El culto a la muerte
La ‘fiesta brava’ no muere. en nuestro estado, está tan arraigada que es parte de la cotidianidad, motivo de celebración y una manifestación cultural más. Guanajuato ocupa el tercer lugar a nivel nacional con más criaderos de toros de lidia.
Que dependa del pueblo, no hay que tenerle miedo al pueblo, hay que confiar”, señaló el pasado viernes el presidente Andrés Manuel López Obrador, tras lanzar su propuesta de una consulta popular para definir el regreso de las corridas de toros a la Ciudad de México.
La semana que culmina, la Suprema Corte de Justicia desechó el amparo que suspendió dichas prácticas el año pasado. Fue la controvertida ministra, Yasmín Esquivel, quien propuso la revocación de tal medida. Mientras tanto, en Guanajuato, Uriangato anunció a inicios de este mes el cartel de su feria navideña, donde la llamada fiesta brava tiene un sitio protagónico.
Las cuestiones éticas en torno a esta tradición no cesan, y al mismo tiempo, su celebración mantiene su popularidad y divide opiniones.
El instinto
En su trilogía ‘Maddaddam’, la escritora Margaret Atwood nos presenta un mundo distópico donde un grupo subversivo conocido como ‘The Gardeners’ (los jardineros) lucha por un planeta donde los animales sean iguales en derechos a la humanidad, comerlos se acepta sólo en circunstancias de hambruna y la crueldad contra ellos es impensable.
Para ‘The Gardeners’ va más allá de una cuestión ética. Se trata de un dogma que garantiza la salvación espiritual como especie. En las novelas de la autora canadiense, la humanidad está al borde de la extinción tras arrasar con los recursos naturales.
La trilogía invita a la reflexión sobre cómo nos servimos de los animales sin control, justificando que todo es en pro de nuestra subsistencia.
La tauromaquia implica el sufrimiento de los toros por divertimento. Ni siquiera se concede al animal una muerte rápida como podría ocurrir en la cacería (considerada un deporte). La agonía de una criatura es parte del espectáculo, y eso dice mucho de nuestro instinto. Las corridas de toros son un tema que ha sido necesario legislar, porque la protección a los animales ha cobrado fuerza en los últimos años.
El propio presidente hablaba en mayo de reformar las leyes al respecto, luego de que un sujeto arrojara a un perro a un cazo de aceite hirviendo. Sin embargo, los conflictos de interés de AMLO pueden más que sus iniciativas y buenas intenciones.
Luego de defender a Yasmín Esquivel, su ‘gallo’ para encabezar la SCJN, recurre a la burocracia y sus consultas para definir el destino de los toros de lidia. Hay evidencias de las especies afectadas por la construcción de su magno proyecto, el tren maya, y el presidente calla.
Su tibieza no la comparte gran parte de la población, que tras el regreso de las corridas de toros a la Plaza México han alzado la voz. Cuestión cultural La ‘fiesta brava’ no muere. En nuestro estado, está tan arraigada que es parte de la cotidianidad, motivo de celebración y una manifestación cultural más. Guanajuato ocupa el tercer lugar a nivel nacional con más criaderos de toros de lidia. La ciudad zapatera tiene su ‘Panteón taurino’, icónico y concurrido bar que desde el nombre anuncia el culto a la tauromaquia.
En el Arco de la Calzada se conserva el monumento al ‘Califa de León’, Rodolfo Gaona. Tradiciones como la Sanmiguelada en San Miguel de Allende y la Marquesada en Salvatierra, que, aunque no son tan brutales siguen vigentes. Moroleón y Uriangato mantienen las corridas de toros como parte fundamental de sus más importantes eventos.
Las críticas y manifestaciones ciudadanas en contra no han hecho mella en las autoridades; su postura es semejante a la que adopta nuestro presidente, oídos sordos, excepto para aquellos cuyos intereses se concentran en este tipo de eventos.
Tras la determinación de la SPJN se anuncian presentaciones de Pablo Hermoso de Mendoza y Julián López el ‘Juli’. ¿Qué significa que la ‘fiesta brava’ regrese a su máximo recinto, la Plaza México? Luz verde para que todo el país continúe celebrando la ‘fiesta brava’.
Matices
Se atribuye a Jorge Luis Borges una cita donde llama a los toreros “bufones de la valentía”. El periodista León Gil comprobó que el autor argentino jamás dijo tal cosa, es una de tantas declaraciones apócrifas que se adjudican a cualquiera en nuestra era.
De hecho, el célebre escritor gustaba de las ‘coleadas’ de toros, costumbre venezolana donde las enormes bestias son derribadas tras perseguirlas y sujetarlas por el rabo. Sin embargo, las frases respecto a la tauromaquia que se le atribuyen son replicadas miles de veces en redes sociales para validar el repudio a este raramente llamado arte.
Se usa a Borges para criticar las corridas de toros, se da poder a su voz por tratarse de un intelectual, con el fin de contrastar su opinión con la de quienes que están a favor de la ‘fiesta brava’. La cuestión se plantea de la siguiente manera: la razón contra la barbarie.
Esto, en el plano ético y moral. A nivel legislativo, la cuestión es confusa, porque mientras se considera a los animales seres sintientes en el ámbito constitucional, pareciera que hay matices, que no hay problema en depredar ecosistemas que son el hábitat de especies en peligro, que no hay problema en asesinar animales por deporte en ciertas temporadas, que no hay problema en hacer de la agonía de un toro un show, que se puede comer, vestir, explotar, maltratar, a cualquier ser considerado inferior.
LO SUPERFLUO: Gran parte de la población ha manifestado su descontento respecto al regreso de las corridas de toros en CDMX
LO PROFUNDO: La apatía que ha generado el actual gobierno, podría disminuir la participación en la consulta que propone el presidente.