Lunes, 10 Marzo, 2025

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La propuesta de la jerarquía católica

Opinión

Cecilia Durán Mena

La Iglesia Católica en México ha estado muy activa. La institución ha decidido dar un paso al frente y tomar iniciativa. Para muchos este es un signo esperanzador, por fin alguien se ocupa de temas espinosos y para otros la postura es que el diagnóstico está mal hecho. Sea como fuere, con un liderazgo activo, los jerarcas católicos se han reunido con jefes del crimen organizado en Guerrero y han pedido a los candidatos a la presidencia de la República que firmen un pacto de paz a favor de todos. Algunos elevan las cejas y dicen que los curas se están tomando atribuciones que no debieran. Otros, aplaudimos la iniciativa, alguien tiene que tomar el toro por los cuernos y dejar de tapar el sol con un dedo.

Y, si alguien cree que los jerarcas católicos se exceden en sus atribuciones, tal vez ya hayan olvidado que dos jesuitas fueron asesinados en el estado de Chihuahua. Los ministros de la Iglesia están en la línea de fuego y las sotanas no los blindan contra los balazos. Los sacerdotes que están al frente de pequeñas parroquias están llamando a sus feligreses a orar por la paz y al cese de la violencia. Los obispos convocan a quienes quieren dirigir nuestros destinos a que se comprometan. Se busca, desde una propuesta conciliatoria, bajarle la temperatura y la estridencia a la violencia que azota el país.

Pero es que ante la postura del presidente Andrés Manuel López Obrador de sostener su malograda estrategia de seguridad, la Conferencia del Episcopado Mexicano toma la iniciativa para comenzar un esperanzador proceso de pacificación en el que convoca a distintos actores sociales. Desde el púlpito de Palacio Nacional se ven las cosas desde una perspectiva diferente que desde el estrado de la parroquia de pueblos perdidos en la sierra o de pequeños pueblos en los que la gente no se siente segura.

La perspectiva oficial es que todo va viento en popa y no hay problemas en el país. Nada más basta salir a las calles en el interior de la República para darnos cuenta de que tal vez no sea el diagnóstico de los católicos el que esté mal. Basta darse una empapada de las cifras en cuanto a crímenes, asesinatos, robos y la percepción de peligro que experimentan una gran parte de la población mexicana.

Los obispos se han dado cuenta de que el tema nodal en estos momentos es la seguridad, se trata de frenar la intimidación, el terror y el crimen. Se trata de recuperar nuestras calles y nuestras plazas; de vivir en paz con la seguridad de que nuestras madres y nuestras hijas volverán a casa sanas y salvas, que nuestros esposos, hijos y padres podrán salir sin miedo.

La invitación es pareja para organizaciones no gubernamentales, gente de academia, políticos, miembros de distintas iglesias o credos y, en general, a toda la “gente de buena voluntad”, —como el clero las denomina— que esté interesada en desterrar la violencia del crimen organizado. No está mal hacer este intento. Es una invitación ecuménica que incluye a quienes queremos elevar las miras y buscar la paz.

La Iglesia Católica da pasos más allá de la liturgia, los ritos y los rezos. Pone manos a la obra. Buscan vencer el mal con el bien. Es un llamado que nos incluye a todos. Es una moción que va para aquel que esté interesado en vivir mejor.  No solamente proponen la revisión de las políticas de seguridad, —tema que le toca al gobierno federal—, sino también la revisión de toda una estructura gubernamental que incluye a los estados y también a los miembros del Congreso de la Unión, a quienes les toca legislar en la materia.

Vivimos una situación tan compleja que todos debemos preguntarnos en qué debemos cambiar. Los procesos de escucha y búsqueda conjunta implican revisar estrategias en todos los ámbitos. Se trata de focalizar nuestras metas, respondernos qué queremos y que las personas que aspiran a conducir los destinos de una nación lo sepan.

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