Gentrificaron mi ciudad, Now what?
Inicio este artículo mencionando que el texto que estás por leer no pretende generar una tesis académica en torno al fenómeno tan complejo que es la gentrificación. De igual manera, advierto que, siendo fiel a mi estilo de escritura, el lenguaje y los conceptos aquí empleados no poseerán una dimensión filosófica o sociológica particular.
Dicho lo anterior, vayamos al tema: la gentrificación.
Como residente de la ciudad de Guanajuato, capital del estado homónimo, soy testigo frecuente de este fenómeno. El alza en los precios, la poca oferta de vivienda para los nacionales y el claro aumento de extranjeros habitando la ciudad son evidencia del silencioso, pero molesto e intenso problema. Y el caso de Guanajuato, es uno de los muchos que resuenan en la conversación. Incluso en el mismo Estado, municipios como San Miguel de Allende y León, padecen consecuencias similares.
Pero antes de continuar, definamos ¿qué es la gentrificación? La ONU en 2022 definió a la gentrificación como un proceso de renovación y reconstrucción urbana que se acompaña de un flujo de personas de clase media o alta que suelen desplazar a los habitantes más pobres de las áreas de intervención.
Osease, el proceso por el cual connacionales o extranjeros adinerados invaden y se apropian de una región, desplazando así a los habitantes originales de tal sitio.
Esta definición me parece una acepción acertada por muchas razones. En primer lugar, trata a la gentrificación como un proceso, no como una decisión ni acción individual. En segundo término, porque contempla la posición de privilegio económico y material en el que estas personas arriban al lugar, descartando así que la postura anti – gentrificación posea una connotación racista que oprima a estos migrantes. Es decir, que no se señala ni se discrimina al migrante por su condición migratoria (contemplando siempre a la migración como un derecho humano), sino que de los aproximadamente 281 millones de migrantes internacionales que transitan por el mundo (OIM, 2022), se denuncia al proceso en el que unos pocos de estos migrantes salen de su país o ciudad de manera voluntaria ante el cobijo de un Estado y una Normativa que les coloca por encima de los habitantes originarios de su nueva residencia. Y por último, la definición incluye el concepto “desplazar”, el cual establece la existencia de una relación asimétrica entre el migrante y el residente originario, relación en la que el migrante posee una ventaja material, económica e institucional sobre el residente original.
Ahora que hemos definido lo que es la gentrificación y que, además, ya hemos explicado por qué combatirla no es ser racista ni es sinónimo de oponerse a los procesos migratorios, hay que orientar el texto a su verdadero propósito, evidenciar cómo impacta la gentrificación y cómo podemos trabajar para evitarla.
Las consecuencias de la gentrificación son similares alrededor del mundo, desde New york y Barcelona, hasta CDMX y Guanajuato, sufren de consecuencias parecidas. La gentrificación aporta al alza en los precios de los servicios e insumos básicos, aumenta el costo de las rentas y aporta a la sustitución de una cultura por otra. Esto atenta contra Derechos de todo tipo, incluyendo el derecho a la vivienda digna (Según el CONEVAL, en México había un regazo habitacional del 45% para 2023), derechos culturales e incluso el derecho a la salud.
Los ejemplos puntuales de lo anterior abundan. En Guanajuato, los costos de las viviendas han aumentado enormemente en los últimos años, en CDMX, hoy por hoy, la zona centro se ha saturado de grandes marcas sustituyendo tiendas independientes, y en últimos días fuimos testigos de cómo en Mazatlán empresarios intentaban censurar la música tradicional del lugar porque estar resultaba molesta para los turistas extranjeros.
Y ya que hemos definido y descrito qué es y cómo impacta la gentrificación, habremos de responder a la pregunta ¿y ahora qué hacemos? ¿Cómo la evitamos?
A continuación, presento cinco acciones en las cuales podemos trabajar y así aportar como ciudadanos a este propósito:
- Resistencia Cultural
Hay que defender nuestra cultura; no podemos permitir que borren nuestras expresiones, nuestra historia y nuestra voz. La banda, la cumbia, los rótulos en los puestos de comida, nuestra concepción espiritual, nuestro acento, todas y cada una de nuestras expresiones debe ser respetada. No existe motivo para sentir vergüenza de lo que somos, debemos resistir al embate cultural.
- Exigencia a la clase política
Actualmente el tema de la gentrificación es prácticamente ignorado por todos los políticos de todos los partidos; debemos exigir que el tema sea prioridad en la discusión política, no deberíamos votar por un o una candidata que no trate el tema en sus propuestas de campaña, y a los vigentes representantes deberíamos exigirles una preocupación genuina por el problema.
- Señalamiento Público
El tema debe discutirse en todos los medios de comunicación posibles. Incluso, en nuestros medios personales (perfiles de redes sociales) y en las escuelas.
- Apoyo Local Comunitario
Sería reduccionista afirmar que nadie en la comunidad local percibe ventajas inmediatas de un proceso de gentrificación. Al existir un alza en los precios y una capacidad de compra mayor en clientes extranjeros que se interesan por experiencias tradicionales y diversas, los empresarios y comerciantes del lugar pueden interpretar esto como un beneficio, por lo menos, a corto plazo. Para evitar que estos agentes formen parte y validen la gentrificación, debemos apoyar a los comercios originarios de la comunidad.
- Estudio del fenómeno
La gentrificación es un fenómeno poco analizado por la academia, además de que existen en el colectivo ideas erradas de lo que es la gentrificación. A veces, se le confieren a este proceso ventajas y amenazas que poco o nada se relacionan directamente con el fenómeno. Para combatir un problema, hay primero que estudiarlo y comprenderlo.
Todo lo anterior, llevado al campo de la acción cotidiana podría aportar a la desaceleración y resistencia ante la gentrificación.
Por último, en este texto, debe mencionarse que aunque el problema de la gentrificación es cada vez más profundo y dañino, existen otros problemas de igual o mayor gravedad en nuestras regiones, los cuales tampoco debemos desatender ni asociarlos todos a la gentrificación. Lo digo con toda honestidad, la gentrificación no es la culpable de todos los males. México y el estado de Guanajuato sufren de un alza en los costos de la vivienda (culpa del sector inmobiliario), violencia y desigualdad; poco de esto puede asociarse de manera directa con la gentrificación. Así mismo, debemos tener siempre en cuenta que la gentrificación es un proceso multifactorial y sistémico, no siendo consecuencia de una decisión meramente personal. La culpa de la gentrificación no recae sobre la pareja de gringos que caminan en calma por el centro de tu ciudad, sino sobre el Estado Mexicano que ha desarrollado una serie de leyes y políticas que benefician (como siempre) a aquellos que más tienen.