¿Un mensaje al crimen organizado?
El pasado 16 de diciembre dos unidades de la Fuerza de Seguridad del Estado tropezaron de frente con la última parte de un convoy del Cártel de Santa Rosa de Lima que se dirigía a Uriangato, en el estado de Guanajuato.
Interceptaron a los tripulantes de tres camionetas de lujo. Según el relato de testigos, los civiles iban armados y abrieron fuego. Los agentes contestaron los disparos. No se percataron de que la vanguardia del convoy, integrado por un total de 10 camionetas, dio marcha atrás y se lanzó contra ellos.
Se desató un tiroteo infernal. Cayeron cuatro policías estatales, otros dos resultaron heridos. Los miembros del cártel lograron escapar. Dejaron abandonadas cinco de las camionetas con las que ese día pensaban atacar Uriangato, municipio que se encuentra en poder del Cártel Jalisco Nueva Generación: un reporte de inteligencia indica que La Tripa, uno de los líderes del Cártel Jalisco, es hermano del alcalde de Uriangato; la hermana de este sufrió hace unas semanas un ataque armado.
En las camionetas abandonadas había armas largas, artefactos explosivos artesanales, ponchallantas y una cinta con cartuchos .223 para ametralladora. Se cree que, de no ser por la inopinada aparición de las dos patrullas estatales, ese día habría ocurrido una masacre.
Era sin duda la respuesta del Cártel de Santa Rosa a la aparición, el 13 de diciembre, de una camioneta con cinco cuerpos desmembrados en la que había también un mensaje: "Ya empezó la limpia, pura gente del Señor Mencho".
Un barrido de cámaras de seguridad realizado en las horas siguientes al ataque a los policías estatales indicó la ruta que aquel convoy había seguido. Se le captó en las comunidades de El Sabino, El Armadillo, Los Tepetates, Angostura, Ochomitas y San Francisco de la Cruz.
En los días siguientes se pudo localizar la casa de seguridad de la que los sicarios salieron el 16 de diciembre. Tras un nuevo enfrentamiento –que dejó a uno de estos muertos–, la policía aseguró armas, equipos tácticos, cargadores y cartuchos.
Desde hace seis años, Guanajuato es el estado más letal para los policías. 62 perdieron la vida en 2024. El año anterior fueron asesinados 60. Tras los hechos de Uriangato, los mandos de la Secretaría de Seguridad Pública y Paz ordenaron llevar la investigación hasta sus últimas consecuencias.
El 5 de enero pasado, células de investigación de la Coordinación Operativa de la Nueva Fuerza de Inteligencia Anticrimen, ubicaron una de las camionetas empleadas durante el ataque en la comunidad de Buenavista, ubicada en Yuriria. Se trataba de una unidad con reporte de robo, que durante la huida había sido registrada por diversas cámaras.
El día 6 se detonó un operativo en el que participaron 300 elementos de la Sedena y la Secretaría de Seguridad Pública. Inició a las 5:30 de la mañana con el cateo de dos domicilios; uno de ellos, localizado en el Callejón de La Presa, era la casa de seguridad en donde se resguardaban dos objetivos prioritarios del Cártel de Santa Rosa de Lima: "El Comandante Juan" y otro sujeto apodado "El Bush".
Según investigadores que tomaron parte en el operativo, ambos jefes de plaza estuvieron al frente de la célula que el 16 de diciembre masacró a los uniformados.
Alertados por halcones de la presencia policiaca, los integrantes del Cártel de Santa Rosa de Lima intentaron abrirse paso a tiros. Comenzó un nuevo enfrentamiento. Tres estatales resultaron heridos. El operativo, explican, duró varias horas "porque algunos de los civiles armados alcanzaron a irse para buscar refugio en los cerros cercanos".
Finalmente, se reportó que ocho miembros del cártel perdieron la vida. Los cuerpos de dos más fueron encontrados a 500 metros del punto donde se verificó el enfrentamiento principal. "Huyeron heridos, pero no lograron sobrevivir".
Entre los muertos estaban "El Bush" y "El Comandante Juan".
La paz de Yuriria, un sencillo municipio agrícola, se quebró definitivamente a partir de 2019, cuando se le convirtió en punto de paso de grupos procedentes de Jalisco y comenzó el choque con el Cártel de Santa Rosa de Lima. Los asesinatos se han disparado sin freno: apenas en julio pasado, los cuerpos de seis trabajadores de la construcción, de una mujer y un menor de edad, aparecieron masacrados en la obra negra de un terreno baldío.
La célula que operaba ahí llevaba años moviéndose con gran impunidad. La pregunta es: ¿hay un nuevo mensaje en lo ocurrido?
@hdemauleon
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