Domingo, 12 Enero, 2025

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Ni Movimiento, ni Ciudadano…

Opinión

Staff LC Camargo

El veracruzano Dante Delgado, ha sido muy hábil para mantenerse vigente durante décadas en los enjuagues de la política nacional. Luego de su anterior parapeto llamado Convergencia, ahora con Movimiento Ciudadano ha conseguido seguir engatusando electores haciéndoles creer que la ‘ola naranja’ abreva en la sociedad civil y no se nutre de los políticos de siempre.

Jalisco es el estado donde más le ha funcionado el truco, Enrique Alfaro, paso a paso fue explotando hábilmente esa falsa envoltura, y luego de ser alcalde en la zona metropolitana consiguió la gubernatura en 2018.

Esta artimaña equivaldría a la práctica común en la delincuencia organizada de inventarse maneras de lavar el dinero sucio. Y es que en un contexto donde los políticos tradicionales están tan desprestigiados, lo que hace este partido aprovechando el acierto mercadológico de su nombre, es vender a los grillos de siempre como figuras ‘ciudadanas’, pretendiendo así lavarles las cara, y cazar con ese cuento a votantes incautos, que por cierto abundan.

‘Pancho’ Arroyo: un episodio oscuro en Xichú…

Francisco Arroyo.

Siendo Movimiento Ciudadano un lavadero de mugre, no es de extrañar que resulten atinadas las versiones de que Francisco Arroyo Vieyra, se está convirtiendo en el nuevo mandón de ese partido en Guanajuato.

De ser así habrá que prepararse para lo inaudito, pues si ya adoptó el color naranja, pudiera ser que este otrora priista cuevanense cualquier día se enfunde en una túnica tipo kasaya, y camuflado en monje tibetano reaparezca en la Sierra Gorda buscando en cuevas y recovecos los viejos dinosaurios políticos que siempre apadrinó.

Hace mucho no se placea en los caminos serranos, pero entre esas montañas hay quienes lo recuerdan muy bien no por alguna loable virtud, sino porque en 1995, siendo presidente del Congreso local, fue protagonista de una burda y cínica maniobra ilegal para impedir que ejerciera como alcalde de Xichú un campesino humilde llamado Amado Rivera, quien había resultado electo en las urnas pero al no ser incondicional de los caciques priistas de entonces, en la primera sesión de Ayuntamiento una fracción del cabildo, encabezada por el exalcalde Efraín Landaverde, lo forzó a firmar una licencia en una hoja blanca simple.

Cuando semanas después intentó regresar a ejercer sus funciones, otra vez fue humillado y sacado de Presidencia de la manera más vulgar y autoritaria; luego, este campesino y albañil vivió un peregrinar indignante en oficinas gubernamentales. En ese entramado también tuvo parte el panista Carlos Medina Plascencia, entonces gobernador provisional, quien con perversidad al mismo tiempo que mandaba policías hasta con lanzagranadas, dejaba correr la confrontación entre los pobladores para luego sacar raja política pues ese año se repondría la elección de gobernador. ‘Pancho’ Arroyo, por su parte, alentó todas estas marrullerías, que incluyeron la negativa a revocar la licencia del alcalde legítimo y la imposición de un interino.

Ariel Rodríguez.

En el contexto de esa severa crisis social hubo episodios de violencia, balas y hasta un difunto. En un texto publicado en El Nacional en mayo de 1995, escribí: “Sería lamentable que un día la historia cargue en las espaldas de las autoridades en funciones, la destrucción del alma de ese pueblo, todo por ser ciegos a un innegable reclamo de justicia”.

Y sí, fue tal el daño provocado, que desde entonces ese municipio no ha podido superar la fractura comunitaria y la espiral de descomposición social en la que comenzó a hundirse luego de ese atropello a la legalidad. Veinticinco años después, en Xichú entero ha enraizado aún más la impunidad, la corrupción, y la rapacidad. Lo único distinto es que ahora el cacique… es del PAN.

Diputado naranja… ni pa’l jugo

Movimiento Ciudadano en la región noreste carece de estructura. Solo en San José Iturbide y Doctor Mora tiene regidores y según sus propios datos oficiales también únicamente ahí cuenta con lo que llama ‘comisionados municipales’.

También es suya la diputación federal del Distrito 01, pero no es que la gente haya votado por el partido naranja. Como se recordará, esa curul fue uno de los pedazos de pastel que el PAN le cedió por ir juntos en 2018. El beneficiario de esa componenda fue Ariel Rodríguez, originario y residente en la ciudad de León, pero quien por haber dado algunas consultas de psicólogo en San Luis de la Paz, asumió que desde la comodidad de su casa en El Bajío podía representar al noreste en el Congreso federal.

 Hasta solo por remontar la percepción social del oportunismo que entraña legislar a nombre de municipios en los que no se tiene raíces, ni residencia, se esperaba que este diputado hiciera algo relevante para resarcirlo, pero si ya antes de la emergencia sanitaria no pasaba de divulgar videos pintorescos, repartir algunas dádivas, y aparecer en giras con Diego Sinhue cortando listones, la pandemia le dio la justificación perfecta para volverse aún más fantasmal.

Ariel Rodríguez, quien ya había sido candidato del PRD a la alcaldía de la ciudad zapatera, es otro ejemplo de grillos que andan de partido en partido enarbolando la falsa coartada de ‘ciudadanos’ metidos a la política, según ellos para llevar al poder la voz de la sociedad, aunque en los hechos suelen ser idénticos a todos los del montón, y hasta peor, porque son más honrosos aquellos que se asumen sin rodeos como oficiantes de la política, que quienes medrando en el mismo lodazal y sin ninguna prenda que los distinga del común, pretenden darse baños de pureza o dignidad intelectual.

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