Morena en caos
Morena en caos
Ya muy próximos los plazos para que formalice sus candidaturas ante los órganos electorales, crece la percepción de que Morena está en caos y que ha sido desbordada por los grupos de interés que se disputan las candidaturas.
A la dirigente formal, Alma Alcaraz, no se le ve fuerza en el manejo del timón y ya desde ahora empiezan a pagar con creces la carencia de vida institucional, por lo menos cercana a los estándares de cualquier partido digno de ese nombre. El canibalismo en el que se han enfrascado quienes manejan Morena en Guanajuato, los hizo llegar al umbral de las urnas convertidos en un mercado de verdulería política, donde no se sabe a ciencia cierta dónde está la entrada, ni la salida.
En las elecciones del 2018, el verticalismo con el que actuaba su dirigencia lo podían justificar por el contexto de aquel entonces. Es sabido que el propio Andrés Manuel López Obrador para sobrevivir los embates de sus adversarios, en los años previos a su llegada a la presidencia se encapsuló, era inaccesible, y operaba a partir de un pequeño círculo que actuaba a modo de escudo, para imaginarlo puede servir como analogía la formación en diamante que usan las escoltas. A partir de ese primer círculo se desprendía toda una red de operadores estratificada.
Pero hoy día, tratándose del partido que gobierna el país y que por su alta votación fue beneficiario de una gran cantidad de dinero público, lo menos con lo que deben corresponder a ese financiamiento, producto del sudor de los ciudadanos, es mostrar avances en la consolidación de su vida institucional. Aquí en Guanajuato, donde ningún político de la fantasmal izquierda supera en popularidad a cualquier jugador mediano del equipo León, y donde Morena solo es un cascarón principalmente nutrido de grillos conversos y advenedizos, no aplica el argumento de que es un movimiento y una fuerza política joven y por eso están tardando en dar forma a sus estructuras. Eso aquí es un cuento para ilusos. La realidad es que no han avanzado en lo importante, por estar concentrados en sus pleitos facciosos de poder.
“¡Esto es un desmadre…!”
Mientras el PAN y el mismo PRI han mostrado formalidad en sus procesos internos, todavía en días pasados, aspirantes a candidaturas morenistas, perdidos en un limbo donde ni siquiera podían ubicar un domicilio donde los pudieran atender, solían decir: “esto es un desmadre”.
Apenas el martes pasado, el Comité Ejecutivo Nacional sesionó para definir la convocatoria con miras a la selección de candidaturas a congresos locales y ayuntamientos de varias entidades, entre ellas Guanajuato. En sus resolutivos postula que los registros serán en línea y a través de ese órgano. Lo que no es más que recurrir al centralismo y a las decisiones verticales para sortear su debilidad institucional.
También formula que encuestarán a la población donde exista más de algún precandidato avalado por la Comisión Nacional. Pero si no han sido capaces en lo que va del sexenio de construir estructuras en cada localidad y formar cuadros para competir con su propia cantera y no con retacería de otros, es poco creíble que en plena pandemia y en un lapso tan corto, puedan preguntarle a la sociedad de Guanajuato, cuáles son las mejores opciones para competirle al aparato electoral que encabeza Diego Sinhue.
La esperanza robada
Solo basta revisar los hechos documentados estos años recientes, para afirmar que Ernesto Prieto, una de las partes en pugna, es uno de los que más han abonado al desastre con el que Morena llega a enfrentar la próxima contienda. Seguramente frente a su espejo él se ha de sentir un adalid en la lucha contra la derecha guanajuatense, pero hacia el ciudadano de a pie que no está involucrado en la trama de intereses de ese partido, lo que proyecta es la imagen de un político junior inmaduro y ansioso por usufructuar la cresta de la ola en que lo subió la amistad del presidente de la República con su papá, el ahora titular del ‘Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado’.
Aunque lo que importa no es si este muchacho está divirtiéndose en la política como quien juega con el Nintendo que le regaló su progenitor, la gravedad estriba en que los excesos, corruptelas y el óxido que acumulan tres décadas de gobiernos del PAN están enfilando a muchos votantes, en todas las regiones del estado, a buscar opciones que oxigenen la vida pública, pero contrariamente a su slogan, con sus pleitos de vecindad y con su falta de estatura política, Morena les está robando la esperanza a esos ciudadanos.
Su cálculo de que pase lo que pase capitalizarán el desgaste de la derecha y serán beneficiarios de las simpatías de López Obrador, recuerda los tiempos de la arrogancia priista.
A este paso, no está lejana la posibilidad de que luego de las elecciones, a los que manejan Morena en Guanajuato, y entre ellos a los Ernesto Prieto, alguien les exija que le devuelvan a la gente la esperanza robada.