Jueves, 09 Enero, 2025

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Un mal comienzo de año para el presidente

Opinión

Cecilia Durán Mena - Las ventanas

El año arranca mal para el señor presidente. La sombra del fantasma de la desilusión lo está alcanzando. Muchos de los que lo apoyaron sienten el desencanto de la realidad. El dictus popular se va generalizando: no es diferente, como lo dijo y como lo ha repetido hasta el cansancio. Es igual que todos los demás. Muchos se sienten engañados y eso repercute, la consecuencia es una baja en la popularidad de López Obrador. Sigue siendo buena, dicen sus fervientes seguidores. Es cierto, pero va a la baja y él lo sabe. Lo sabe y lo angustia.

No es para menos. Son varios frentes que no le han salido bien al presidente. La economía está frenada y se están percibiendo los signos de recesión, aunque nos digan otra cosa. El manejo de la pandemia es una muestra de la falta de pericia, a pesar de la devoción que se le tiene en Palacio Nacional al Dr. López Gatell. La pobreza crece, hay un número incremental de pobres que no tienen lo suficiente para comprar productos de la canasta básica, aun cuando la presente administración dice que primero los pobres. Los feminicidios no paran y ser periodista en México es un oficio tan riesgoso que puede causar la muerte. A las mujeres ni nos ven ni nos oyen. Encima, sus favoritos, Marcelo Ebrard y Claudia Scheinbaum andan enredados en temas espinosos de corrupción, tragedias y escándalos. Y por si le faltaran, el fruto de sus entrañas, su hijito querido lo pone en evidencia al padre por un estilo de vida. Vivir bien no es lo que lo pone en entredicho, sino el hecho de ocupar una mansión magnífica propiedad de un alto funcionario de una empresa que tiene contratos con Pemex.

Por eso, no es de extrañar que el presidente ande nervioso. Y para tratar de hacer un control de daños, abre frentes para distraer la atención de la gente y mandarla a otros asuntos que no le afecten tanto. Entonces, si el estilo de vida de su hijo lo pone en entredicho, nos enrollamos en la bandera nacional y nos volvemos come-gachupines. Si no le gusta lo que dicen sobre sus familiares, trae a colación el Penacho de Moctezuma y si el volumen y el tono le desagrada, llama mentirosos a quienes los agarraron con las manos en la maza.

Mejor sacar un conejo de la chistera que ponernos serios con los temas nacionales. Mejor ponemos en pausa la relación con España — aunque sea una de las naciones que tiene más inversiones en el país— que ocuparse de las escuelas que se balean en Zacatecas, de la crisis de seguridad en el Bajío, del flagelo del crimen organizado que nos azota amparado de la impunidad, de los niños que mueren por falta de medicamento. Mejor le tapamos el ojo al macho aunque los problemas sean una olla hirviendo de grillos

Ver nota: AMLO niega ruptura con España: ‘es pausa y es con las empresas’, aclara

Hay desilusión. Es cierto, hay fervorosos que apoyaran a López Obrador incluso cuando ellos están padeciendo el flagelo que los azota todos los días. A todos nos afecta la inflación, la inseguridad, la falta de generación de empleos de calidad, la disminución de la calidad de vida. A todos, lo que me parece tristísimo es la cara de desilusión que tienen muchos académicos que le creyeron y ahora se sienten traicionados. Basta voltear la mirada al CIDE. También están todos los periodistas que cuando AMLO estaba en campaña, lo apoyaron y ahora los exhiben en las mañaneras. Pienso en Carmen Aristegui y lo decepcionada que debe de sentirse al ver que ahora en vez de recibir palabras cariñosas desde el púlpito de Palacio Nacional, hay ataques directos. Eso cala y le está haciendo baches a la popularidad del presidente.

Pero, lo más triste son las personas que a diario encuentran una razón para desencantarse. Por ejemplo, las jóvenes que ven como sus reclamos sobre abuso son desoídos, desestimados e ignorados en forma sistemática; las madres que tienen hijas que no aparecen y que no reciben acuse de recibo de un gobierno que ha decidido no hacer caso; de aquellos que se quejaron porque antiguas administraciones eran opacas y creyeron en la transparencia de esta propuesta y se encontraron con mayor opacidad; los que pensaron que la 4T sería una forma moderna de administrar México y se dieron cuenta de que estamos como en los años 70´s imitando las políticas echeverristas.

El año le comienza mal al presidente y en vez de ponerse serio, se nos pone nervioso. En vez de serenarse, le sube al volumen y le gana la estridencia. Para consolar a los fervorosos de su causa, habla de cualquier cosa que les inflame el corazón. Le había resultado, pero ya no le está trayendo los mismos resultados. Lo sabe.

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