La debilidad de Xóchitl
Entiendo que no todos somos moneditas de oro para caerle bien a cualquiera en cada momento. Los seres humanos somos entes con claros y oscuros, debilidades y fortalezas, virtudes y defectos. Por lo general, la estrategia de vida es que brille más nuestra luz que las penumbras, dominar los vicios y hacer crecer nuestras bondades, asentarnos en nuestras fortalezas y cuidar nuestros lados flacos. Vamos, lucir lo bueno y disimular —en la medida de lo posible— nuestros menoscabos. Parece que Xóchitl Gálvez ha optado por la estrategia del mundo al revés y eso se está notando.
La gran debilidad de Xóchitl es que no termina de convencer. Faltan menos de cuarenta días para el día de la votación comicios y la cosa nada más no termina de cuajar. La candidata de la oposición cuya misión es enfrentar y derrotar al oficialismo que ha dividido a la población. Debe vencer la destrucción del tejido social, la prolongación del odio, que debe detener la polarización social y revertir la descomposición del país, no muestra los arrestos necesarios. A veces, su vocabulario, sus expresiones y sus modos nos enseñan a una persona con una superficialidad que preocupa y una puerilidad que da comezón.
Muchos aprietan los labios, entornan las cejas y elevan los hombros. Suspiran. Quisieran que hubiera algo mejor, pero como dice El Borras: “es lo que hay, compadre”. Hemos estado esperando ver a una candidata que se crezca, que saque la casta, que convenza y nos hemos quedado en ascuas aguardando. Y, es triste, pero aspiramos a lo que tal vez no llegará.
Lo que Xóchitl Gálvez le dijo a Claudia Sheinbaum en el primer debate presidencial es cierto: la candidata de Morena no tiene el carisma de López Obrador. Es verdad, como también lo es que a Gálvez le falta eso que se necesita para convencer. Sus marcadores de discurso son inciertos, falla la claridad y hace falta congruencia. No parece tener una línea narrativa y ahora ya con sendas palabras altisonantes cuando ya estamos a punto de ir a las urnas, dice que va a mandar a pasear a sus asesores. ¿A estas alturas?
Me temo que su equipo de trabajo no se siente muy escuchado. Es como si la candidata hubiera decido ponerse orejas de pescado. ¿Por qué? Sabemos que es una mujer inteligente y ya se da cuenta. Si quiere ganar la elección y sigue haciendo lo que ha hecho hasta ahora, no va a convencer al número de personas que necesita para revertir lo que revelan las encuestas. Y, claro que Xóchitl debe hacer lo que le parezca más pertinente, pero para qué anunciarlo a voz en cuello. ¿Qué necesidad hay de andar exhibiendo sus debilidades?
Yo creo que Xóchitl tiene razón para ponerse de malas y también de buenas. Le fue bien con los banqueros y hay un amplio sector de la población que está desencantado con la 4T. Ese sector tiene que sentirse seducido por la candidatura de la alianza Fuerza y corazón por México. Claro, hay que darles motivos. El tren llamado oportunidad pasa muy rápido por las vías y si no se sabe subir al vuelo, se quedará en el andén viendo pasar los vagones.
Santiago Taboada ha entendido el reto, se ha preparado, ha escuchado a sus asesores y ha hecho su tarea. Llegó a su segundo debate con un mensaje muy estructurado y eso le dio seguridad. Tuvo una estrategia eficiente que lo llevó a decir lo que debía, atacar a su contrincante con todo lo que debía. Fue coherente y fue congruente. No se le hicieron bolas las láminas ni se enredó. Llevó recursos y supo cómo usarlos.
Eso quisiéramos ver en Xóchitl. Consistencia, congruencia, coherencia. No son momentos para ir haciendo berrinches y echándole la responsabilidad de que las cosas no vayan bien a sus asesores. Si los quiere mandar lejos, que lo haga. Pero, es urgente que se le vea fuerte y no al contrario. Parece que Xóchitl Gálvez ha optado por la estrategia del mundo al revés y eso se está notando. La gran debilidad de Xóchitl es que no termina de convencer y llegó el momento de ir por todos esos votos que necesita para cambiar las tendencias.