Miércoles, 12 Marzo, 2025

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Sobre la narcocultura y los corridos tumbados

Opinión

Cecilia Durán Mena

Dos aspectos me han sorprendido: el éxito virulento de Peso Pluma que ha roto récords a nivel mundial y el hecho de que haya tenido que cancelar conciertos por haber recibido amenazas de muerte. La narcocultura es una expresión que corre por rieles peligrosos: la travesura y el morbo. Es un espejismo que lleva a muchas personas a jugar con fuego. El crimen organizado es un tema delicado. Para darnos cuenta, basta alargar un poco la mirada —tampoco hace falta ver muy lejos— y enterarnos de la cantidad de sangre que se derrama todos los días en México y en el mundo.La exaltación que hacen los corridos tumbados es evidente, no hay disimulo, son explícitas.

Las letras de sus canciones que se caracterizan por abordar temas polémicos como las drogas,la violencia e, incluso, por enaltecer el narcotráfico. Peso Pluma ha generado una erupción con éxitos como “Ella Baila Sola” con el que logró colocarse en primera posición en Spotify y Billboard.

Su éxito es incontrovertible. La gran aceptación de la que goza lo ha llevado a estar nominado en los Latin Grammy 2023. Pero, los temas de entretenimiento ya no suenan tan divertidos cuando se empiezan a recibir amenazas, ya no resultan un buen negocio si hay que cancelar conciertos ni parece tan buena idea pagar un boleto para ir a un concierto en el que se va a ser testigo de una tragedia. El fenmeno musical tiene la caractestica de la inmediatez que sirve a la narcocultura. Aunque, es justo decirlo, también se ha diseminado a otras expresiones.

En las letras, autores como Elmer Mendoza, Fernando Vallejo, Arturo Pérez Reverte han escrito novelas en las que se refleja un mundo ficcional en el que los narcotraficantes son una especie de Robin Hood remasterizado, en el que las situaciones de muerte y peligro resultan emocionantes y en las que quienes combaten al crimen son seres corruptos y despreciables. La sangre, las balas, el peligro seducen y encandilan. Pregúntenle si no a Kate del Castillo y a Sean Penn que se metieron en graves problemas por pensar que la vida real es una telenovela.

Es preciso darnos cuenta de que en América Latina disminuye la protección social, crece el desamparo y aumentan los riesgos para los jóvenes, a tal grado que nueve de cada diez muertos por disparo de arma de fuego son niños y jóvenes menores de 30 años, según estimaciones de la Organización de Estados Americanos. El nivel de violencia adquiere rasgos más que preocupantes en esta región. La violencia expresada en asesinatos, accidentes y suicidios es la primera causa de muerte entre jóvenes hombres de América Latina y la Organización Mundial de la Salud registra que el treinta y seis por ciento de las mujeres latinoamericanas fueron objeto de violencia física o sexual.

Más aun, en México —según cifras de la Conapo— existen más de siete millones de jóvenes que no estudian ni trabajan, pero los problemas juveniles no se limitan a las dificultades para desarrollar proyectos viables de vida. Más de una cuarta parte de las personas ejecutadas tenían entre dieciséis y treinta años. Muchos de ellos fueron también víctimas del crimen organizado.

Frente a esta realidad, me cuesta entender los niveles de popularidad que generan los panegíricos de la violencia, la objetivación de la mujer, la exaltación de criminales presos. No es gratuito que se hayan generado polémicas como la del presidente de Chile Gabriel Boric quien expresó abiertamente su disgusto por que Peso Pluma se presentara en Viña del Mar. Lo cierto es que esas declaraciones volvieron al cantante mexicano en la principal tendencia en redes sociales en Chile, donde la discusión se centra en si la petición de cancelación del espectáculo de Peso Pluma se trata de censura o no.

Sobre la narcocultura y los corridos tumbados es difícil fijar una postura. Son expresiones que corren por rieles peligrosos. Más allá de si nos gustan o no, se convierten en temas delicados que tienen que ver con sangre, lágrimas y sufrimiento. Eso, va más allá de la travesura y el morbo.

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