Miércoles, 12 Marzo, 2025

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El ingeniero Cárdenas

Opinión

Cecilia Durán Mena

Hace algún tiempo, me tocó ver en una reunión de corte académico a tres personajes cuyo hilo conductor lo definieron con una sonrisa de remembranza: se trataba de un trío muy peculiar: Carmen López-Portillo Romano, Enrique de la Madrid Cordero y Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano. Los tres confesaron haber jugado en los jardines de Los Pinos que en sus tiempos fue la casa presidencial, fueron hijos de presidentes cuando la figura del ejecutivo federal significaba algo muy ligado al privilegio del poder. De ellos, en el momento de aquella reunión, el único que había contendido por la por la presidencia de la República fue el ingeniero Cárdenas.

Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano tuvo claridad en sus objetivos: supo que quería ser presidente y que, si quería lograrlo, debía abandonar las filas del partido en el que militó su padre y que lo llevó a ser gobernador de Michoacán. A finales de los ochenta, entre 1987 y 1989, en medio de las reiteradas crisis económicas, el crecimiento de movimientos sociales, varios políticos propician el rompimiento interno en el PRI y el PRD nace como una coalición de izquierda que enfrentó al régimen para crear otro partido alternativo. En octubre de 1993, los delegados del nuevo partido eligieron de forma unánime a Cárdenas como candidato presidencial.

La otra claridad que tuvo fue cuando entendió que no lograría ser presidente de la República y decidió dejar de ser el candidato eterno que se postularía a las elecciones. No quiso que su candidatura fuera perpetua y le dio paso a otras alternativas que pudieran llevar a la izquierda a la presidencia. A Cárdenas Solorzano no se le recuerda como al mejor gobernador de Michoacán, la verdad sea dicha, pero se ganó un lugar en la historia como un hombre mesurado y comprometido con la democracia militando desde la izquierda.

Ha sido cuidadoso con las filiaciones políticas. Recuerdo que, en alguna ocasión, estando en un mitin en Guerrero, se aparecieron integrantes del EPR que es un grupo marxista-leninista que opera desde el sur de México, la guerrilla ha realizado ataques contra bases militares y oleoductos desde su aparición en 1996 y el ingeniero Cárdenas se deslindó de inmediato. No se deja seducir con espejitos ni le gusta que le anden embarrando las suciedades que le den brillo a otros con su imagen.

Recientemente, ha dado algunas entrevistas, pocas en realidad. Se le escucha lúcido y manifestando su apego al diálogo. También ha expresado sus críticas al actual régimen en el poder y no dudo que en el fondo de su corazón tenga grandes discrepancias con las formas de la 4T. Lo que tampoco podemos olvidar es que el ingeniero Cárdenas es un hombre de ochenta y ocho años y que, si un joven se siente intimidado con las bravatas que cada mañana se arengan desde el púlpito de Palacio Nacional, no quiero imaginar lo que una persona de la tercera edad pudo sentir, especialmente cuando sabe que su hijo Lázaro trabaja con quien se atrevió a llamarlo adversario.

Por más que queramos darle una explicación a la reversa que metió el ingeniero Cárdenas Solorzano a su participación con el grupo Mexicolectivo, a mí me da por sospechar. Ahí pasaron una de dos cosas: o la euforia de los convocantes les hizo estimar que contaban con la presencia de Cuauhtémoc Cárdenas y se pasaron de entusiastas —cosa que parece poco probable en un grupo de intelectuales tan experimentados y prominentes personajes— o alguien dio un manotazo en el escritorio y le hizo una atenta observación cercana a una orden al ingeniero para que se bajara del caballo.

Pocos saben lo que en realidad originó que Cárdenas Solorzano se echara para atrás. Mexicolectivo lo contaba como uno de sus oradores, es más como su exponente estrella y se quedaron con un palmo de narices. Así, mientras en Palacio Nacional primero lo clasificaron de adversario y luego aplaudían con entusiasmo la decisión del ingeniero, los mexicanos observantes miramos en dirección del Zócalo capitalino y tratamos de adivinar lo que sucedió.

Pero, estoy segura de que algo no muy democrático pasó entre el viernes por la tarde y el lunes que hizo que Cuauhtémoc, diera paso atrás y tomara la decisión de no asistir a la presentación del Mexicolectivo. Raro porque no es propio de él avisar de último momento que se borraba de la lista. Tan fue repentina e inesperada su cancelación al evento que su nombre estaba en el programa como el orador que cerraría el pomposo evento. Muy penoso que hayan regañado, presumiblemente, al referente moral de la izquierda mexicana, el luchador por la democracia y precursor de la alternancia política en México y lo hayan tachado de adversario, como si discrepar fuera un pecado. ¿A dónde vamos a llegar?

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