La educación sexual, la mejor forma de prevenir
Un tema preocupante y que pasa desapercibido debido a la infraprotección que tienen las niñas, niños y adolescentes en el mundo virtual y al pudor aún imperante hacia la sexualidad es el consumo de pornografía por parte de este sector de la población a través de múltiples plataformas.
Con el acceso a dispositivos electrónicos e Internet, la navegación se hace infinita y en ese ejercicio es fácil dar con contenidos de este tipo, pues los algoritmos están prestos para el enganche de consumidores.
La psiquiatra Marian Rojas Estapé, afirma que más de la mitad de los padres y madres viven ajenos a la pornografía, creyendo, por un lado, que sus hijos no consumen o al revés, si consumen, “es lo que hay”. Al mismo tiempo sugiere hablar sobre el tema en los colegios, que el personal docente se forme y los padres mantengan los ojos abiertos.
En su libro en su libro Recupera tu mente, reconquista tu vida (2024), nos deja algunas de las mejores herramientas para prevenir el consumo de porno:
Fomentar la comunicación en familia. No tengas miedo de hablar sobre sexualidad con tu hijo. Puede que te resulte incómodo, pero si tiene una línea abierta contigo, es mucho más sencillo que comparta dudas e inquietudes.
Adelantar las conversaciones. Pregúntale de qué se habla en el patio del colegio, en la ruta, en la clase. Si él viene con algún tema, lo primero es: ¿qué sabes de esto?, ¿qué te han contado?, ¿qué intuyes?
Hablar del sexo desde la parte bonita. Que la información que llegue sobre la sexualidad sea algo placentero, generoso y respetuoso. El sexo es maravilloso, pero mal orientado es un drama.
Hablar con otros padres de amigos para estar en la misma onda y conocer qué sabe el resto. Muchos padres viven ajenos y si no lo enseñas en casa, lo aprenderán fuera.
Con respecto a los móviles, es importante que tu hijo no tenga el dispositivo por la noche en la habitación. Es un momento neurofisiológico fundamental y debes proteger su sueño. Al ser horas de mayor cansancio y saturación, con poca capacidad de reacción y ganas de un chute de dopamina, es fácil ser tentado por las redes y el porno.
Enseñarles a mirar. Saber mirar con los ojos de bondad. La crítica constante o juzgar o hablar mal de otros influye en cómo mira a los demás. Enséñale a observar con respeto a todos.
Educar en generosidad. En una sociedad egoísta y hedonista, sólo importan los gustos y los deseos de cada cual. “Quiero esto cuando quiero”. El porno fomenta el egoísmo. Nos hace creer que la otra persona se encuentra ahí para satisfacer nuestros gustos.
Enseñarles a elegir. Desde pequeños, no todo vale. Si llevas a tu hijo a tomar un helado y puede tomar varios sabores, prueba a decirle que sólo tome uno. Es un dato muy sencillo y casi imperceptible, pero su mente, desde niño, va ejercitando la elección y la renuncia. Elegir sabiendo renunciar es una característica de la personalidad madura y en equilibrio; una gran vacuna para la salud mental.
Educar en la belleza, la elegancia y la delicadeza. Ayuda a que tu hijo pueda enamorarse desde el corazón y el alma y no sólo sentir impulsos genitales y pasionales. Hoy en día, si uno vive inmerso en el porno, no pone de su parte, el placer viene de forma rápida e inmediata. El encuentro íntimo requiere erotismo, intencionalidad e insinuación. Introducir la seducción en el cortejo sexual es clave. Con el porno se prioriza la activación del deseo y mucho de lo maravilloso se pierde.
Hay que volver a educar la intimidad. En una sociedad que muestra su vida en redes sociales y en la que hay una sobreexposición de cuerpos en imágenes, ser capaces de proteger esa intimidad puede ser una vacuna para llegar a una relación afectivo-sexual adecuada. La clave es conseguir un buen canal de comunicación entre padres e hijos, algo no fácil, pero fundamental.
Abramos los ojos. Venzamos nuestro pudor para educar la sexualidad, y si nos sentimos limitados para tal función —lo cual no sería raro, pues a nosotros mismos no nos educaron suficientemente en este tema—, no dudemos en buscar ayuda.