Viernes, 10 Enero, 2025

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La salud del presidente

Opinión

Editor Web

La salud del presidente es un tema de seguridad nacional, no es una broma. No obstante, en México todo es materia de chiste. Si tiembla, hay chistes; si hay una tragedia; chistes; si algo sale mal —especialmente si algo sale mal—la fórmula del chiste emerge como un contrapeso absoluto que da una especie de desquite. Mejor me muero de risa que de susto.

Pero, el encono social en que hemos estado viviendo en este mundo, ha elevado la temperatura social y política. Estamos en modo de no creer nada de lo que nos dicen y de enojarnos caso por cualquier cosa. Así las cosas, entre teorías de conspiración y burlas vamos rebotando los temas nacionales.

Efectivamente, el presidente López Obrador dio positivo a Covid-19. Se enfermó. No es sorpresa. Anduvo jalándole los bigotes al tigre, no usaba tapabocas, hizo todo menos quedarse en casa y entre su círculo cercano se dedicaron a violar los protocolos de seguridad elementales. Siguieron su ejemplo, se creyeron inmunes. Hasta su súper subsecretario de Salud, el Dr. López Gatell, andaba feliz exhibiéndose sin cuidarse, como él recomendaba, reunido con sus cuates sin tapabocas. No hay sorpresa, hay mortificación.

Todos debiéramos estar preocupados por la salud del presidente. Nadie quiere que le pase algo al titular del ejecutivo ya que eso pone en riesgo la estabilidad del país. Sólo un loco sin corazón ni cerebro podría estar de fiestas si un mandatario se enferma. Pero, en el territorio del chiste, todo es sujeto a convertirse en bromas.

Los chistes en torno al presidente no son una novedad. He vivido lo suficiente para oír chistes de casi todos. Nunca antes nadie se enojó porque se anduvieran contando chistes de Zedillio, de Salinas, de Peña, de Calderón o de Fox. Nadie. Ahora, si alguien cuenta uno sobre López Obrador, el enjambre se agita y los zumbidos furiosos se hacen eco en las redes sociales.

Los enjambres elevan el volumen en todos los sentidos. Los que gritan heridos en la sensibilidad porque ya salieron los chistosos a inundar las redes con memes y bromas sobre López Obrador y los que vociferan que todo es un complit y eligen no creer en el diagnóstico del presidente. Unos lloran porque no estamos postrados ante el Tlatoani y otros dicen que son estrategias porque la popularidad presidencial va para abajo. Están los que sostienen que los síntomas de la enfermedad le pegaron poco al tabasqueño y los que dicen que está internado en el Hospital Militar de la Ciudad de México. Estamos muy polarizados y eso no da risa. Nada de risa.

Si el presidente López Obrador está o no enfermo, es lo de menos. Lo preocupante es que él lo reconozca así. El hecho es que oficialmente, el titular del ejecutivo está contagiado de Covid-19 y es angustiante pensar en que este país no tiene un protocolo de emergencia que sustituya a un presidente que no puede seguir en funciones.

No es Andrés Manuel en lo personal lo que importa, es lo que representa. A él, hay que desearle salud. Al presidente, se le debió haber exigido que se cuidara. Sus funcionarios debieron usar el tapabocas. Ahora, todos los que convivieron con él este fin de semana, incluido el Canciller, andan con la cola entre las patas, asustados, esperando el resultado de la prueba. Dicen que todo está bajo control, unos lo creerán y otros no. Da miedo pensar en que aquellos que llevan las riendas del país hayan perdido la salud.

 El Covid-19 es una enfermedad real que deja consecuencias anatómicas en los cuerpos que la padecen, aunque se sientan asintomáticos. Puede ser que el presidente siga hablando con otros mandatarios y esté operando desde Palacio Nacional, puede ser que la 4T siga pensando que no pasa nada. Pero, si uno ve que para ellos todo esto es un chiste y se enojan cuando se hacen chistes sobre eso, uno deja de entender. Tal vez, lo mejor sea morirse de risa y no del susto. Entonces, que nadie haga corajes.

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