Segunda vuelta en Brasil
Segunda vuelta en Brasil
El próximo domingo 30 de octubre tendremos el ballotage o segunda vuelta electoral de las elecciones presidenciales en Brasil. Lo que pase en la primera economía de América Latina y una de las más importantes del mundo, un país del G20, miembro de los BRICS e integrante del Consejo de Seguridad de la ONU como miembro no permanente, es de interés e importancia, no solo regional, sino global.
Después del rotundo fracaso de las encuestas, otra vez, que vaticinaban un triunfo holgado de Lula sobre Bolsonaro, incluso que se podría haber definido desde la primera vuelta, se equivocaron. La izquierda se quedó a menos de dos puntos porcentuales de ganar directamente y Bolsonaro logró el 43% de los votos, cuando los estudios demoscópicos le otorgaban el 35%, en el mejor de los casos.
El último sondeo publicado por Datafolha le daba a Lula el 49% de los votos y a Bolsonaro el 45%, considerando el margen de error, se plantea la posibilidad de un empate técnico. El 21% de abstencionistas en la primera vuelta están siendo buscados por ambos contendientes, además de los electores indecisos y aquellos que votarían en blanco o nulo. Aunque el 94% dice ya saber a quién votar, el sondeo de Datafolha muestra que hay un 1% de indecisos y un 4% de votos en blanco; sin embargo, otro estudio, el de Ipec para O Globo, estima un 5% de indecisos y un 2% que no responden a las preguntas.
Lula sigue liderando las encuestas, pero Bolsonaro ha ido estrechando la distancia, conforme avanzan las semanas, y es muy probable que la diferencia no vaya más allá de los dos puntos porcentuales, por lo que el resultado de la elección del próximo domingo será sumamente ajustado, si no ocurre alguna sorpresa.
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Aunque abundaron los insultos y las acusaciones durante el último debate, los candidatos hicieron un esfuerzo por evitar los estallidos de ira y el tono brusco que hicieron en los anteriores, y en todos ellos no hubo un claro ganador.
No obstante, la elección está claramente marcada por la polarización extrema, con dos posiciones antagónicas y confrontadas, dividiendo abiertamente a la sociedad y sin medias tintas y puntos de conexión, mucho menos de unión, por lo que cualquiera que sea el resultado esas diferenciaciones se mantendrán y probablemente se seguirán ahondando, y será el principal reto de la gobernanza política.
Un resultado con márgenes muy estrechos entre el ganador y el perdedor exigirá una actuación impecable del Tribunal Electoral de Brasil, autoridad que se ganado a pulso un prestigio entre la sociedad y los actores políticos de ese país, con todo y los ataques recibidos por el actual gobierno y del propio presidente Bolsonaro. La actitud y posición que asuma éste, en caso de no resultar ganador, sigue siendo, quizá, el principal riesgo para el día siguiente y posteriores a la elección, sin descartar cualquier escenario, como el señalado, de un probable autogolpe de Estado.
Cuando parecía que el gigante de Sudamérica había superado la dictadura militar y el peso del ejército en buena parte del siglo pasado, y después de tres décadas de estabilidad política y creciente prosperidad económica, la amenaza de la regresión autoritaria, de la mano de un exmilitar en la Presidencia de la República, está más que presente, en caso de perder el oficialismo.
No se puede perder de vista que la derecha conservadora y radical que apoya a Bolsonaro obtuvo importantes triunfos y será mayoría en el Congreso, además de importantes gubernaturas, por lo que, en caso de ganar Lula, tendrá contrapesos muy fuertes y será más compleja la gobernabilidad democrática.
Por otra parte, yergue la amenaza sobre las empresas encuestadoras, por la iniciativa presentada por diputados que apoyan al gobierno, de castigar hasta con 10 años de cárcel a encuestadores cuyos sondeos diverjan de los resultados reales, más allá del margen de error, por supuesto no aplicable al presente proceso. Sin embargo, si esta propuesta se concreta, sería el inicio de la desaparición de este tipo de ejercicios democráticos, pues quien lo haría con esa espada en el cuello. Desde que se empezaron a realizar encuestas preelectorales, hace más o menos 40 años, a la par de las últimas transiciones democráticas, sus resultados han sido certeros en aproximadamente, estimó, un 80%, pero ha sido muy publicitado, cuando no ha sido así, cómo fue la primera vuelta brasileña de este año.
Sin duda, la democracia brasileña está en riesgo, cuando quien se encuentra en el poder busca conservarlo al costo y en la forma que sea, como ya lo vimos con Donald Trump en el 2020 en EE. UU., y desafortunadamente seguimos viendo y padeciendo en los años venideros en el mundo y en nuestra región.
Suerte a los brasileños para el próximo domingo y los tiempos venideros, que sepan y puedan sortear el vendaval de una probable regresión autoritaria.
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JRP