El libro “Arqueología del bolero” (Segunda y última parte)
Un eje central del análisis del género musical del bolero, desarrollado en el ensayo “Arqueología del bolero”, se concentra en el valor de representatividad y valor de uso de los miles de títulos que hoy integran un relevante acervo musical de América Latina y del Caribe. De entre los cuales he realizado una curaduría de los que aquilatan vigencia sociocultural y se mantienen en el pentagrama del catálogo de oro del consumidor contemporáneo; tanto mexicano como extranjero.
Asimismo, a partir del estudio comparativo de las influencias presentes en las composiciones de distintos boleristas, “Arqueología del bolero” ofrece al lector un panorama local, regional e internacional de este género -patrimonio inmaterial de la humanidad-, que he enriquecido con referencias y ejemplos de distintas joyas universales cuyo valor de representatividad emocional, amoroso y musical les ha permitido trascender, para ser reinterpretados por mujeres y hombres de distinta nacionalidad, edad y especialidad profesional en el canto.
De esta forma, a partir del desarrollo conciso de esta tesis, un bolero que en la década de los 50´s alcanzó fama mundial con el estilo del Trío Los Panchos, lo escuchamos renovado y útil para la generación de jóvenes del intérprete Luis Miguel. Asimismo, “A los cuatro vientos”, bolero ranchero de la autoría del zacatecano Tomás Méndez (1927-1995), identificado con alto valor de representatividad, reflejado en su máxima popularidad -radial, discográfica y cinematográfica- en la voz del ídolo Pedro Infante (1917-1957) y otro tanto en la expresión femenina de la fulgurante amazona de la canción mexicana Lola Beltrán (1932-1996), es una composición vigente y recién grabada por la estelar del bolero Eugenia León; en su disco homónimo -comercializado en el año 2020- dedicado al bolero ranchero en dos volúmenes y subgéneros: norteño y tradicional con el mariachi “Flor de toloache”, la “Marimba Nandayapa” y una pléyade de invitados especiales con quienes canta en dueto.
“A los cuatro vientos”, es una producción discográfica aglutinante de una propuesta estética y sonora que fusiona lo clásico y lo popular de la emoción musical, expresada a través del canto de una mujer mexicana, situada en el panorama del bolero como una privilegiada que recibió influencia de su contemporáneo Marcial Alejandro (1955-2019), del veterano Mario Ruiz Armengol (1914-2002) y del compositor predominante de la segunda mitad del siglo XX, el yucateco Armando Manzanero (1935-2020); entre otros. Mientras que, ahora, ella revela su influjo hacia los jóvenes talentos mexicanos David Aguilar, Rosalía León y muchos más con quienes ha compartido escenario y grabaciones discográficas. De igual forma, el repertorio seleccionado e interpretado en este disco contribuye al ensanchamiento del valor de uso atemporal del bolero, patrimonio inmaterial de la humanidad.
La referencia a estos ejemplos, es una invitación a leer las cuatrocientas diez páginas del libro “Arqueología del bolero”. Texto ilustrador del origen, desarrollo y actualidad de este género musical que se mantiene vivo en Hispanoamérica -y en otras regiones del mundo-, en la voz de solistas trovadores, duetos, tríos, sonoras, mariachi, orquestas y demás formatos que lo recrean en multiplicidad de escenarios y foros, en virtud de la demanda social de seguirse beneficiando de la poética hecha canción, que nos representa y refleja en una determinada circunstancia amorosa, sea desdichada o feliz, como lo refiere el compositor cubano César Portillo de la Luz. Protagonista del pentagrama hispano con dos de sus más representativos boleros: “Contigo en la distancia” y “Tú, mi delirio”.
Así, el libro “Arqueología del bolero” permitirá a los conocedores la comprensión de este fenómeno musical y poético más allá del listado o compilación de títulos, lejos del anecdotario y de lugares comunes de la vida privada de los compositores e intérpretes, que otros textos ya han abordado y de los cuales conscientemente me he mantenido a distancia objetiva. Del mismo modo, los jóvenes encontrarán una voluminosa guía musical a partir de la cual harán uso de “esa máquina del tiempo que es la arqueología”, como atinadamente nos señala el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, presentador de este volumen y del cual se derivarán futuras publicaciones editoriales; en virtud de la vastedad del tema, que favorece el análisis histórico en diversas vertientes, como pudiera ser la incursión de los cantantes de ópera como notables protagonistas del bolero del siglo XX y su impacto en el pentagrama mundial; entre otros tópicos relevantes y pendientes por investigar y estudiar.
Como objetivo primordial, he optado por hacer del libro “Arqueología del bolero”, una puerta de doble acceso, un Alfa y Omega emocional, cultural y poético, en el cual resumo el trabajo de estudio del bolero de casi tres décadas. A la par que honro la memoria de mis amores que se han ido y me han dejado un bolero para cantarlo en su ausencia. A mi madre, doña María Trinidad López Ramos (1939-2024), que me enseñó a amar la música a través de su canto lírico con timbre de soprano ligera. A mi papá, don Isaías Meza Lemus (1934-2006), quien -al no ser entonado-, prefería silbar “Amorcito corazón” -música de Manuel Esperón (1911-2011) y letra de Pedro de Urdimalas (1911-1995)-, y muchos boleros más que guardo en mi emoción. A mi esposo y compañero de vida, el periodista y decano locutor Adolfo Rubio Salazar (1960-2021), con quien compartí un cuarto de siglo del bolero y a cuya memoria y aportación está dedicado “Arqueología del bolero”.
Finalmente, les comento que esta emisión de “Palimpsesto cotidiano”, cierra una temporada de colaboración con periódico Correo, que más adelante retomaré con intención de continuar mi aportación cultural y periodística.
Ayer y hoy, leer el libro “Arqueología del bolero”, es un palimpsesto cotidiano. ¡Hasta el próximo palimpsesto!