Cuando el progreso da un salto atrás
Esta semana en el Congreso de los Estados Unidos se vivió una semana histórica. Entre gritos de júbilo, rechinar de dientes y lágrimas, Washington, D.C. vio cómo se aprobaban leyes que afectan la vida de los ciudadanos. Se ha dado gran atención al tema del aborto, que es un tema difícil por las implicaciones que tiene, y poca menos importancia a lo que sucedió con las armas. Pasó el primer acuerdo de armas en 28 años y audiencias relacionadas con el 6 de enero de 2021. Pero, no todo estaba dicho.
Justo un mes después de la masacre sucedida en Uvalde, Texas, del tiroteo en una escuela primaria , el presidente Joe Biden firmó un proyecto de ley bipartidista de armas diseñado para mantener las armas alejadas de personas peligrosas. “Se salvarán vidas”, en un momento en que parece imposible hacer algo en Washington, estamos haciendo algo consecuente”, dijo Biden en breves comentarios en la Casa Blanca, elogiando el proyecto de ley de armas como la ley más importante de su tipo en los últimos 30 años.
Y es que, en los Estados Unidos, los tiroteos masivos no son una novedad. Desde Las Vegas hasta Parkland, Florida, basta activar la memoria para entender que la accesibilidad a las armas no es progreso. Que una persona en Estados Unidos pueda comprar más fácilmente un rifle automático que un antibiótico no me parece que sea algo muy adelantado. Mirado con objetividad, eso no es progreso. Joe Biden dijo que la gente durante demasiado tiempo ha instado al gobierno a poner soluciones, ha dejar el letargo y hacer algo en torno al problema de las armas. Parece que los fabricantes de armas cuentan más que los ciudadanos que piden que estos eventos desastrosos se eviten.
“¿Cuántas veces has escuchado eso?” Dijo Biden. “Solo haz algo; por el amor de Dios, solo haz algo. Bueno, hoy lo hicimos”. La nueva ley, de acuerdo al presidente de los Estados Unidos, mejora las verificaciones de antecedentes de los jóvenes compradores de armas entre dieciocho y veintiún años de edad. Alienta a los estados a desarrollar más y mejores leyes de “bandera roja” que negarían las armas a las personas que se consideran peligrosas. También agrega parejas de citas a la lista de abusadores domésticos a quienes se les prohíbe comprar armas de fuego. Biden citó nuevas medidas enérgicas contra el tráfico de armas.
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No obstante, el tribunal echa atrás la ley del Estado de Nueva York, una de las más restrictivas del país, que exigía a quienes tienen licencia de armas demostrar una causa para portarlas. Ahora, en Manhattan, los grandes almacenes de lujo, parecen tiendas de almacén del antiguo lejano oeste. Advierten en un cartel de que está prohibida la entrada de clientes con armas. Ya está permitido portar armas en el cine, al ir a la ópera, al llevar a los niños al parque o al ir a biblioteca a leer.
Poco duró la ilusión del presidente Biden. En un tris, se empiezan a aprobar formas de darle la vuelta y continuar con el privilegio del uso indiscriminado de armas. Parece que nadie se da cuenta de que las balaceras entre adolescentes son cosa de todos los días ni de que la suma diaria de víctimas mortales por balas perdidas o un atraco con arma de fuego pasa a diario mal.
No hay que ser un genio para darnos cuenta de que si esto ocurre en el Estado de Nueva York y en la ciudad insignia que sus habitantes llaman con tanto orgullo The City y que tiene con una de las legislaciones más restrictivas de EE UU pasa esto, ¿qué será cuando ya hay permiso de portación en espacios públicos? Muchos neoyorquinos en particular y muchas personas en general se preguntan en qué estaría pensando el Tribunal Supremo. The City luce letreros que la asemejan a un pueblo en los apogeos de los vaqueros del oeste.
El haber dado luz verde este jueves a llevar armas de fuego en los espacios de convivencia pública, como dice la gobernadora de Nueva York, la demócrata Kathy Hochul, es “absolutamente sorprendente”, lamenta el revés de la justicia, lo califica “es un día negro. Es cuando el progreso da un paso para atrás. Claro que era de esperarse que Joe Biden mostrara su “profunda decepción” por un fallo que “contradice tanto el sentido común como la Constitución, y que debería preocuparnos profundamente a todos”.
Y, ahí la dicotomía de una nación tan extensa y diversa. Unos miran a un lado y los otros al contario. Si esto sucede con las armas, con el aborto pasa algo similar y se le ha dado mucha atención mediática. No logran unificar un criterio y se asumen posiciones de polarización. Pero, lo de las armas es algo que no debe dejarse de lado. Una nación que prefiere las balas está optando por la muerte. Así se ve como el progreso salta hacia atrás. Esta semana se afectó la vida de los ciudadanos de los Estados Unidos, eso, ni hablar.