Trabajar celosamente por la institución a la que se sirve
Independientemente de nuestra concepción del mundo, es necesario que cada uno tengamos idea clara de lo que significa haber llegado al cosmos como persona; como una entidad en donde la materia toma conciencia del sí misma, en nuestra existencia. Esto mismo, tiene un significado intrínseco y, nuestra capacidad solidaria, debe inclinarnos a fortalecer esa convicción para que la conciencia en el cosmos evolucione a formas más avanzadas, especialmente en el desarrollo, en el individuo de la conciencia de solidaridad y empatía.
El afecto es elemento fundamental para transitar hacia la realización de la diversidad humana. Considerarnos parte de la naturaleza consciente del cosmos, es condición para adoptar con firmeza, la decisión de entender el significado de haber surgido a la vida, con la capacidad de amar y encontrar en ella, la llave para ser amado. Probablemente hemos gastado la palabra amor, y nos hayamos desligado peligrosamente del concepto, es decir de la esencia de amar, como la convicción de que, sin el otro, no es posible la existencia plena y el significado de la vida, en la consciencia, sub yace hueco.
Es indudable, que nuestra mente vive un severo extravío. La explicación de ello, es la forma tan generalizada en la que quitamos la vida y la honra, para infligir dolor, sin la mayor consideración. Siendo la vida y la muerte consubstanciales a la persona humana, optamos por ser agentes de la muerte, a corto, mediano y largo plazo. A mayor abundamiento, usamos la posibilidad de causar dolor como una acción que se pone al mejor postor en el mercado, usando el talento al servicio de lo que significa la negación de la vida.
Durante algún tiempo, la idea del sacerdote, encarnó la del guía que explicaba en el camino de la salvación, el amor al prójimo, como respuesta a la interrogante ¿a dónde vamos?; empero, el surgimiento del mercado elevado a los altares, desvinculó al ser humano de la idea de fortalecer la convicción del origen superior del ser humano, entendido como su facultad de asumir el deber, como regla de conducta; con el señuelo de que, el ejercicio de una conducta sin límites, nos haría gozar del bien preciado llamado libertad.
El ejercicio de la política debe llevarnos a lograr en la mayoría de nosotros, conceptualizar con precisión la idea de persona humana. Para ello, debemos conocer la evolución de las normas que rigen las instituciones a través de las cuales pretendemos alcanzar una sociedad con acceso a la vida armónica. El derecho positivo debe tener el lugar que le corresponde, pero el legislador, el juzgador y el abogado debe conocer la transformación histórica de las normas.
Por eso, resulta trascendente la encomiable labor del Congreso del Estado al dotar a la comunidad guanajuatense de una compilación de leyes, que no sea sólo un catálogo de normas vigentes, sino también, la historia de la norma; para que, el Congreso Local, asuma su tarea docente y contribuya a fortalecer la cultura jurídica.
Bueno será ver qué destino tendrá, en el Congreso del Estado, el espíritu innovador, que el abogado Gerardo de los Cobos Silva y su magnífico equipo, imprimieron al Instituto de Estudios Legislativos. Las instituciones avanzarán sin tropiezos, en la medida que sean conducidas, con amplio sentido de su responsabilidad histórica.
