Viernes, 10 Enero, 2025

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Lo que cuesta una descortesía

Opinión

Editor Web

Los convoco a hacer uso de la imaginación. Hagámoslo como un acto de diversión. Por un momento, dejen volar la fantasía y piensen que acaban de ganar algo que para ustedes era muy preciado. El premio les llegó después de que su contrincante los desestimó, echó a un grupo de personas en su contra y les puso varios obstáculos en el camino porque pudo—porque se imaginaba que iba a perder—. Aún así, ganaste. Pero tu vecino se mantuvo distante ni te felicito ni criticó a la turba que se agitó ni tuvo signo alguno de cortesía. De repente, ese vecino que te trató con esa descortesía viene a pedirte un favor. ¿Qué le dirías?

En esta línea de pensamiento, el excanciller, Jorge Castañeda, dice que el sabe de buena fuente que el presidente López Obrador le habló al presidente Joe Biden para pedirle auxilio. Le telefoneó, dice, para pedirle que le ayudara a conseguir vacunas contra el Covid-19 y su homólogo le dio calabazas. Lo siento, pero no, habrá dicho el mandatario de los Estados Unidos. Entonces, ya con cajas destempladas, AMLO alzó el teléfono y se comunicó con Vladimir Putin que le dijo que sí como no, con todo gusto le mandaba Sputnik V, pero no le dijo cuando. Todavía no llegan, aunque eso sí, en el portal los mayores de 60 años ya se pueden registrar y quedarse esperando la llamada del servidor de la nación.

Insisto, es un ejercicio de imaginación, al que se le revuelve un poco de realidad. Nadie puede afirmar que sea cierto, pero puede que no lo sea. Es un juego de fantasía. Sólo es eso. Lo cierto es que en lo personal, yo conozco a una sola persona que ya ha recibido dos dosis de la vacuna. Es una residente que trabaja en el sector salud. Sólo a ella y ya. A decir verdad, lo único que podemos hacer en torno a la estrategia con la que la 4T está operando la pandemia es ejercicios de imaginación porque ellos no nos dicen mucho.

Lo que sí es cierto es que no hay muchos mexicanos vacunados y la velocidad de vacunación en Estados Unidos es más alta que la nuestra. Lo que también es cierto es que el muro que Donald Trump no pudo construir en cuatro años, López Obrador lo erigió en los meses de la pandemia. Por lo pronto Canadá, nuestro socio comercial, ya suspendió los vuelos a México y los que quieran llegar a Estados Unidos tienen que dar evidencias de que no están contagiados. Es decir, las otras dos naciones afiliadas al TMEC no quieren que sus ciudadanos vengan a nuestro país. Somos un foco de infección.

Yo no sé si Biden estaría en posición de mandarnos vacunas. Yo creo que, si esa fuera la circunstancia, lo haría. No por ser muy lindo, ni por dar cachetadas con guante blanco, sino porque es conveniente. Pero siguiendo con la fantasía, tal vez el actual presidente de los Estados Unidos le habría sugerido a López Obrador que marcara a Maralago, a ver si ahí le pueden ayudar a resolver su problema. Y, continuando con ese hilo narrativo, seguro que, si se hiciera esa llamada, nadie la atendería. Por eso creo que las descortesías salen caras.

No sólo es eso lo que cuesta. También pega en el ánimo del pueblo mexicano. La esperanza de México se está traduciendo en desesperanza. Nos hablan como si fuéramos niños chiquitos, con palabrería infantil; se dirigen al pueblo de México como lo harían con un juguete al que se puede maltratar sin que pase nada. En el liderazgo de López Obrador encontramos ambigüedad, imprecisión y errores. Es decir, todo lo contrario de lo que nos deberían de estar dando. Ni modo, tenemos un presidente descortés y eso no es fantasía.

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