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Los hijos de Saturno

Opinión

Editor Web

Los mitos de la Humanidad forman un gran espejo donde podemos reflejarnos de muchas formas.

Al igual que los espejos de la casa de la risa, donde una imagen deformada del espectador refleja verdades exageradas, los mitos de los hombres han probado reflejar mediante la exageración muchos de los rasgos característicos de los seres humanos. Los mitos no están ahí para ser tomados literalmente, así cómo el reflejo del espejo de la feria no indica que nuestra cabeza realmente sea del tamaño de un garrafón de veinte litros. Lo que podemos aprender de la mitología es la referencia que cualquier buena historia puede incluir y que puede convertirse en una lección útil para nuestra vida.

Tomemos el caso del dios romano Saturno. Dios que sirvió de inspiración para bautizar al planeta de los anillos tiene una historia peculiar.

El cielo y la tierra tuvieron dos hijos, Titán y Saturno. Saturno, al ser el menor no le tocaba gobernar entre los dioses, pero su hermano mayor se compadeció de Saturno y le cedió su trono con una pequeña condición. Saturno no debía tener hijos. Saturno aceptó la condición de su hermano mayor y su reinado comenzó sin mucho problema.

El dios Saturno era para los romanos el responsable de la agricultura y del tiempo. Es posible que nos suene familiar el nombre con el que los griegos lo conocían, Cronos.

Lo que sucedió después desencadenó una serie de eventos desafortunados. Saturno rompió su palabra y comenzó a tener hijos. Para que su hermano no lo descubriera hizo algo que ningún padre podría imaginar, comenzó a devorarlos. El pintor español Goya refleja esta grotesca forma de salirse con la suya en una de sus obras más conocidas, llamada “Saturno devorando a su hijo”.

Jupiter, Neptuno y Plutón no fueron devorados —es de suponer que en algún momento Saturno pensó que podía haber otra solución menos radical— y solamente los ocultó.

Después de un tiempo Titán descubrió el engaño de su hermano y lo encerró, tomando el trono.

Al crecer, Jupiter enfrentó a su tío regresando el reinado del cielo a su padre, el dios del tiempo. El reinado de Saturno concluyó cuando su hijo Jupiter lo derrocó —tal vez por haber devorado a sus hermanos, o porque su padre también había decidido matarlo a él—. Finalmente Saturno fue desterrado con los humanos y ahí acaba la historia de este padre “ejemplar”.

Tal vez el nombre de Titán y la imagen de dioses devorando a sus hijos te recuerde algún anime japonés en especial, y no estarías solo al pensar que ‘Attack on Titan’, de Hajime Isayama está inspirado en el mito del dios Saturno, sin embargo el autor no ha confirmado esta teoría y prefiere comentar que la idea le vino en un sueño, justo antes de despertar.

Algo totalmente distinto inspirado en el dios romano fue el saturnismo, enfermedad llamada en su honor por los crueles efectos que producía. Esta produce diversos efectos graves en el organismo, incluyendo la locura y la muerte. La causa del saturnismo es simple y conocida desde la antigua Roma, el envenenamiento por plomo.

Lo romanos comenzaron a sospechar que sus tuberías hechas con plomo tenían algo que ver con varios padecimientos graves de la época y dejaron de utilizarlo. Lamentablemente no aprendimos la lección y hemos vivido cómo sociedad moderna rindiendo un culto involuntario al dios devorador de sus hijos.

En pleno siglo XX, el plomo logró apoderarse de la sociedad, convirtiéndose en pilar fundamental de la vida moderna. Hace cien años, aproximadamente, un inventor llamado Thomas Midgley diseñó para General Motors una solución al grave problema que presentaban los automóviles de la época.

Los primeros autos normalmente tenían fuertes sacudidas debido a la combustión irregular de la gasolina. Midgley identificó el problema y descubrió la solución agregando un compuesto llamado tetraetilo de plomo. Gracias a este aditivo los vehículos de motor se podían manejar graciosamente, mejora que impulsó toda la industria del automóvil a nivel mundial.

Las consecuencias fueron desastrosas para el medio ambiente y la sociedad, pues el envenenamiento con plomo se reflejó en las personas como deficiencias intelectuales, cáncer y otros trastornos.

Según un estudio realizado en 2015 por la economista Jessica Wolpaw Reyes, es posible que exista incluso una relación directa entre los niveles de violencia y el uso de la gasolina con plomo, pues la violencia disminuyó considerablemente alrededor de veinte años después de detener el consumo de gasolina con plomo.

En México se introdujo en 1991 la Magna Sin, primera gasolina sin plomo del país. Pemex comenzó a disminuir el nivel de plomo en la gasolina Nova a partir de 1985, hasta que finalmente la sacó del mercado. Para fines de comparación, Estados Unidos prohibió la gasolina con plomo a mediados de los setenta y Europa hasta el año 2000.

Lamentablemente, en nuestro país todavía hay una gran cantidad de intoxicación por plomo, siendo mayor en comunidades rurales. La minería y la cerámica pueden exponer a las personas directa o indirectamente a este metal pesado.

Lo más grave de la invención de Midgley fue que sabía el daño que provocaba y a pesar de haber alternativas mejores y sin riesgo para la salud, decidió utilizar el compuesto que podían patentar, aunque estuviera envenenado al planeta entero.

Por si el daño que ocasionó a generaciones completas fuera poco, Midgley nos dejó otro legado industrial que terminó por definir el rumbo de la sociedad moderna, inventando los clorofluorocarbonos, la sustancia responsable de los refrigeradores, el aire acondicionado y ,como efecto secundario, el agujero de la capa de ozono.

Son contados los individuos que han influido tanto en el diseño de la sociedad actual, la cual vive los efectos creadores y destructores de la tecnología, pero sobre todo las decisiones de personas implacables y voraces, reflejo directo del dios Saturno y la relación con sus hijos.

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  • Mauricio Mokarzel
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