¿QUIENES TIENEN MIEDO?
Angustia por un riesgo o daño real o imaginario; también los liguistas lo definen como recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.
El miedo es un estado de ánimo que nos turba y nos crea la sensación de inseguridad, después de haber vivido la convicción de que se estaba seguro y que los sucesos supervinientes pueden ser previsibles.
El miedo es útil, en cuanto nos inhibe para evitar conductas que pueden traer consigo sufrimiento. Puede considerarse como un estado temporal que la experiencia nos hace considerarlo como tal. Pero, cuando ese estado tiene duración no experimentada, entonces se vuelve como daño y se convierte en un tormento.
El miedo se torna un problema cuando trastorna la conducta y aparecen comportamientos patológicos más o menos permanentes. Cuando un grupo humano cae en estas condiciones, se dice que está enfermo.
La ira, y la violencia que ella engendra, se han convertido en preocupación creciente en la sociedad contemporánea. Hemos abandonado la convicción de que debemos respetar la vida ajena y cuidar con esmero la propia.
La desigualdad, condición social que se incrementa cada día, produce miles de gentes marginadas que son víctimas de la enajenación, que su situación social trae consigo.
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Se ha dado a la competitividad la connotación de rivalidad o competencia intensa. La definición nos explica el camino que ha seguido la sociedad capitalista contemporánea que no ha podido o no ha reflexionado sobre la importancia de moderar, esta lucha de todos contra todos, sin importar las consecuencias que ahora se presentan en lo que se ha dado en llamar, la deshumanización de la especie.
Los más fuertes luchan encarnizadamente por obtener la mayor cantidad de bienes posibles. Su capacidad para la lucha victoriosa, genera una inmensa mayoría incapacitada para competir, que a duras penas sobrevive en condiciones de salud precaria, vida miserable y muerte prematura.
Los seres que así viven, sufren toda clase de trastornos, que se convierten en violencia al no apreciar alternativa para la desdicha en la nacen y mueren.
La violencia que producen la miseria, la marginación y la discriminación, aunados a una pandemia que impide la necesaria cercanía entre los congéneres, ha resultado en la pérdida de conciencia sobre la propia dignidad, que se apoya en la esencia racional de la especie.
La humanidad no requiere sólo tener bienes, sino alimentar la naturaleza que la evolución cósmica le ha conferido. Al no respetar el derecho que el semejante tiene a vivir con dignidad, estamos atentando contra nosotros mismos.
La crueldad social que crece exponencialmente, es la mejor muestra de nuestra salud mental debilitada. Sobre ello, es necesario reflexionar y actuar para revertir el camino social al suicidio. ¿Cuántos hemos llegado al miedo patológico?
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JRP
