tomamos en cuenta los ciclos centenarios de las dos últimas conflagraciones paradigmáticas de más alto significado en la vida de México. Así tenemos que Nuestro país surge de una serie de actos sangrientos que culminan con la conquista de los indígenas por los españoles en 1521.
Otro gran evento que marcó la vida de nuestro país se registró en 1810 con el movimiento de Independencia, que vuelve a bañar en sangre a nuestra nación y que curiosamente se consuma en 1821, dando lugar la vida autónoma y libre, ya bajo el nombre propio de México. Posteriormente tras un centenario de vida independiente y lucha por el poder y el dominio político, surge en 1910 el movimiento revolucionario que requirió su propia cuota de sangre para dar a luz una nueva etapa de la vida e historia nacional en 1917.
Así y visualizando los ciclos históricos de nuestro país, como nación libre, pareciera que los modelos paradigmáticos sufren convulsiones de alto impacto cada 100 años, estando pendiente aún la revolución paradigmática gestora de un nuevo modelo que establecerá las directrices nacionales. Ahora bajo la amenaza de revivir una dictadura unipersonal, violentando los principios rectores de la República Federal que ostentamos como nación independiente y libre, se avecina una elección determinante.
Esperemos que el sprint de las campañas político-electorales no pase de los discursos incendiarios o lapidarios de una retórica estridente pero pacífica, a pesar del estigma de violencia y muerte con el que el crimen organizado lo ha querido enrarecer. Esperemos que la transmutación a la nueva era como nación sea tersa y sin llegar a una conflagración de consecuencias lamentables.
Mantener la calma y prudencia en la conducción de las masas ideológicas o políticas, será una virtud que todos los candidatos y partidos deberán cuidar, para conservar el orden y la armonía social. Hoy México necesita madurar como nación y canalizar las inquietudes políticas más intensas bajo la normativa y la legalidad, evitando en todo momento la tentación del arrebato del poder o la imposición de formas de pensar y hacer las cosas.
Esta semana será crucial para nuestros procesos democráticos, pues el encono y la división entre buenos y malos, chairos y fifís, adoradores de un tlatoani o mesías falso y seguidores de la legalidad y la libertad, ya bastante daño ha hecho. Esta semana será determinante para abrirle la puerta al futuro que como mexicanos queremos, sin las polarizaciones ideológicas que perturben el bienestar y el progreso.
Preparémonos para definir nuestra responsabilidad de aportar un voto por la democracia y la legalidad, por la libertad y el derecho a una vida digna, donde forjemos el gobierno que garantice un futuro sin sobresaltos, el futuro de nuestros hijos. Decidamos con el voto lo que no deseamos se resuelva con las armas y la sangre de la patria.