La mesa del rincón
La pandemia, el memorial de los muertos
Hoy que concluye la 49 edición del Festival Internacional Cervantino en Guanajuato capital, hemos testificado cómo la estela de la pandemia pareciera descansar en el imaginario social como algo superado. Así, en la ‘Fiesta del Espíritu’ se dieron cita en la ciudad capital del estado, no sólo las diferentes manifestaciones artísticas, sino también los deseos temerarios de las personas por sociabilizar, por vivir como siempre lo habían hecho y por retar a la maldición pandémica que ha azotado al mundo.
Ahora bien, a las ganas de recuperar los usos y costumbres de interacción humana —que visitantes y residentes de la ciudad capital desbordaron durante el FIC— se suman las intenciones gubernamentales de reactivar al 100 por ciento todas las actividades económicas para recuperar la recaudación que fortalezca las finanzas públicas. De la misma manera se han dejado sentir las presiones del sector empresarial agrupado en la Canaco-Servytur para que se asuma el semáforo verde que permita de una vez por todas liberar las restricciones sanitarias y el comercio se recupere con el ‘Buen Fin’.
Así, bajo el negro panorama económico que nos ha dejado la pandemia, este martes estaremos celebrando el Día de Muertos con dos referentes significativos, ya que esta ocasión se permitirá el acceso libre a los panteones, para que la ciudadanía acuda a rendir los honores correspondientes a la celebración tradicional de los fieles difuntos, la otra es que en los altares familiares se estará recordando a los seres queridos que el coronavirus nos arrebató, pues en nuestro estado prácticamente son 13 mil fallecidos por esta causa.
Este Día de Muertos nos refrescará la memoria sobre el peligro imperceptible de un virus que sigue acosando la salud y la vida, por lo que a pesar de las urgencias por volver a una vida interactiva con libertad plena, no debemos relajar las medidas sanitarias que preserven de contagios y muerte a nuestra sociedad. Este martes el mundo se detendrá nuevamente para, con la luz de una vela y una oración al Creador, recordar a los más de cuatro millones y medio de víctimas de la pandemia de coronavirus desde su aparición en diciembre de 2019.
Sin embargo, también es justo reconocer que los indicadores de contagios y muerte han disminuido, o al menos ha dejado de alertarse de manera estridente desde las esferas gubernamentales sobre el impacto de un riesgo desmedido, pues los servicios médicos han soportado de manera más regulada los procesos de atención a los casos que se han presentado. Quizá los efectos protectores de las vacunas y la capacidad de adaptación física y emocional del ser humano, estén desplegando un aura inmunizadora que ha mitigado los efectos de la enfermedad o el virus se esté extinguiendo.
Animados por lo anterior, las administraciones municipales y el gobierno del estado se preparan para promover la reactivación económica y turística con la celebración de eventos como el Festival del Día de Muertos, Festival de vuelo en globo, ferias fundacionales de algunas ciudades, feria comercial del ‘Buen Fin’ y festejos de fin de año, pero aunque se acceda a cambiar arbitrariamente a semáforo en verde, no se debe relajar la aplicación de protocolos sanitarios, pues el peligro no ha pasado aunque en algunas plazas y centros comerciales ya no apliquen gel antibacterial ni haya tapetes sanitizantes.
Aún no es tiempo de echar campanas al vuelo y creer que ya se acabó la pandemia, no sería responsable ni prudente asumir una vuelta a la vida cotidiana sin antes escuchar la voz de los expertos sanitarios que verifiquen la desaparición del peligro, pues una directriz o disposición institucional errónea podría ocasionar riesgos innecesarios, enfermedades o muerte de inocentes. Que si se decide levantar el confinamiento, sea con extremo cuidado y bajo una cultura de previsión que minimice pérdidas y daños.
La nueva era requiere de una cultura enfocada en la preservación integral de la vida.
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