Domingo, 12 Enero, 2025

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Planear el regreso

Opinión

Cecilia Durán Mena - Las ventanas

Hay mucha prisa por retomar el curso de la vida y cómo no. Sin embargo, tanto apresuramiento nos puede resultar contraproducente. Cuenta la leyenda que Luis XIV, el Rey Sol, solía pedir a su ayuda de cámara: “vísteme despacio que voy de prisa”. Sus palabras se han convertido en sabiduría popular y hoy su dicho viene a cuento con los temas de la nueva normalidad. A más de un año de encierro, hay sectores que ya no pueden más y necesitan volver a operar. La pregunta clave es ¿ya estamos listos? La respuesta no siempre es afirmativa.

Las prisas nunca han sido buenas consejeras. No son pocos los que se precipitaron a hablar, opinar, decidir y operar con lo que se creyó que sería el escenario pospandémico. Tampoco han sido pocos los que se estrellaron contra el muro de la realidad, que, dicho sea de paso, es muy duro. En el escenario todo tipo de actores: escritores que se apresuraron a escribir y publicaron textos de dudosa calidad; empresarios que despacharon a una parte importante de su plantilla laboral y luego fallaron a sus compromisos por falta de personal; escuelas que cerraron sus puertas sin darse la oportunidad de despedirse de sus alumnos y que ya jamás volvieron a abrir; firmas consultoras empezaron a hablar de la nueva normalidad, sin entender a cabalidad lo que sucedía en lo inmediato.

Nadie estábamos en la posibilidad de comprender la magnitud de lo que significaba el Covid19, ni científicos ni académicos ni profesionales ni nadie. Incluso, los virólogos con más experiencia y conocimiento lograron justipreciar la envergadura de lo que se venía encima. A más de un año de haber detectado al paciente cero en México, podemos evaluar que quienes fueron prudentes, tomaron mejores decisiones. Por supuesto, hay prisa por volver. Hay negocios que están boqueando y requieren aire para no morir. Es preciso echar a andar la rueda económica.

Uno de los sectores más afectados es el de la educación, también ha demostrado su resiliencia. Maestros y alumnos se adaptaron a las nuevas circunstancias, migraron a ambientes digitales y aprendieron a usar plataformas. Pero, ya hay un desgaste: son muchas horas frente a la computadora, los pequeños se distraen fácilmente, los grandes brincan de una pantalla a la otra, pocos encienden la cámara al asistir a clases, los profesores sentimos que estamos hablando con un tostador o con un microondas en vez de estar impartiendo cátedra en un aula y los padres de familia se preguntan si la colegiatura que pagan corresponde con el nivel educativo que les prometen.

El nivel de deserción escolar a todos los niveles de estudio es alto. El método de homeschooling es una opción. Las matriculas de las escuelas particulares a todos los niveles están decreciendo y hay focos de alerta. Urge volver a clases. No podemos quedarnos encerrados para siempre. Lo lógico es que todos tengan la disposición de volver. Para mi sorpresa, no es así. En una encuesta reciente hecha entre la red de preparatorias y universidades particulares en México, la gran mayoría de estudiantes y profesores creen que es muy pronto para volver. El estudio revela que los encuestados no ven que existan condiciones para regresar. La mayoría no están vacunados.

Se entiende la urgencia, muchos padres de familia quieren que sus hijos vuelvan a las aulas, convivan con sus compañeros, vean a sus maestros. La educación a distancia tiene muchas ventajas, ha permitido que el espectáculo pueda continuar, pero ya son evidentes los signos de fatiga. Es frecuente que los estudiantes tomen clase en pijama, medio dormidos, sin encender la cámara y llevando a cabo prácticas que en forma presencial no se admitirían. Hay que volver, antes de que el modelo rechine o reviente. Sí, pero hay que hacerlo bien.

Es necesario dar seguridad a quienes volverán a las aulas. No se trata sólo de vacunar a los maestros, también está el personal administrativo, de limpieza —que generalmente está contratado en forma externa— y a los alumnos que todavía no están en el rango de edades de vacunación. La nueva normalidad se tiene que planear bien para poder informar, comunicar y convencer que ya estamos listos.

Y, eso sí. En el momento en el que las aulas tengan alumnos y profesores en vez de esta vacías, se pondrá a girar la rueda de la economía y se reactivará la vida. Es mucho lo que está en juego, hay que hacerlo bien.

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