Sábado, 11 Enero, 2025

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La educación del carácter

Opinión

Editor Web

Crear las condiciones para que los hijos e hijas adquieran la autonomía para la vida, es la labor principal de la educación de padres, madres y personal de las instituciones de nuestra sociedad. Se trata de proporcionar las herramientas para que las puedan adueñarse de su existencia y logren una sana convivencia, la cual implica la capacidad de respetarse y amarse a los demás.

Para tal fin se requiere de un largo proceso educativo (no sólo académico, sino sobre todo vivencial, de socialización, etcétera) donde los adultos de su familia primero, y de la comunidad en la que el niño se desenvuelve, después, funjan como modelos de relación humana.

La Universidad de Padres es un proyecto del filósofo español José Antonio Marina, pensado para acompañar a padres y docentes en sus tareas educativas. Marina afirma que los educadores debemos hacer un proyecto de autonomía para el desarrollo de nuestros hijos y alumnos, y cada uno de ellos deberá hacer después su proyecto personal, a partir de las posibilidades que su carácter ofrece, donde la “construcción de las destrezas de la voluntad”, es pieza fundamental. De acuerdo con el filósofo las destrezas de la voluntad son cuatro. Vale la pena compartirlas para colaborar en su construcción:

La primera es la capacidad de inhibir el impulso (una de las funciones principales de la inteligencia ejecutiva). Los niños y niñas que no lo consiguen son impulsivos, es decir, pasan del deseo al acto. Para el control de la impulsividad debemos favorecer el uso del habla interior, que sirve para negociar con nosotros mismos, y que actúa como intermediario entre la pulsión y la acción.

La segunda destreza es más cognitiva. Si hemos bloqueado el impulso no es porque sea malo, sino para tener ocasión de averiguar si lo es. La deliberación, la evaluación de los objetivos o de los medios, forma parte de las destrezas esenciales de la voluntad.

La tercera tiene que  ver con la decisión, tema esencial para la neurociencia. Antonio Damasio ha mostrado que la razón no puede tomar decisiones si está desconectada de la emoción, como sucede en pacientes con lesiones en los lóbulos temporales. Ha aparecido incluso una nueva especialidad, denominada neuroeconomía, que se ocupa de la toma de decisiones.

Por último, hay que mantener el esfuerzo y saber aplazar la recompensa. Ésta es la cuarta y definitiva destreza, que nos introduce en el tema de las virtudes en acción: la perseverancia, la fortaleza, el emprendimiento, la valentía.

Controlar el impulso, evaluar la situación que lo detona para optar por una acción constructiva, capacidad de decisión, tesón, constancia, y saber aplazar la recompensa, todo ello en un ejercicio ético y moral, construye las estructuras de la libertad, favorece la autonomía.

La labor de padres y maestros está encaminada —en palabras de Marina— a la educación del carácter, es decir, el esfuerzo de los adultos para ayudar al niño y a la niña a que adquieran hábitos estables —intelectuales, afectivos, ejecutivos y morales— necesarios para emprender su gran tarea creadora: elegir su proyecto de personalidad, su proyecto de vida.

Estamos llamados a crear facilidades para que se conviertan en lo que puedan convertirse con todo su potencial genético y cultural acumulado.

No debemos de perder de vista que los niños y las niñas siempre están tomando decisiones. Dicha capacidad es indispensable para enfrentar la adolescencia, cuya tarea principal de dicha etapa es la de consolidar una identidad que le permita interactuar con los demás sin ser absorbido, saberse libre de ser diferente a los demás sin sentirse inferior ni superior sino igual en cuanto a condición humana.

Encaminemos, pues, nuestros esfuerzo hacia este rumbo, promovamos la voluntad, facilitemos las condiciones para la educación del carácter.

Los hijos e hijas nacen en el cobijo de los padres, arrancan en el nido familiar para después dejarlo y volar por sus propios medios a lugares donde no contarán con nuestra presencia física sino sólo con nuestra compañía interna: nuestras enseñanzas que morarán en su memoria, en su recuerdo.

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