Sobre diagnósticos,metodologías, informes y transparencia
Vivimos tiempos en los que se nos dicen muchas mentiras y escuchamos verdades a medias. La búsqueda de la verdad es un camino arduo. Para abordar un problema en forma correcta, necesitamos un diagnóstico que nos permita ir a la raíz y resolverlo. Para llegar al diagnóstico es preciso hacerlo por medio de una metodología, es decir, abordar el tema con un plan estructurado que evite la improvisación y nos permita avanzar a la solución. La solución se presenta en un informe que permita valorar la propuesta. Desde luego, este procedimiento falla si no existe transparencia.
Pensemos en un paciente y un médico. El enfermo llega a consulta y le dice al médico que le duele la cabeza. Si el facultativo le receta una pastilla sin auscultarlo, corre el enorme riesgo de no estar resolviendo el problema. Es necesario revisar al paciente para determinar la fuente que causa el dolor de cabeza, ya que de otra manera se estará atendiendo un síntoma y no se irá al fondo, por lo que no se llegará a la solución. Ese no es el camino que lleva a la verdad.
A estas alturas, el sexenio de la 4T encabezado por el presidente López Obrador da la impresión de que todavía no tiene diagnósticos de nada y a los ciudadanos no se nos informa con veracidad. Pareciera que al inicio del periodo se brincaron el diagnóstico, dejaron de lado las metodologías y se fueron directo a atacar lo que creyeron que era el problema. Ahora caen en la cuenta de que no resolvieron los temas —en algunos casos se agravaron y costaron vidas—, de que jugaron el juego de la piñata, avanzaron con los ojos vendados y ya se les fue el tiempo. Culpar al pasado ya no es válido, menos cuando ya se arrancó la competencia por la designación del sucesor del presidente.
Si observamos con objetividad, casi cualquier área del gobierno federal se encuentra en esta condición. Para muestra el botón del sector salud. Se acabó con el Seguro Popular. La implementación del nuevo Instituto de Salud para el Bienestar, generó opiniones encontradas por la falta de claridad sobre cómo operaría el nuevo programa del presidente Andrés Manuel López Obrador, cuyo objetivo era proporcionar servicios de salud a toda la población. Se lanzaron al ruedo sin diagnóstico ni metodologías y ahora se va a sustituir por IMSS Bienestar en los estados que así lo hayan decidido. Todo es culpa del pasado, según informan las autoridades que no se dieron el tiempo diagnosticar el estado de cosas. No tenemos un informe que nos permita dilucidar si nos dicen o no la verdad. Sacan las manos, se las lavan y no se hacen responsables. Ha habido muertos, niños que perdieron la vida por falta de medicamentos, enfermos que fallecieron por impericias administrativas derivadas de puras ocurrencias.
Ver nota: Presentan plan antiinflacionario de López Obrador: ¿qué es y en qué consiste?
El caso que está causando escándalo es el de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México. Entender lo que sucedió nos cuesta trabajo. Hay muchas implicaciones políticas y muchos personajes centrales involucrados. Encima DNV, la compañía que contrató el gobierno de la CDMX no dio un informe a modo, o eso sospechamos, pero no lo sabemos con certeza. Por la importancia del asunto y las funestas consecuencias que esta obra ha tenido en la vida de miles de personas, deberían hacerse públicos todos los documentos relacionados con la obra. Pero la transparencia no es algo que guste a los políticos en general ni a los de la 4T en particular.
La empresa DNV, auditora forense de obra pública contratada, trata de recrear en el presente, acciones y revisiones pasadas. Una de las materias primas para realizar una auditoría forense es la información y la publicidad de la misma, por lo que no podemos dejar de cuestionar ¿por qué se reservó toda la información de la L12 y por qué no podemos ver la de ahora? Esto impide a la ciudadanía conocer las condiciones sobre las cuales se construyó la obra y además nos deja en la posición de tener que creer con los ojos cerrados. Seguimos sin conocer los nombres de los responsables de esta tragedia.
Así las cosas, podemos seguir buscando y encontrando ejemplos de las improvisaciones y fallas de esta administración a la que se le está acabando el tiempo y no se ve cómo le hará para entregar buenos resultados. Ojalá la 4T hubiera hecho diagnósticos, usado metodologías, dado informes a la ciudadanía y hubiera abrazado la transparencia, a estas alturas del sexenio se ha perdido mucho más que el tiempo.