Rafael Caro Quintero
El mundo ha cambiado radicalmente desde la época de los años ochenta a la fecha. México es un país distinto y el mundo de hoy no puede entenderse como se entendía en aquellos entonces. No obstante, hay nombres que nos remiten de inmediato a un pasado que parece tan remoto como inaccesible. Es probable que las nuevas generaciones desconozcan este nombre y si lo conocen es a través del personaje de alguna serie de narcos. No obstante, en 1985 Rafael Caro Quintero causaba revuelo. Se trata de un narcotraficante mexicano, fundador del cártel de Guadalajara junto con Miguel Ángel Félix Gallardo y Ernesto Fonseca Carrillo.
En aquellos años, Caro Quintero era uno de los delincuentes más buscados de México. También tuvo fama por ser un hombre atrabancado, excéntrico y uno de los narcotraficantes más poderosos durante la década de los años ochenta, motivo por el que fue apodado como «El Narco De Narcos». Se le recuerda como un hombre impulsivo que le encantaba presumir, que buscaba mujeres relacionadas con personajes importantes de la política mexicana. Le gustaba la fiesta, la exhibición y que está vinculado con el asesinato de un agente de la DEA, el estadounidense Enrique Camarena Salazar. Ese asesinato fue en muchos sentidos su ruina porque se ganó la enemistad del gobierno de los Estados Unidos.
Lenguaraz y habliche, se dice que durante la gran debacle económica que sufrió México en los ochenta, Caro Quintero ofreció, estando en prisión: “Si me liberan… si me dejan libre… yo pago la deuda externa”. En ese momento la deuda externa de México era de 80.099 millones de dólares, el dato sirve tan sólo para dar una proporción de lo rentable que seguía siendo su negocio. La figura de Rafael Caro Quintero ha tocado la cultura popular, como ha sucedido con la de muchos narcotraficantes. Lo real se sustituye por la imagen de un caudillo que ha influenciado varias manifestaciones artísticas. Se han escrito cuentos, novelas, series de televisión, poemas, canciones y de todo. Fue uno de los primeros capos a los que se le han compuesto gran cantidad de narcocorridos.
Parecía que su historia había terminado cuando lo arrestaron en Costa Rica y lo refundieron veintiocho años en prisión. Si no hubiera sido por estas series que se han vuelto tan famosas y que se han dedicado a convertir en caudillos a estas personas, su nombre habría sido olvidado, como el de tantos otros. No obstante, el 9 de agosto del 2013 su nombre volvió a hacerse presente: fue liberado gracias a un resquicio legal que le permitió salir de su cautiverio. Se desató el escándalo.
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El problema diplomático fue mayúsculo. Todos nos sorprendimos al saber de su liberación y cuando digo todos, me refiero al público en general, a la gente del Estado y al gobierno de los Estados Unidos. Trataron de apresarlo nuevamente, pero Caro Quintero ya andaba suelto. Se convirtió en uno de los prófugos más buscados. Había una recompensa de varios millones de dólares y, aun así, el hombre tardó años en ser recapturado.
Las pocas imágenes que hubo en el 2013 al momento de su liberación nos dejaron ver a una persona disminuida, con la cabellera canosa, macilenta y envejecida. Cualquiera habría pensado que viviría sentado en una mecedora disfrutando de su vida fuera de la cárcel. No fue así. Caro Quintero se recompuso y refundó de nuevo su vieja actividad, fue el capo del Cártel de Caborca. Inició actividades con un nuevo cártel que estuvo siempre bajo la mira de la DEA. Seguía sabiendo hacer de la droga un negocio rentable.
Quienes imaginaron que Caro Quintero ya no encontraría un lugar para participar en el mercado negro del tráfico de drogas, se equivocaron. Su organización no era tan mencionada como otros cárteles de los que se tiene noticias con más frecuencia. No obstante, era un objetivo prioritario. Seguramente, ha sido un tema en las pláticas bilaterales entre mandatarios de México y Estados Unidos hoy y en el pasado. Atraparon a Rafael Caro Quintero y es coincidente que, al regreso de López Obrador de Washington se haya dado un golpe magistral que hacía tanta falta a ambos gobiernos.
Así como si se tratara de un narcocorrido, lo agarraron entre matorrales y a salto de mata. Lo encontró una perrita que se llama Max. Lo aprehendieron en un operativo que llevó a cabo la Armada de México. Es terrible que un helicóptero de la Marina se hubiera accidentado catorce horas después de la aprehensión de este capo de drogas. Es previsible que lo extraditen a Estados Unidos y allá enfrente a la justicia que le ajuste una vieja cuenta pendiente. El nombre de Enrique Camarena Salazar también resuena.
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JRP