Las ventanas
El efecto de Trump en casa
No es que uno no se alegre de que el presidente Donald Trump esté de vuelta en la Casa Blanca, lo cual nos hace pensar que se está reestableciendo a buen ritmo y que el hombre va recuperando la salud a buen ritmo. De hecho, las fotografías que publican los medios internacionales muestran a un hombre que ve rozagante y no enfermo. Sin embargo, hay quienes elevan las cejas y se rascan la barbilla. No creen todo lo que les cuentan ni se tragan en cuento de que la luna es de queso.
Por ejemplo, según el Washington Post, el doctor Rick Bright, un inmunólogo e investigador del área de vacunas y que fue director de la Autoridad de Investigación y Desarrollo Avanzado Biomédico, tiene sus dudas. Afirma que, de todas las herramientas necesarias para una respuesta efectiva de los Estados Unidos a la pandemia de coronavirus, una que está muy desaparecida es la verdad. No se traga el cuento de una recuperación tan rápida que parece milagrosa y aunque así fuera, expresa sus temores sobre el efecto de las noticas que circulan sobre la opinión del público en general.
Para muestra el botón al que nos referimos. En particular, la orientación de salud pública sobre la respuesta de la pandemia es para preocupar. Las observaciones hechas por científicos de carrera en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, ha sido repetidamente desestimada en varias ocasiones y con respecto a la salud del presidente, totalmente anulada por personal político designado por la administración Trump.
Mientras la Casa Blanca va en un sentido, la ciencia va en dirección contraria. Frente al optimismo del círculo cercano a Donald Trump, la prudencia que recomiendan los médicos, las alertas para cuidarse y luchar contra la pandemia chocan como trenes a gran velocidad. Si los científicos de carrera en el Departamento de Salud y Servicios Humanos dudan en retroceder, uno se pregunta las razones que tienen los que rodean al presidente para ir justo al revés. Cuando la ciencia va en contra de los pronunciamientos poco realistas y optimistas de la administración, el público no sabe a quien voltear a ver para darles la razón.
La controversia es complicada y los médicos parecen estar contra las cuerdas. Cada uno jala para su lado. La salud y la seguridad públicas se han visto comprometidas por la hostilidad de la administración hacia la verdad y por su politización de la respuesta pandémica, que sin duda ha llevado a decenas de miles de muertes prevenibles.
Pero hablar de vidas que pudieron salvarse, de muertes que se pudieron evitar pone el debate en otro nivel que trasciende las opiniones, los intereses políticos y tiene que ver más con la responsabilidad y la ética de quienes están al frente de la toma de decisiones.
Por esa razón, y como la administración le ha impedido trabajar para luchar contra la pandemia, el martes pasado Rick Bright renunció a los Institutos Nacionales de Salud. Así, no queda lugar a dudas sobre su posición. Y, ese es uno de tantos efectos que causa el hecho de que Donald Trump esté de vuelta en casa. En fin, no todo lo que brilla es oro, dicen por ahí.