Las sombras de la reputación
Las sombras de la reputación
Hace tiempo que la seguridad se ha convertido en uno de los dolores más fuertes que aqueja a México. La inseguridad es uno de esos sufrimientos de onda expansiva que punzan más porque todos los mexicanos los padecemos. El Estado debiera defendernos y no ha logrado hacerlo. La discusión se acalora, los discursos suben de tono, la retórica se escucha hueca y se rompen alianzas políticas. Los ciudadanos queremos vivir en paz sin la amenaza de que el fruto de nuestro esfuerzo nos lo va a arrebatar alguien que no trabajó por ello. Las fuerzas del orden no parecen estar dando buenos resultados y eso queda claro en el día a día más que en las palabras.
Las disertaciones en torno a la Guardia Nacional oscilan de un extremo al otro. Por un lado, sabemos que el Ejército Mexicano anda en las calles haciendo lo que les ordenan, aunque ello no sea lo que afirma su naturaleza constitucional. Por otro lado, los mandos policiacos son vulnerables, débiles, mal entrenados, en mala condición física, mal equipados y la verdad es que en muchos rincones de la República son inexistentes. ¿Quién, entonces, si no los militares podrán protegernos? Ellos que, según el General Luis Crescencio Sandoval, secretario de la Defensa, dijo en su mensaje durante los festejos patrios que las fuerzas armadas, actúan subordinadas al poder civil.
El inconveniente es que la institución hace lo que no debiera y eso ha provocado que ciertas sombras se tiendan sobre la reputación de nuestros uniformados. Hacen lo que no les toca: apagan incendios y no son bomberos, corretean a los que ofenden por las calles y hasta los podemos ver bajando gatos de los árboles. Actúan como policías de esquina y eso no es indigno, simplemente, esa no es su naturaleza. No fueron entrenados para desempeñarse en esas funciones. Además, hacen falta esos mandos policiacos que estén cerca de la gente, que conozcan a los vecinos y sean conocidos.
Lee también: PRI y Morena aprueban presencia de militares en las calles de México hasta 2028
Encima, los casos de corrupción de los que nos hemos enterado se han sucedido desde hace años, hemos visto a soldados sucumbir ante las fuerzas del crimen y a la vista de las personas sensatas, hay un problema que no se ha resuelto: la vida de la gente y de regiones enteras del país se ha vuelto cada vez más peligrosa y violenta. Será raro encontrar un mexicano que no haya sufrido algún ataque de la delincuencia, sea un robo o algo peor.
Pareciera que no hemos encontrado la fórmula para acabar con este padecimiento terrible que nos postra dolorosamente. La evidencia confirma esta hipótesis y lo que queda claro es que hemos atacado el síntoma y no el padecimiento. No hemos dado con la forma de definir el problema. ¿Qué nos hace tan violentos? Porque, puestos a escoger, los seres humanos preferimos caminar por la senda del bien que por la del mal, al menos eso decía Platón y lo confirmo San Agustín y creo que tuvieron razón.
Se ha perdido mucho por no definir el problema y andar poniéndole parches a los síntomas. Hemos dejado mucho por atacar las consecuencias sin lograr determinar el origen de nuestro dolor. Sí, es posible que muchos prefieran la vida fácil en la que es más sencillo quedarse con lo ajeno que con lo que se consigue con el sudor de la frente. No obstante, hasta el delincuente que sea más insensible tiembla ante la posibilidad de que el destino alcance a su familia, que se lastime a los suyos que se haga daño a sus cariños.
No sé si la indolencia sea el problema o si lo sea la desigualdad o la falta de esperanza. No sé si nuestros jóvenes preferirían andar a salto de mata teniendo la posibilidad de una vida digna y honesta. Pero, valdría la pena empezar por ahí. Los signos de los tiempos parecen apuntar a que eso de “abrazos y no balazos” ya alteró el orden de los factores. Se opta por sacar al ejército a las calles en vez de formar cuerpos policiacos de verdad. Se pide a los soldados que hagan lo que no está en su propósito en vez de apoyar las actividades productivas y el sano espíritu emprendedor de los mexicanos. Se deja la justicia de lado, se permite que la impunidad se hermane con la corrupción, se ve como el chantaje y la extorsión van creciendo alegremente como hierba mala.
Las sombras de la reputación manchan el panorama y obnubilan la razón. Hay argumentos suficientes para que levantemos el dedo índice para señalar que las Fuerzas Armadas las que deben irse a sus cuarteles o quedarse en las calles. Entre los discursos y los hechos hay un México en duelo por sus padecimientos.
Las sombras de la reputación
Quizás te interese:
- Fidel Vizcaíno García deja gerencia de RIAMA por puesto de mayor nivel en Pemex
- Metalsa inicia contratación de más de mil trabajadores para su nueva planta en Guanajuato
- Persecución armada en Juventino Rosas deja dos hombres muertos
JRP