Doce uvas
Es tradición que, en los primeros segundos del nuevo año, nos tomemos el tiempo de llevarnos a la boca doce uvas que representan una docena de deseos, proyectos, metas que queremos lograr. El calendario de hojitas está gordito lleno de días nuevos, de propósitos por cumplir y anhelos por alcanzar. En la fiesta, entre los brindis y los abrazos, los parabienes y buenas intenciones brillan. Pero no debemos de olvidar los riesgos. Sí, el 2025 también viene cargado de incertidumbres y peligros. Con buen ánimo, damos cara a los íntimos deseos para el futuro por escribir.
Este año comenzó en miércoles. Habremos de convivir, todos y cada uno de nosotros, con el desorden que afecta a la cima del poder mundial y a quien lo va a representar. Vemos que el populismo avanza sobre caballo de hacienda, los regímenes autoritarios se exhiben con cinismo y el mayoriteo se ejerce con entusiasmo. Los discursos políticos se disfrazan de la voluntad del pueblo, sin importar que muchos sigan olvidados y en el rezago. Eso en lo general.
Una de las preocupaciones específicas que más nos ocupa es el caprichoso, errático y siempre disruptivo Donald Trump. De convertirse en realidad los compromisos que adquirió en campaña, ya desde las primeras horas de su presidencia deben acabar las guerras en Ucrania y Oriente Medio, —ojalá— pero lo malo es que de darse este buen objetivo, no se sabe bien cómo y a qué precio. Por otro lado, también dijo que empezará la deportación de millones de personas que viven y trabajan en Estados Unidos pero que no cuentan con la nacionalidad. El reto para latinoamerica es enorme y para nuestro país en primera instancia.
Eso ya de por sí nos pinta un panorama peligroso. Y si a eso le sumamos el incremento de las tarifas a la importación, hasta un sesenta por ciento para China, y otras tantas amenazas para México, se conformará el primer paquete de políticas perjudiciales para todos. Para todos sí, empezando por la economía de Estados Unidos que tiene mucho interés en escupir al cielo y, como consecuencia, la global. Los desafíos son importantes e interesantes. Las locuras del próximo presidente de los Estados Unidos nos mantendrán afanados. Sabemos que en el historial de Trump están propósitos disparatados, como la compra de Groenlandia, la recuperación del canal de Panamá, la amenaza militar contra los cárteles de la droga mexicanos, el desmontaje del Estado federal y de sus principales agencias o la venganza contra quienes se han opuesto a su presidencia o han intentado llevarle a la cárcel. ¿Nos suena familiar a algo que vivimos en el pasado reciente?
Según las versiones más optimistas, estas ocurrencias y dislates corresponden a la primera fase del arte de la negociación. Los que conocen los métodos de Donald Trump saben que el procedimiento empieza con la intimidación antes de la concesión. Con esta forma de proceder, todavía restringida en la primera presidencia, no valen las instituciones, las alianzas, ni la regla de juego, sino la mera transacción bilateral, en la que el señor impone finalmente su posición de fuerza en defensa de sus intereses.
Las doce uvas representan lo que llegará en cada uno de los meses del próximo año. Llegará Trump, eso sí. Enero estará marcado por este suceso extrafronteras. Pero también hay esperanzas de que la paz se alcance en Oriente Medio y en Ucrania. Es de esperar que así sea. Que el tráfico de armas de los Estados Unidos a México se frene y que el 2025, que se augura difícil, sea una año para alcanzar objetivos complejos y las metas más deseadas que hemos acariciado por años.
En Siria hay un nuevo comienzo, en Israel habrá un nuevo diálogo entre Trump y Netanyahu. Si bien, hay quienes ven esto como un enorme peligro podemos verlo como una oportunidad de que las cosas cambien para bien. Sería bueno que en ambos escenarios la Unión Europea hablara con una sola voz y sin dobles raseros para defender el derecho internacional. Sería magnífico que el mundo se uniera a favor de los derechos humanos. De lo contrario, nos arriesgamos a caer en la irrelevancia. No podemos caer en la tentación de convertir en papel mojado los fundamentos que hicieron posibles las décadas más prósperas y pacíficas de nuestra historia.Más columnas
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