San Luis: dejaron enraizar la delincuencia
La inseguridad configura una realidad que augura los peores escenarios, así en San Luis: dejaron enraizar la delincuencia
En San Luís de la Paz, la inseguridad y la delincuencia están configurando una realidad que augura los peores escenarios. Las oleadas de delitos son incesantes. Tan solo en el lapso de los últimos diez días, un somero rastreo da cuenta de varios robos de vehículos: afuera de un lienzo charro, en una calle transitada, en una colonia de clase media, en el exterior de un templo. Todo esto en medio de la frustración e impotencia de quienes ven afectado su patrimonio.
También en una brecha fue encontrado el cadáver de una joven con impactos de bala, restos de otra en la carretera rumbo al municipio de Victoria, y se ha divulgado la desaparición de una mujer de 51 años. En estos días recientes también un hombre se suicidó en los separos de policía. A este recuento habría que sumar otros hechos que quizás no han trascendido a la opinión pública.
Tanto los propios habitantes, como quienes por necesidad transitamos en ese territorio, ya estamos pagando un costo muy alto como consecuencia de lo que han dejado de hacer durante años tanto las autoridades, como la parte de población que no quisiera vivir en las condiciones actuales de zozobra, pero que tampoco actúa ni toma iniciativas. La sociedad civil, así como una larga lista de alcaldes de todos los partidos, más los respectivos gobernadores, son corresponsables de haber permitido que San Luis llegue a este grado de descomposición.
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El actual alcalde, Luis Gerardo Sánchez, no es más que el último eslabón de un largo listado de gobernantes y políticos locales que con múltiples artimañas han evadido la realidad. Aunque con estilos más mediáticos, ha hecho lo mismo que sus antecesores: solo administrar y sobrellevar el complejo problema pero dejando crecer y enraizar a sus anchas los múltiples brazos de la delincuencia, de la que las estadísticas son apenas un opaco reflejo, porque ese cáncer tiene infinidad de manifestaciones metásticas. Está en su segundo periodo y, por ejemplo, ni siquiera al robo de autos han sabido plantarle cara, a pesar de que según fuentes consultadas el modus operandi revela que en muchos casos se trata de jóvenes que viven en zonas aledañas a donde cometen ese delito. Si a esos rateros pueblerinos no los han podido contener, solo hay que imaginar cuan vulnerables se está ante delincuentes de otro tamaño.
En una localidad a minutos de cabecera, de donde presumiblemente al amparo de la noche salen muchachos a delinquir, pregunté a un hombre agobiado por la pérdida de tranquilidad si esos que roban lo hacen por necesidad: “No, eso que hacen yo le nombro que es por maña… “
¿La gente protege a los delincuentes?

Hay rasgos de lo que acontece en San Luís de la Paz particularmente inquietantes, pues todos los indicios apuntan a que se estaría cada vez más cerca de un gobierno y de una sociedad que está anulando todas sus posibles defensas éticas y prácticas frente a la delincuencia, frente al dinero sucio, y que incluso le cede territorios geográficos al crimen organizado.
A pesar de lo grave de la situación, entre quienes viven de trabajos decorosos y seguramente repudian que su entorno esté hundido en la inseguridad, no se observa ningún ímpetu de afrontar colectivamente lo que acontece, la opción para algunos que tienen la posibilidad es instalar cámaras, malla con electricidad, alambre de púas, alarmas, corta corriente en los coches, cargar gas pimienta…
Al igual que en gran parte del país, la delincuencia ya logró el estratégico objetivo de sembrar miedo en este municipio. Incluso, suele suceder que cuando la autoridad pide a los vecinos algún dato o evidencia respecto a un hecho delictivo que investiga, resulta que nadie vio nada. Me dijo un campesino: “Yo le digo a mi señora, si vez algo tu cállate, tu hazte que no viste”. Aunque ya no solo es el temor, pues las cosas están tocando otros extremos.
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Se sabe de un amplio territorio localizado hacia la carretera federal 57, que luego de varios sucesos se ha instalado en la percepción social como una zona donde las autoridades perdieron el control, al grado de considerar que personas externas ahí no pueden circular seguras. Paradójicamente, por esa ruta secundaria que cruza varias poblados y desemboca a la autopista federal, hay transito frecuente de las FSPE, pero ellos parecen enfocados en resguardar los inmensos módulos de paneles solares de la empresa italiana Enel Green Power inaugurada en 2018, y no en atender realidades como las constantes detonaciones de armas que pobladores relatan se escuchan en esas inmediaciones, tampoco en poner filtros a los frecuentes movimientos de motociclistas en la noche crecida, o en contener esa sensación de impunidad que ahí se respira y que hace a los habitantes de honesto vivir replegarse al interior de las viviendas, como si fueran refugiados en su propia tierra.
El paisaje aquí descrito no es de Colombia en tiempos del narcotraficante Pablo Escobar, sino de San Luis de la Paz, en este Guanajuato cada vez más hundido en el abismo del deterioro social, aunque oficialmente digan que estamos arribando al olimpo de la “mentefactura”.
Los expertos en seguridad saben, que cuando los delincuentes se apoderan de territorios y construyen base social que los arropa (sea por complicidad o miedo), las instituciones ya perdieron la batalla…
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