Maternidad
La idea de maternidad ha cambiado en los últimos tiempos, no obstante, el concepto universal nos refiere a la vocación femenina por tener y criar hijos que es a la vez un peregrinaje en la vida. Desde que una mujer concibe en su mente la idea de engendrar y/o cuidar a otro ser, hasta la decisión de concretar ese anhelo y convertirse en madre hay una serie de temas que van desde la píldora del día siguiente, el aborto, la concepción in-vitro, la maternidad subrogada, los embarazos de alto riesgo, la ingravidez añosa, la adopción, la crianza y el síndrome del niño vacío. Entre la feminidad y la maternidad hay un arco bajo el cual se dibujan diferentes paisajes.
Hoy, no son pocas las mujeres que declaran su nulo deseo de tener hijos. Cada vez hay más casos en los que una pareja busca embarazarse y encuentra dificultades para lograrlo, tienen que recurrir a los avances de la ciencia para intentar concretar sus anhelos, no siempre lo logran. Hay temas que siguen siendo vedados o que se hablan por lo bajo o que de plano están oscurecidos por el halo de la ignorancia. Enfermedades como la endometriosis que en nuestro país ha causado tanto dolor en mujeres que no saben que la padecen y no encuentran un médico que lo detecte.
Lo que quiero decir es que ser madre no es fácil y parece que resulta más difícil serlo hoy en día. Concebir para muchas parejas se ha convertido en un reto complicado: requieren paciencia, perseverancia y someterse a tratamientos que son costosos y que no tienen tasas de éxito que garanticen que se tendrá a un bebé en brazos. Es una verdad de Perogrullo y tan sólida como de oro: ser madre es difícil.
Incluso, para aquellas personas que lograron concebir con facilidad, los retos que llegan al nacer un hijo son múltiples. Hay síndromes y padecimientos de los que se habla poco: depresión postparto, desordenes emocionales, hormonales y físicos. Mujeres que paren hijos y que salen a trabajar, sea porque buscan un sustento, porque están persiguiendo desarrollo profesional o por ambas, y dejan a sus hijos al cuidado de abuelas, tías, nanas o rarísimos casos de padres que se quedan en casa. Se difuminan las líneas entre madres y cuidadores, entre miembros de la familia y extraños, entre los conceptos que enjuician a la madre y no-madre.
Guadalupe Nettel en su novela La hija única pone en voz de su protagonista: "Tenemos los hijos que tenemos", dice Mónica, una conocida de Laura, "no los que imaginábamos que tendríamos, ni los que nos hubiera gustado". Un niño podría decir lo mismo de sus padres: ellos miran dentro de la cuna del bebé, y el bebé mira hacia atrás, y una pregunta mutua flota en el aire: ¿Quién eres y cómo llegaste aquí?
Y, también están las expectativas que ponemos sobre los seres que son fruto de nuestras entrañas. Entre gritos y murmullos están los futuros fulgurosos que les deseamos, el provenir de plenitud que queremos ver, las exigencias que imponemos y una serie de planes que se desván en el camino porque cada ser humano tiene su propia ruta, más allá de los buenos deseos maternales que existan para los hijos.
Y en medio de todos estos temas estructurales sobre la maternidad está el agradecimiento a esas personas que ausentes o presentes, cariñosas o secas, cuidadosas o descuidadas, decidieron quedarse en ese camino, avanzar en esa ruta y dar pasos al lado de sus hijos. Algunas mujeres lo hacen llevando la delantera, otras caminan a su lado y hasta les dan la mano, otras se quedan atrás y los miran andar o los empujan para que no se atoren en el trayecto. Unas están acompañadas de los padres de esos hijos y en México, la mayoría van solas.
La idea de maternidad ha cambiado en los últimos tiempos, no obstante, el concepto universal nos refiere a la vocación femenina por tener y criar hijos que es a la vez un peregrinaje en la vida. Y, es que, tarde o temprano a todas las mujeres se les aparece esta opción en la mente: decir sí o no a la maternidad. A todas aquellas que respondimos en forma afirmativa: ¡mil felicidades!