La escuela, responsabilidad de todos

Saturados emocionalmente por el acoso y la adversidad de un virus implacable, hoy parecemos arrastrados por una corriente transmutacional que está provocando una serie de contingencias sanitarias, sociales, económicas, políticas y culturales que nos obligarán a pensar y actuar de una forma muy distinta a la habitual. En sí, la humanidad ha sido conducida hacia los diferentes estadíos existenciales mediante eventos convulsivos, violentos y fatales a lo largo de su historia.

Ahora, con este nuevo año nos vemos sometidos por una renovada embestida pandémica, que nos coloca ante una irremediable disyunción entre volver al confinamiento carcelero o atrevernos a enfrentar los riesgos realizando todas nuestras actividades con plena responsabilidad sanitaria. Ya el sello de la nueva dinámica socio-económica nos ha marcado su impronta y el cambio de época y nivel de evolución de la creación transita hacia el momentum de su encuentro con el destino trascendente.

Así, ante el pánico por la llegada de una cuarta ola de contagios y la necesidad de preservar la salud y quizá la vida misma de los guanajuatenses, el gobierno del Estado y sus diversas dependencias se vuelven a parar en el umbral de las decisiones estratégicas para la supervivencia, por lo que al pensar en las secuelas y afectaciones que una decisión gubernamental puede ocasionar a la sociedad, no se puede dejar de imaginar el peso y carga de conciencia ética que cada funcionario ha de experimentar en su procesamiento.

Hoy, a escasas 24 horas de retomar las clases de forma presencial y absoluta, son entendibles las palabras que en corta entrevista el secretario de Educación, Jorge Enrique Hernández Meza, me compartiera -al referirse a la postura institucional de retomar las aulas- como una medida temeraria, pero valiente y razonada, para asumir los peligros del momento y forjar bajo el fuego y riesgo controlado, a quienes habrán de ser los ciudadanos que construyan la nueva época, la época dorada de la humanidad.

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En breve charla y fugaz referencia temática, fue notoria la seguridad y fuerza de convicción que las palabras y mirada firme del secretario manifestaban, expresando en sus cruces emocionales cómo era necesario consumar la adaptación humana en una interacción directa con las circunstancias para esculpir la nueva cultura generacional. Asimismo, con la carga emocional que representa la toma de una decisión tan significativa para la vida de todas las familias guanajuatenses, es entendible que, para sopesar una instrucción de tal magnitud e impacto social, toda crítica y juicio debiera pasar por el tamiz de la empatía y la vivencia.

Ciertamente que requerimos de una sociedad crítica y racional, exigente y demandante, pero asimismo hoy los tiempos claman por una sociedad participativa y corresponsable, comprometida con su historia y su futuro, ya que sólo poniéndonos en los zapatos de quien está al frente de las decisiones, sabremos valorar todo lo que éstas sintetizan. Ya es tiempo que el crítico salga de su esfera de expectación mordaz y se atreva a arriesgar también su credibilidad y compromiso, ya es tiempo de que la sociedad en su conjunto asuma su parcela en este ámbito de responsabilidades y compromisos.

Hoy, muchos seguimos admirando temerosos cómo se extiende la ola pandémica y sentimos angustiados su amenaza sobre nuestros hijos, pero también hemos admirado cómo irresponsablemente se llenan las plazas, los comercios y las calles, cómo se han relajado peligrosamente las medidas sanitarias, por lo que la escuela merece también ser considerada para su reactivación efectiva y segura con la concurrencia de autoridades educativas, maestros y padres de familia.

Mañana, desde las aulas los estudiantes impregnarán de vitalidad, alegría y optimismo la vida misma, sólo no dejemos de hacer lo que a cada uno corresponde para su protección y cuidado.

Una sociedad madura y responsable, es el mejor aliado de un gobierno trascendente.