Viernes, 10 Enero, 2025

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El oro de África

Opinión

María Guadalupe Meza López

La relación ancestral de la humanidad con el oro -como preciado metal-, consta en los anales de la historia de las mentalidades, como corriente historiográfica fundada en Francia –en la década 1920-1930-, por los historiadores Lucien Febvre (1878-1956) y Marc Bloch (1886-1944). Se trata de un modelo útil para abordar y analizar la historia, que tiene entre sus mayores exponentes al genial Fernand Braudel (1902-1985).

            Esta propuesta de estudio surgió a partir de un concepto amplio de los recursos disponibles para los historiadores que -con apreciación diferenciada e interdisciplinaria-, analizan los procesos históricos y las estructuras socioeconómicas. Por ello, fue denominada “Corriente de los Annales”. Y tuvo en la revista homónima -llamada en francés “L´École des Annales”-, su medio principal de difusión para -con base en el concepto de

“macrohistoria”-, impactar el estudio de las Ciencias sociales e incluso el de otras disciplinas científicas.

            Como ejemplos notables del uso humano del oro, tenemos a las antiguas culturas de Grecia y Roma, al antiguo Egipto y a los diversos pueblos de nativos americanos; entre los cuales destacamos la región de Mesoamérica, que comprende el territorio de lo que hoy es México.

            De esta “macrohistoria”, el poeta mexicano Octavio Paz (1914-1998), Premio Nobel de Literatura 1990, nos ofrece una de sus reflexiones sobre el dorado metal, al decir: “España extrae el oro de las Indias primero de los altares del demonio (o sea: de los templos precolombinos) y después de las entrañas de la tierra. En ambos casos se trata de un producto del mundo inferior; dominio de los bárbaros, los cíclopes…”. (citado de: González Rodríguez Sergio. “Los bajos fondos”. Ed. Cal y Arena. México. D.F. 1990. Pág. 17)

             La explotación del oro y la plata fue “el propósito” de la conquista de los españoles en sus territorios de Hispanoamérica. Y fueron los esclavos africanos quienes asumieron las tareas principales de esta empresa que, en el caso del Virreinato de la Nueva España, tiene a Guanajuato como uno de sus principales sitios de explotación. Circunstancia pintada por el guanajuatense Diego Rivera (1886-1957), en su mural “Entrada a la mina” (1923), que se encuentra en el “Patio del trabajo” del edificio ocupado por la mexicana Secretaría de Educación Pública (S.E.P.)

            En tanto que, en otro uso del mismo metal, en la historia de las mentalidades, también el oro se cotiza por lo más alto en los juegos olímpicos modernos. Iniciados por el francés Pierre de Coubertin (1863-1937) a finales del siglo XIX, en 1894. Proyecto que tuvo como sede de su recreación a la Universidad de la Sorbona de París; para luego desarrollar los primeros juegos de nuestra era, el 6 de abril de 1896.

            En la emocionante clausura de justa olímpica 2024, donde brilló la milenaria tradición artística y escenográfica francesa, se colgaron cinco gigantes aros representativos de la unión deportiva de los continentes del mundo; de los cuales participaron doscientos cuatro países y diez mil quinientos atletas.  

En esta ceremonia, culminante de la tradición fundada por los griegos en el año 776 a. C., en Olimpia, Grecia, tuvo lugar la premiación de las atletas ganadoras del maratón femenil. Mereciendo la medalla de oro -con establecimiento de nuevo récord olímpico-, la afrodescendiente neerlandesa de origen etíope, Sifan Hassan, de 31 años de edad. Multimedallista del atletismo, que también conquistó el bronce en las especialidades de 5,000 y 10,000 metros; revelándose como la única mujer en lograr tan notable hazaña deportiva en la historia de las olimpiadas. En la misma prueba del maratón, la plata colgó del cuello de la representante de Etiopía, África, Tigst Assefa. Y el bronce, lo recibió la nativa de Kenia, África, Hellen Obiri. 

Otros afrodescendientes ganadores del oro olímpico -en la original forja de las medallas 2024 que llevaron un poco del emblemático hierro de la Torre Eiffel-, fueron Imane Khelif, boxeadora argelina de 25 años, que compitió en los 66 kilogramos. Kevin Durant, basquetbolista estadounidense de 35 años, con récord de 4 medallas de oro en la historia moderna. El cubano Mijaín López, competidor en lucha grecorromana, categoría 130 kilogramos, de 41 años, ganador del oro en cinco ocasiones consecutivas; un logro nunca antes visto. Noah Lyles, afrodescendiente corredor estadounidense, se impuso como el hombre más rápido del mundo en los 100 metros planos; prueba en la que reinó con anterioridad el también afrodescendiente jamaiquino -y multimedallista olímpico-, Usain Bolt. También del Caribe, la isla de Santa Lucía -de apenas doscientos mil habitantes-, celebró la medalla de oro, obtenida en los 100 metros femeninos -por su atleta descendiente de africanos-, Julien Alfred. Otra terna de mujeres con genética africana, la constituyen la carismática corredora estadounidense Sha´Carri Richardson, quien ganó oro en la carrera femenil de relevos 4x100 metros. Y, en la misma prueba, la plata fue para la jamaicana

Shelly-Ann Fraser-Pryce y el bronce para la británica Dina Asher-Smith.

De Brasil, la afrodescendiente gimnasta Rebeca Andrade, de 25 años, ganó una medalla de oro, dos de plata y una de bronce, en París 2024. Brasileña que mereció una respetuosa reverencia de reconocimiento por la también brillante de la gimnasia mundial y olímpica Simone Biles, de 27 años, estadounidense con ancestros africanos que se adjudicó tres medallas de oro este año.

A estos atletas, africanos y/o identificados como afrodescendientes y ciudadanos de diversos países del mundo participantes en estas olimpiadas, se suman otros no mencionados aquí y que, sin embargo, pesan en la balanza deportiva del “oro humano de África”; diseminado por el mundo a partir de la diáspora africana, existente en los cinco continentes representados por los aros de la bandera olímpica.

Ayer y hoy, la conquista del oro olímpico, es un palimpsesto cotidiano. ¡Hasta el próximo palimpsesto!

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