Sábado, 18 Enero, 2025

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Las enseñanzas del presidente

Opinión

Cecilia Durán Mena - Las ventanas

Una de las frases estelares del discurso que dio el presidente López Obrador el primero de septiembre en el marco de la entrega de su tercer informe de gobierno fue: “Tomen, para que aprendan”, después de dar cifras extraordinarias de los logros de su gobierno. En una ceremonia muy privada, en la exclusividad que da el círculo de sus allegados, con palabras contundentes da una orden. Faltaba más, para eso es el titular del ejecutivo, está en sus facultades girar instrucciones. Se pone de ejemplo para que abrevemos de sus enseñanzas. El que tenga oídos, que oiga.

Efectivamente, escuchamos. Lo hicimos con atención. Y si analizamos lo dicho y si nos apoyamos en lo que nos dice la teoría económica básica, no nos entusiasmaremos con los datos que citó el presidente en su discurso. No nos ilusiona lo que presume porque entendemos que mucho de lo que dijo, a pesar de ser cierto, no se debe al mérito de su gestión. Los récords históricos de la primera mitad de su gobierno son aplaudibles, pero esos aplausos son para alguien más. Lo cierto es que dar caravanas con sombrero ajeno, resulta efectivo.

En efecto, nivel de las remesas, la estabilidad cambiaria, el nivel de las reservas internacionales, y el avance del índice de la Bolsa Mexicana de Valores se deben a una combinación de variables de mercado que no tienen que ver con la toma de decisiones de su administración. El Índice Nacional de Precios y Cotizaciones no se mueve por el albedrío presidencial, que las remesas las mandan los paisanos y que hay políticas del Banco de México —que es un órgano independiente— que no tienen que ver con su forma de gobernar.

Yo sé que el señor presidente es un hombre muy astuto y además me parece que la frase no fue una improvisación, estaba escrita en el cuerpo del discurso, por lo tanto, creo que López Obrador mandó un guiño a los que pueden interpretar los datos que enunció. Da la impresión de que hizo un chiste que estaba dirigido a ciertas personas que nunca olvida con la intención de reírse un rato. El buen humor se agradece. Lo malo es que no todo el mundo capta la broma. Tuvo que ser una broma ya que de otra manera, sería una ofensa y no era el tono del discurso.

Vacilar con sus adversarios fue una buena puntada del presidente. Pero vender espejitos es otra cosa. El Banco de México dio a conocer que las remesas que llegaron en julio alcanzaron 4 mil 540 millones de dólares. Si bien, este récord hay que agradecerlo, las gracias se le deben a los programas de estímulos que comenzó el gobierno de Trump y que ha fortalecido el de Biden. En todo caso, a ellos hay que darles los aplausos.

El sistema cambiario de libre flotación empezó a funcionar en 1995. Es decir, funciona por los mecanismos de la mano invisible que ajusta el precio y la cantidad a los niveles de oferta y demanda sobre cualquier moneda extranjera. Imagino que el presidente López Obrador recuerda que en otros sexenios, al cambio de gobierno se devaluaba el peso y el siente mucho alivio que no haya sido el caso en su relevo y que no hayamos tenido que apechugar una situación de esa envergadura.

En el terreno bursátil, sería mesquino no apreciar el crecimiento del Índice de Precios y Cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores. Efectivamente, hay un incremento cercano al veintiocho por ciento desde el comienzo del sexenio hasta el final de agosto. No obstante, hay un dato que le puede doler al presidente y prefiere no recordar: en el mismo periodo, en el sexenio de Vicente Fox hubo un crecimiento de treinta y cuatro por ciento. Así que, efectivamente, hemos aprendido a escuchar al presidente. Esa enseñanza nos ha dejado.

Por supuesto, estos discursos son esperados en semejantes circunstancias. Son palabras triunfalistas que buscan generar buen ánimo. Lo hizo Winston Churchill cuando Londres estaba a punto de caer en manos enemigas, durante la Segunda Guerra Mundial; lo hizo Aldolf Hitler cuando se enteró que sus enemigos rondaban las proximidades de Berlín. Hemos aprendido en este sexenio. Ponemos atención, nos fijamos y llegamos a nuestras conclusiones. Así que, señor presidente, se agradece el consejo y se sigue la orden. Aprendimos.

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