Juan Antonio de Riaño, un admirable intendente
La estancia del virrey en Guanajuato se prolongó hasta el jueves 24 de junio y así pudo visitar las dos minas más productivas de ese momento: Valenciana y Rayas, donde prometió solicitar a España más azogue para atender el requerimiento de la industria local. Supervisó el avance de la construcción en la Alhóndiga de Granaditas. Estuvo en las presas y escuchó sobre el constante problema del agua, manifestado en sus extremos: sequía o inundación. Recorrió los templos, oficinas principales y cárceles de la ciudad, y en todos los lugares recibió atenciones extraordinarias.
El escenario no podía ser más trágico, una ciudad al borde de la violencia, un enriquecido mineral amenazado por una muchedumbre enardecida, herida por la pobreza y la injusticia, y con un insaciable deseo de venganza. Al frente de ese monstruo de veinte mil cabezas un personaje singular, un cura pueblerino metido a insurgente que ha sabido capitalizar el descontento popular contra la clase dominante, los gachupines. Un cura, Miguel Hidalgo, que pasará a la historia con el rimbombante titulo de “Padre de la Patria”.
En la contraparte se encuentra su antiguo amigo, el gobernante regional que tiene la grave responsabilidad de defender la ciudad y que en la angustiosa situación previa al 28 de septiembre de 1810 comete errores inexplicables. Primero, esperar el ataque de los rebeldes en un sitio topográficamente indefendible; luego, encerrarse con los ricos en la Alhóndiga de Granaditas, dejando indefenso al grueso de la población y perdiendo en consecuencia su apoyo.
Este gobernante, el intendente Juan Antonio de Riaño y Bárcena hace una esporádica aparición en la historia nacional y se le juzga por los yerros que marcan el final de su existencia, ignorando injustamente los 18 años de buen gobierno que dio a Guanajuato. En defensa de la imparcialidad, presentamos hoy una semblanza de tan ilustre personaje.
Riaño era precisamente un gachupín o español europeo, nacido el 16 de mayo de 1757 en Lierganes, en las montañas de Santander. Efectuó su carrera militar en la marina, donde logró ser capitán de fragata. En 1792 se hizo cargo, como segundo intendente, del gobierno de Guanajuato; siendo reconocido por su probidad y carácter afable. Tenía fama de ser uno de los gobernadores más cultos de la Nueva España, dando muestras además de simpatizar con las nuevas ideas liberales, aspecto que lo acercó a Hidalgo, Allende y otros inconformes con el sistema tradicional.
Por su carrera, Riaño dominaba el campo matemático y astronómico; pero era también un gran admirador de la literatura y la arquitectura. Fomentó el estudio de los clásicos y de los grandes escritores españoles entre la juventud de Guanajuato, principalmente entre los alumnos del Colegio de la Purísima Concepción. Allí mismo influyó para agregar los cursos de Física y Química, y para la impartición adecuada de las Matemáticas.
Promovió la construcción de edificios públicos, impulsó los cultivos de la vid y el olivo como alternativas agrícolas y sobre todo, centró su atención en la minería, la fuente de riqueza más importante de la región. En este aspecto motivó la creación de nuevas compañías para el laborío de las minas ya abandonadas o de otras recién descubiertas. Entre las empresas surgidas por influjo del intendente se contó la reactivación del mineral de Mellado y la explotación de la mina de Cata.
Casado con la francesa Victoria Saint Maxent, Juan Antonio y su familia gozaron de la simpatía popular por su acercamiento a los festejos y tradiciones populares. Gracias a ello, la primera aplicación de la vacuna en Guanajuato, recomendada por Riaño, tuvo más éxito del esperado.
Lamentablemente sobrevino el ataque insurgente, la defensa ordenada por Riaño en la Alhóndiga de Granaditas, una de sus obras recién inauguradas, y la trágica muerte de aquel destacado personaje durante el sitio.
Más allá de tan sentido deceso se encuentra la labor constante de 18 años de buen gobierno que bien merecen rescatarse en la vida y obra política de Juan Antonio de Riaño y Bárcena, segundo intendente, corregidor y comandante de las armas de Guanajuato.