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Navidad, nuevamente la estrella de Belem

Opinión

Staff LC Camargo

Como un rayo esperanzador en medio de una pandemia inclemente, este 21 de diciembre podrá ser admirada, luego de 800 años, nuevamente la gran conjunción astral que conforma la luminosidad celestial denominada la Estrella de Belem.

Inaugurando el solsticio de invierno, nuevamente el mundo será iluminado por el reflejo brillante de la conjunción de Júpiter y Saturno, despidiendo cual simbólica señal a este catastrófico 2020. Semejante a aquella Navidad del inicio de la nueva época, nuevamente aparecerá esta “estrella” anunciando el nacimiento de una nueva era cargada de misterio.

Así, mientras que esta Navidad habremos de celebrar bajo las sombras del confinamiento, abatidos por el llanto de ausencias dolorosas en algunos casos o por el recuerdo tormentoso de la despedida de un ser querido, una luz brillará en el cielo nocturnal para nuestro consuelo y recuperación de la fe y la esperanza de que esta pandemia pasará en breve por la acción del espíritu divino.

Cual réplica del célebre acontecimiento del nacimiento del Mesías, esta Navidad será especial, pues esta ocasión seremos testigos de fenómeno astral similar al que anunciara y testificara el nacimiento del hijo de Dios en momentos cruciales para la vida de la humanidad. Ahora este mundo hundido en una pandemia catastrófica recibirá la visita celestial de una luz brillante, que le guiará a una época nueva, a una época luminosa donde la humanidad sobreviviente, tendrá la oportunidad de recuperar la armonía que nos hace seres valiosos y excepcionales.

Con la conmemoración de la Navidad renacerá la esperanza y se consolidará la solidaridad con los desvalidos y vulnerables, volverá el amor por el bien del otro y por la protección de nuestro planeta. Esta Navidad deberá ser la oportunidad para valorar lo endeble de la vida, lo importante de mantener el respeto como principio de convivencia social entre naciones y de trabajar juntos por el desarrollo de todas y cada una de las personas que forman parte de nuestra comunidad.

Ciertamente que no podremos abstraernos al enorme riesgo que conlleva ver el mundo sacudido por más de 75 millones 800 mil contagiados y el millón 700 mil fallecidos, por lo que deberemos rigorizar las medidas sanitarias y extremar cuidados para preservar la vida. Esta Navidad las calles brillarán intensamente con las luces multicolores que tanto le caracterizan, pero lo harán en silencio por la desolación y el miedo a un virus enardecido.

Pero qué implicaciones escatológicas traerá consigo el fenómeno celeste de la gran conjunción que permitirá la aparición de la estrella de Belem, ¿Por qué ahora bajo el terror del coronavirus, después de 800 años de su última aparición, somos merecedores de tan trascendental acontecimiento? Si la aparición de la estrella de Belem en la Biblia está relacionada íntimamente con el nacimiento del redentor, ¿esta ocasión “tan fortuita” podría anunciar la segunda venida de Cristo tan relacionada con los signos del fin de los tiempos?

Profecías del fin del mundo van y vienen, pero nada ha pasado en concreto, sin embargo, ahora se conjuntan una plaga apocalíptica y un fenómeno astral que replica aquel ocurrido hace más de 2 mil años anunciando el nacimiento del Dios niño, del vértice de una nueva era, del Nuevo Testamento que refería la vida de la humanidad bajo la palabra del hijo del hombre y su culminación con la llegada del apocalipsis.

Cierto que nadie sabe el día ni la hora, pero signos habrá en los cielos y la tierra que anunciarán la proximidad del fin de la humanidad, ¿serán? Por lo anterior y más allá de las creencias que cada quien quiera albergar, es seguro que el mundo hoy se sacude por conflagraciones sanitarias, conflictos políticos y crisis económicas que gestarán un nuevo orden mundial, una nueva era cargada de luz, esperanza y fe por un mundo mejor, cuidémonos.

La humanidad está condenada al destino inexorable que escribió el dedo creador.

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