Miércoles, 11 Diciembre, 2024

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Semana Santa

Opinión

Cecilia Durán Mena

Semana Santa

La Semana Mayor como se conoce también a la Semana Santa es el periodo que comprende los últimos días de Cuaresma que la tradición cristiana dedica a recordar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Hace pocos años, eran días de guardar, de recogimiento y reflexión. No obstante, con el tiempo, estos días han representado la oportunidad para salir de la cotidianidad, hacer una pausa, descansar y tomar unos días de vacación. En las escuelas, la actividad para hasta terminada la Semana de Pascua por eso, muchas familias toman camino rumbo a las playas y la actividad turística aumenta.

Mar y arena blanca, agua azul profundo o de tonos turquesa, trajes de baño de diseñador o gente que nada en fondo o ropa interior, bebidas frías, cuerpos expuestos al sol es lo que era común ver en las playas mexicanas. Familias que la pasaban bien, que se divertían y disfrutaban de la belleza del país. Ahora, dadas las circunstancias, nos topamos con una procesión de ametralladoras y uniformes militares. Gente con ropas ligeras al lado de vigilantes uniformados y armados hasta los dientes que cuidan la seguridad de los bañistas.

La imagen saca chispas, parece como si se hubiera sacado de una de esas novelas de ciencia ficción que habla del fin del mundo, o de una película de guerra, pero es la realidad estos días en las costas mexicanas. Quisiéramos que fuera algo salido de la mente febril de un escritor con imaginación perversa que busca una crítica social a un porvenir que no queremos. Tristemente, se trata de una fotografía compartida por la gobernadora de Quintana Roo, Mara Lezama. A cuadro se aprecia a dos soldados que patrullan a lo largo de las playas de Cancún, se les ve en primer plano, no disimulan su presencia ni ocultan que van cargando enormes fusiles, mientras que al fondo se ve a una turista con bikini negro, sombrero de ala ancha y un teléfono en la mano mientras que deja que las olas le mojen los tobillos.

Parece una broma y es un sinsentido. La imagen pone los pelos de punta y ¿cómo no? Como si necesitáramos más presencia castrense, México ha militarizado las playas. Los números no mienten y dan una mejor dimensión de lo que escribo. Están más de ocho mil miembros de la Guardia Nacional, la Marina y el Ejército que han sido desplegados entre las principales zonas turísticas del país. La acción, está claro, tiene la intención de salvar el periodo vacacional de la Semana Santa después de que el Lunes Santo hubo al menos ocho asesinatos en centros turísticos.

El gobierno federal busca tratar de aplacar el miedo. Qué tiempos aquellos en los que la imagen de postal idílica en dos de los principales destinos vacacionales: Acapulco, en el Estado de Guerrero, y Cancún, en Quintana Roo eran el paraíso anhelado por propios y extraños. No había mejor lugar para irte de Semana Santa que esos. Poco a poco, nos hemos ido alejando de esa percepción. Nadie quiere irse de vacaciones y terminar en un zafarrancho. En una medida que habla del nivel de fracaso que hay para frenar la violencia, el gobierno ha repartido casi cinco mil soldados entre las dos ciudades, Tulum, Puerto Vallarta, Mazatlán o las costas de Veracruz. Además, otros casi cuatro mil militares se encargarán de custodiar las carreteras del país.

Muertos y heridos no son una buena mezcla para quienes buscan disfrutar de la playa esta semana de asueto. Ni los más valientes quieren las balaceras que espantan a la gente. A nadie le gusta ir a un paraíso, porque las playas mexicanas lo siguen siendo, para arriesgarse con el deseo de que no vaya a pasar nada. Antes, esos eran temas que se veían en las noticias y sentíamos que estaban a lo lejos, pero las casualidades son cada vez más cercanas. El número de encontronazos y balaceras, así como la presencia de uniformados muertos de calor en sus pantalones, chaquetas y cascos hacen creer que en cualquier momento se puede estar entre un fuego cruzado y que a cualquier hora se puede ser blanco de una bala perdida.

Tal vez por eso, mucha gente sale, pero mucha se queda en casa. No sería mala idea reflexionar, aprovechar la temporada para pensar en qué fue lo que hicimos mal para terminar así, con militares armados paseándose junto a niños que juegan con sus pelotas de playa.

JRP

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